Música

«Mis nuevas canciones me llevaron a Surfin’ Bichos sin darme cuenta»

Los cuatro miembros de Surfin’ Bichos: Fernando Alfaro en primer plano y detrás, de izquierda a derecha, Joaquín Pascual, José Manuel Mora y Carlos Cueva.

Los cuatro miembros de Surfin’ Bichos: Fernando Alfaro en primer plano y detrás, de izquierda a derecha, Joaquín Pascual, José Manuel Mora y Carlos Cueva. / Alberto García Saleh

Fue la banda independiente más importante de este país en los noventa. Y su regreso es la noticia más relevante del año. Surfin’ Bichos publica el 5 de mayo un nuevo disco, ‘Más allá’, treinta años después de su disolución. Fernando Alfaro, su líder, habla de este trabajo, de su proyecto Chucho, de su carrera, y de los secretos de una de las pocas bandas españolas que está en el Olimpo de los grandes grupos de la historia.

Es imprescindible preguntarle primero por qué se produce esta reunión del grupo 30 años después de su disolución.

Hemos venido reuniéndonos para hacer giras sin ningún intento de grabar disco. Estábamos cada uno con nuestros respectivos proyectos. Yo recientemente he grabado dos discos. Pero en este momento yo, después de diez años viviendo en Barcelona, cambié de residencia y me volví a Albacete a vivir. Fue cuando todo aquello de la pandemia y, de repente, los exintegrantes de Surfin’ Bichos tuvimos más cercanía física porque todos nos vinimos aquí. Sin embargo, de los miembros de Chucho uno estaba viviendo en Guadalajara, otro en Inglaterra, y yo en Barcelona, y todo era más complicado. Parece que no, pero estas circunstancias tan cotidianas marcan un poco lo que ocurre y la forma definitiva de una obra artística. Volvimos a estar todos juntos, habíamos conservado la amistad, y la cercanía y la facilidad de trabajar otra vez en persona, fue una de las cosas que me llevó a mí a grabar estas canciones. Aparte, me he dado cuenta que las propias canciones me llevaban más a ese terreno sin darme cuenta.

¿Supone otro nuevo periodo en su trayectoria musical?

Yo no distingo etapas entre un proyecto mío que otro. No hay un estilo tan marcado propio en uno u otro grupo. Son las canciones las que marcan siempre el camino y en los discos tanto de Chucho como de Surfin’ Bichos como en los míos en solitario hay canciones de tanta variedad estilística, intensidad, tempo, que provoca que si hay algo que marque la personalidad pues perdure. Para mí mi primer disco es el primero de Surfin’ Bichos y mi quinto disco es el primero de Chucho. Luego continué. Hice dos discos en solitario. Luego volví a grabar con Chucho. Porque no es que decida «voy a componerlo para Chucho», o «esta canción suena a Surfín’ Bichos». Jamás lo hago así. Realmente hago canciones y reúno las que forman el disco con una mentalidad de concepto textual. Pienso mucho en el álbum, cuando tengo esas canciones, dependiendo de las circunstancias la grabo como tal grupo, tal otro o en solitario. Pero son las canciones que tengo en ese momento. Grabé las canciones de mi disco en solitario Saint-Malo en 2015 y el siguiente decidimos que fuera de Chucho y el siguiente también. Y luego volví a grabar un disco en solitario. No noto diferencia entre ninguno.

Desde mi punto de vista, Surfín’ Bichos llegó a su cima creativa con Fotógrafo del cielo, que creo que es el mejor disco de los noventa hecho en este país.

Es de los discos que particularmente más me satisfacen con el paso del tiempo y al grupo también. Normalmente cuando nos preguntan por un disco que defina nuestro carácter es ese porque representa muy bien el sonido que tenía la banda en realidad. Está Hermanos carnales que es más completo en cuanto a la composición, y más espectacular, y que le va muy de cerca, pero en cuanto al sonido ese es más parecido a lo que era el concepto del grupo.

Los cuatro integrantes de Surfin’ Bichos. | | LP/DLP

Los cuatro integrantes de Surfin’ Bichos. | | LP/DLP / Alberto García Saleh

Aparte de que cada canción de ese disco es un prodigio de ideas con detalles instrumentales fascinantes que el oyente percibe a medida que lo escucha muchas veces.

