Rompiendo estereotipos, tal vez incurriendo en una nueva percepción de la moda nupcial, así quiere mostrarse la Bridal Collection Gran Canaria Moda Cálida a su octava edición con un escaparate en el que los ensueños de largas colas quedaron a un lado para apostar por lo vintage, los tules, y una paleta amplia que envuelve al cuerpo en ondas de movimiento instintivo y decisivo. El ambiente, cargado por la emoción de quien asiste a una final en el Hotel Santa Catalina, se llenó para contemplar las creaciones de Pedro Palmas y Aurelia Gil, firmas de Moda Cálida, y Pomeline, de Isla Bonita Moda.

Ya hay quien quiere posar en el photocall antes que las modelos, pero acuden rápido a ocupar los sillones. El desfile ha comenzado. Abriendo el silencio de la penumbra, las lámparas de araña del salón Miguel Martín Fernández de la Torre iluminaron los tres pasillos entre los que las 19 modelos zigzagueaban ante 200 personas. Los violines de Get Misunderstood marcaron la cadencia de la nueva propuesta de Pedro Palmas que pasaron de un tul ingrávido con su firma cosida a los mikados y crepes donde destacaron las mangas acampanadas, lazadas extra grandes de raso y conjuntos a dos piezas que terminaron con pailletes negros deslumbrantes, con mención especial a la moda flamenca y los zarcillos con la P dorada del autor.

Para la clausura del evento, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, acudió al Hotel Santa Catalina dando por sentado la solidez de la apuesta estilística que se ha hecho un hueco en la agenda de los más destacados diseñadores del panorama insular, además de otras personalidades como la consejera de Cultura, Guacimara Medina, el presentador Roberto Herrera, el deportista Juan Espino 'el Guapo' e influencers al estilo de Natividad González (NatyNova), Vanesita Déniz (VanesitaShopper) o Moisés Rivero (MoisesRyG) que amplifican el altavoz de los diseñadores de rúbrica isleña.

«El éxito de esta octava edición supone su consolidación como el evento más relevante de este sector en Canarias», indicó. «Esta pasarela supone un impulso al trabajo de estos artesanos que contribuyen a generar riqueza en nuestro territorio, pequeños talleres que se han ido consolidando como una propuesta real y alternativa», afirmó. Además, con relación a la ampliación de tallaje que propuso Aurelia Gil en su colección, el presidente insular añadió que responde a «dar cabida a todas las tallas, sin ceñirnos en estereotipos sino ampliando el abanico a una representación real de la sociedad grancanaria».

Pomeline, a la 'Mata Mua'

El tono jazzístico del Aruanda (Take me to) de Astrud Gilberto se coló como la brisa de un verano anticipado en las manos de Pomeline que, con 15 apuestas coloridas y desenfadas colocó ante la vista de un público diverso y entregado los fufos característicos de la marca, pequeñas tiras de organza dispuestas a modo de pluma y que, para la ocasión, se elaboraron con material reciclado sobrante de otras colecciones. El punto palmero se apostilló en los fajines de trapera elaborados por una artesana de la tierra.

Esa apuesta medioambiental retrotraía junto a las gafas negras y los zapatos nude a unos años 60 en la costa donde el pañuelo es indispensable para conservar el tocado, discreto pero llamativo, un equilibrio dado en todo momento en los vestidos largos vaporosos y los conjuntos de dos piezas y trajes de chaqueta. Ese carácter fresco, reflejado en la gama de rosáceos, azules aguamarina o verdes esmeralda atraían el sonido del mar.

Cierre por todo lo alto con Aurelia Gil

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Ni un alfiler tenía cabida en la última pasarela, salvo las punzadas de última hora en los 24 diseños únicos de Aurelia Gil, quien se presentó al principio, "histérica", a una audiencia, incapaz de disimular su aplauso, con el fin de valorar una vez más la cercanía y el compromiso del comercio local. Reforzando el tejido en red, nombró la estrecha colaboración con la joyería Laura Luján y los complementos By Loleiro para conformar la colección que se ajustaba al canon sostenible rescatando del stock tejidos de fiesta. La reinvención también dando la oportunidad, como en los viejos tiempos, de anotar el modelo preferido. Tocados, pamelas, envolvieron a los colores sólidos que entremezclaban el gesto chic parisino.

Una muestra de vestidos de invitada que apostaba por los botones y las espaldas cruzadas que en carmesí, naranja durazno y amarillo pistacho envolvía en escotes triangulares y telas holgadas a las invitadas. La novia, triunfal, puso la guinda al pastel con un blanco iluminado por un tocado de flores que reconvierte la ceremonia en fiesta y el compromiso en placer estético. Así, se afianza la proyección de la moda canaria que envalentona y apoya al sector para continuar desarrollando su arte.