Sí, y ese era el objetivo del grupo cuando lo grabamos. Porque era la época en la que machacábamos los discos. Los escuchábamos uno y otro día. Hoy día no pasa esto con las plataformas de música. Pero entonces nos comprábamos muy poquitos discos y los escuchabas todos los días de forma continua. Ahora, si embargo, puedes escuchar muchas más cosas por encima, sin profundizar nada.

Sí. Estamos en la época en la que se lee, se escucha o se ve mucho, pero en realidad no se lee, ni se escucha ni se ve nada.

Sí, estamos en la época en la que vamos sobrevolando en vez de explorando y es un problema porque nos hace más idiotas en general. Precisamente, la canción Lotus Europa, del nuevo disco, trata sobre un mundo de muerte y cita a Pío Baroja y Valle Inclán, pero hablando más bien de una época que ya no existe. Una especie de sabiduría eterna que antes era evidente, de ese verano que no existe, que hemos ido perdiendo, pero que ahora existe a retazos.

Curiosamente, la melodía de esa canción recuerda al tema Siempre lo mismo de la época de Fotógrafo del cielo.

Precisamente eso lo hemos comentado en el grupo, que esa canción es muy Fotógrafo del cielo. En todo el disco nos ha pasado que han surgido referencias nuestras sin nosotros buscarlas. De la misma manera que nunca fuimos amigos de referencias externas, siempre nos miramos a nosotros mismos con todo lo bueno y lo malo que eso pueda acarrear, pero nuestros discos antiguos tampoco fueron una referencia para este nuevo trabajo. Simplemente hicimos lo que siempre hicimos: yo componía las canciones en mi casa con mi guitarra acústica y las sacábamos de una forma absolutamente orgánica en ese momento, en el local de ensayo, o donde fuera y cada uno la hacía suya también. No queríamos hacer guiños a nuestro pasado, sino que esos guiños iban como surgiendo.

Yo no hablo de periodos en mi trayectoria, son solo las canciones las que marcan mi carrera»

¿Y en qué momentos del disco ocurren más especialmente?

Por ejemplo, en Lotus Europa suena una campana en la parte final de la canción que son igual que las campanas de La oración del desierto. En Máquina que no para estábamos en la onda de Comida china y subfusiles. Pero todo esto era un poco a posteriori, de decir «pero si estamos en ese mundo otra vez, sin querer». Porque el único planteamiento inicial es «vamos a ser Surfin’ Bichos», primero porque somos Surfin’ Bichos, y segundo porque decidimos trabajar como siempre.

¿Cómo fue el proceso de componer estas nuevas canciones?

Las compuse durante el periodo 2020-2021, durante la pandemia, en el confinamiento absoluto, y viviendo en un pueblo aislado en una casa familiar en Albacete, donde no había ni un alma en ningún sitio. Eso se percibe, en que, por ejemplo, El caballo del mar sea como si estuvieras en un balcón hacia el fin del mundo. Y eso es algo que está pululando por todo el disco como sigue pululando por todo el mundo el tema de la pandemia y el confinamiento porque no es solo que haya pasado todo eso sino que ahora estamos aparcándolos, quitándolo de nuestra memoria apoyados en un balcón al fin del mundo, como dice la letra, pero sigue ocurriendo el reverso de la vida feliz es la posibilidad de enfermar siempre. Antes vivíamos ciegos y la pandemia nos abrió los ojos de nuestra propia vida. Todas las ideas que venían pululando previas a la pandemia se vieron potenciadas por esa situación. Era enfrentarnos a algo que pensábamos que era la vida, un anuncio de televisión a veces. También está el amor que hacía de salvador loco en aquellos momentos de guerra. También se habla de fronteras porque había fronteras físicas, nos confinaban por momentos en casa, luego en el municipio y después en las comunidades. No podías atravesarlas. Yo no podía salir de mi pueblo para ir a ver a mi amada y teníamos que hacer cosas muy extrañas. Eso aparece en El baila del más allá y en Alumbrando el fin en la que se aplaude a la gente que ahora está teniendo hijos. Se puede pensar que «como vamos a morir me suicidio», pero en esta canción hay ese espíritu de esperanza, habla de personas de la vida real.

¿Qué fue lo más importante que nos enseñó la pandemia?

Confirmar esas sospechas que teníamos de que la vida era una cosa mucho más caótica, una entropía. La pandemia permitió un punto de reflexión en todos nosotros para contar qué cosas nos están pasando.

«Mis nuevas canciones me llevaron a Surfin’ Bichos sin darme cuenta»

«Mis nuevas canciones me llevaron a Surfin’ Bichos sin darme cuenta» / Alberto García Saleh

¿Qué sucedió para que se disolviera Surfin’ Bichos? Se dice que fue por la funesta promoción que hizo vuestra compañía con Hermanos carnales.

Por eso solo no fue. Venía tiempo acumulando numerosas cosas, momentos chungos que no supe gestionar correctamente. Estaba sobrepasado. Jugó también una situación personal complicada. Aunque eso que comentas fue un factor importante para el desencanto general del grupo puesto que se había puesto tantas esperanzas. La industria funciona así. Te insufla esperanzas para que tú tires del carro, a veces de una forma un poco desmedida. Y si tú eres muy joven y te lo crees te llevas una tremenda decepción. Aunque a veces es el propio entusiasmo de la gente con la que estás trabajando, de la industria. Ellos tienen esa certeza también de que vamos a funcionar, pero piratillas y tiburones siempre hay en todos los negocios, y en este hay muchos. Y fue lo que ocurrió en ese momento, con aquella gira fallida continuada. Pero aquello fue un factor más en el conjunto.

La crítica, sobre todo el Rock de Lux, los elevó a los altares. Desde mi puto de vista Surfin’ Bicho fue único grupo español de noise de los noventa que se puede equiparar a las grandes bandas anglosajonas.

Se nos empezó a hacer caso antes en el Ruta 66, pero es verdad que el Rock de Lux nos adoptó después. También Radio 3 nos apoyó mucho. En general toda la prensa de este país, como el público más exigente o avezado también. Nunca hemos sido superventas, pero hemos dejado un pozo muy grande en todo el país, y por eso seguimos tanto tiempo. Teníamos simplemente un apoyo consistente que se ha demostrado a lo largo de los años.

El tema de las drogas siempre fue una amenaza en los noventa. ¿Hay mucha diferencias con respecto a ahora?

Tengo que decir que sigue siendo igual (se ríe). En aquel momento, como en toda la sociedad, lo que ocurría con las drogas lúdicas es que había menos información. Pero ahora sigue habiendo la misma droga y funciona a unos niveles parecidos. Uno puede optar por usarla o no usarla. Pero la droga se usa socialmente y económicamente, igual que el sexo. Como decía Perry Farrel, de Jane’s Addiction, las drogas son como el mar, no son muy buenas ni muy malas, depende de lo que tú hagas en ellas. Te puedes ahogar o no. Tú decides, pero te tienes que meter y nadar. Es muy complicado mantenerte al margen en este mundo. Pero puedes ir nadando en el mar.

«Nunca hemos sido grandes ventas, pero hemos sobrevivido por el público más avezado»

De Surfin’ Bichos siempre me llamó la atención la dicotomía entre algunas melodías inocentes con letras duras sobre muerte o suicidio como Un alud de septiembre o Sonidos.

Sí, siempre ha sido marca de la casa. En el caso de Un alud de septiembre es, además, una especie de bolero con esa letra de lo que se siente al morir y que en ese caso habla por medio del suicido. Es mi forma de componer, y en el carácter de Surfin’ y Chucho esa paradoja es continua. Como sucede con el contraste entre lo espiritual y el onanismo, o las tripas y lo majestuoso. Estas dicotomías están continuamente ahí, la forma dulce musical diciendo cosas extremas. Hay otras más abiertamente extremas, más punks, puesto que somos de esa generación. Y está dentro de nuestro carácter totalmente y así sigue siendo en este disco que tampoco diría que es más calmado que los de entonces. Tiene un carácter también bastante arrebatado. Todas las canciones son el mismo animal en distintas situaciones, el mismo bicho.

Otro tema curioso es Luz de Mediterráneo, medio folclórica.

También tiene retazos de nuestros primeros discos. En él noto la conexión del arreglo de Fuerte en oómo comienza la canción, con la parte final que se oye con mandolinas, tiene ese punto de unión. Son totalmente distintas y solo se dan la mano ahí. Es un guiño. Pero cuando yo hice ese arreglo de bandurrias no pensaba que coincidiese. Ese arreglo está porque lo pide la canción. Esta canción surgió porque yo había vivido diez años en Barcelona al lado del mar. Y, de repente, me había ido al caserón de mi familia en mi pueblo para escribir un libro que me habían encargado, una novela que voy a sacar en la editorial Contra en la que todos los personajes son de mis canciones de todas las épocas y en la que se incluye las letras de todas mis canciones y referencias entre ellas o situaciones que aparecen en una u otra canción. Pero en la sierra de Albacete, en pleno encierro, notaba la nostalgia del mar y desde ese momento sabes que es el germen, la chispa de esa canción, aunque habla también del amor y la infancia, y de una especie de deseo por el aire en general como metáfora de la libertad.

Otra característica de Surfin’ Bichos es el sexo explícito con tecanciones como ¿Qué clase de animal? o Escocido, llegando al incesto y la sodomía en Fuerte.

Yo no pretendía no ofender. Yo lo que quería era ofender en el sentido de despertar la conciencia moral. En los años en que escribí aquello, muchos coetáneos míos si utilizaban esa forma de escribir misógina. Formaba parte de aquello de chicas, sexo y rock and roll. Y yo aquello, por lo que sea, no lo reflejo. Pocas canciones mías sería reprochables hoy. Mis canciones admiten el revisionismo actual. Yo diría que casi todas, en 300 canciones que tengo escritas. El hecho de que haya una imbricación entre el sexo y el dinero es algo de toda la vida y quien niegue eso es ciego. Esas canciones tan solo reflejan la realidad.

¿Qué le parece el proyecto de su hija Lea Leone?

Yo ya tengo todo el disco. Y, con la mano en el corazón, yo te digo que es mejor el disco de Lea Leone que el de Surfin’ Bichos. Pero es que el disco de Lea Leone es mejor que cualquiera que yo haya escuchado de música española y parte del extranjero. Es mucho más reposado, pero tiene una profundidad y una madurez impresionante. Está mal que yo lo digo porque es mi hija. Pero es bestial. Hará la jugada de ir sacando adelantos tras adelantos para que no se pierdan los temas en este post-capitalismo absurdo. Pero el disco saldrá al final de año.

«Las paradojas siempre han sido mi marca de casa, los contrastes continuos en Chucho o Surfin’»

¿Su sonido tiene que ver con lo que usted ha hecho?

Tiene que ver en cierto carácter doliente y muy poético. Pero ni en la forma de escribir ni en la de componer se parece a lo que yo he hecho nunca. Para entendernos, lo que hace Natalia se parece más a Nacho Vegas que a mí. Con elementos de Joni Mitchell, Weyes Blood o Leonard Cohen.

Surfin’ Bichos sólo tocaron una vez en Gran Canaria. Fue en el pub La Calle durante la gira del disco Hermanos carnales en el años 1992. ¿Lo recuerda?

Sí, fue una época muy intensa. Luego estuve en Tenerife con Chucho. Pero desde el concierto de La Calle no he vuelto a tocar en Gran Canaria, pero me gustaría.

¿Habrá más disco de Surfin’ Bichos a partir de ahora?

No lo sé. No tengo ni idea. Depende de las circunstancias. Seguiré haciendo canciones y el momento, el feeling, lo personal o la coherencia dirá cómo las grabo, si con Surfin’, con Chucho o con mi hija. No está planteado. En Más allá hay cuatro canciones con coros de Isabel León. Pero a ella no le gusta actuar en directo. Nunca le gustó. Por tanto los coros de las canciones tanto del disco nuevo como de las antiguas la va a hacer mi hija, Lea Leone, para el concierto de presentación de Madrid.

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