Literatura

'Historias contadas al oído' entre Canarias y el Sáhara Occidental

Los periodistas Nicolás Castellano y Ebbaba Hameida entablan una conversación sobre conflictos, migraciones y derechos humanos en el último libro de la colección Voces de 'Revista 5W' que ayer se presentaba en Las Palmas de Gran Canaria

Ebbaba Hameida y Nicolás Castellano durante el proceso de elaboración de 'Historias contadas al oído'.

Ebbaba Hameida y Nicolás Castellano durante el proceso de elaboración de 'Historias contadas al oído'. / Revista 5W

Martina Andrés

Martina Andrés

«¿Cuántos enviados especiales han mandado a Senegal, a Mauritania o a Mali? No podemos contar las migraciones solo diciendo el qué, y el qué es que llegan cien o doscientas personas. Y encima, borramos la palabra personas».

La carpa Víctor Jara en la Plaza de San Telmo de la capital grancanaria se llenaba ayer de gente para escuchar a Ebbaba Hameida y Nicolás Castellano en la feria Gran Canaria Solidaria. La periodista saharaui criticaba la deshumanización por parte de los medios de comunicación a la hora de contar los movimientos de personas, la falta de profundización en el contexto de los países de origen, la tendencia a quedarse en las llegadas, la habitual narrativa en la que no se incluye qué ocurre después y qué aporta la migración a la sociedad. «Los excluimos completamente del día a día. Estas personas que llegan desaparecen de nuestra sociedad y de nuestras esferas».

El periodista grancanario complementaba sus palabras: «Todas las personas que han llegado en patera o saltando las vallas a España desde 1988, cuando está documentada la primera patera en las costas de Cádiz, suponen menos del 1% de la llegada de población foránea a España. La presencia mediática de ese 1% es del 99% frente a la normalidad de la gente que se instala entre nosotros, que son nuestros vecinos, nuestros novios o novias, las personas que cuidan a nuestros mayores, que son ingenieros, abogados... Los medios solemos representar las migraciones como la migración pobre y desgraciada que cruza fronteras de manera irregular. Y no es así».

Con el también periodista Pepe Naranjo moderando la conversación, Castellano, que realizó su primera gran cobertura en el Sáhara, y Hameida, que realizó la suya en las Islas Canarias, intercambiaron palabras y pareceres sobre la profesión, la mística de la guerra o los movimientos de personas, tal y como hacen en Historias contadas al oído, el último libro de la Revista 5W, medio referente del periodismo internacional en España.

Ejemplar de 'Historias contadas al oído' editado por Revista 5W.

Ejemplar de 'Historias contadas al oído' editado por Revista 5W. / Revista 5W

Este octavo volumen de la colección Voces —en la que el diálogo está siempre presente como forma de desentrañar las complejidades de la realidad— arranca con una explosión: el estallido mental que experimenta Nico Castellano cuando llega a la frontera de Polonia con Ucrania al inicio del conflicto. «Estaba llena de voluntarios con mantas, peluches, payasos para jugar con los niños, psicólogos, comida caliente... Yo eso nunca lo he visto en Arguineguín», indicaba el periodista grancanario.

La contradicción se ve reflejada en los hechos y también en las cifras. Tal y como indicaba Castellano, cuando empezó la invasión rusa, llegaron 165.00 ucranianos a España en cuatro meses. «Supone más o menos lo que ha llegado a Canarias en patera en los últimos nueve años. ¿Ustedes vieron comentarios como "llegada masiva", "avalancha", "nos quitan el puesto en el centro de salud", "nos quitan plazas en el colegio para los niños"? Hay un sesgo de racismo y de color».

El periodista, además de hacer responsables a los medios de comunicación de esta doble vara de medir que parece cambiar dependiendo de los ingresos y el color de piel de las personas, también señalaba, haciendo alusión a la actualidad de las últimas semanas en el Archipiélago, a los responsables institucionales y su lenguaje: «No está "desbordado" El Hierro. Yo he estado en El Hierro y es mentira. La mayoría de migrantes no pasan ni cinco horas en El Hierro. Se bajan del cayuco en La Restinga, los meten en guagua al Puerto de La Estaca y allí las patrulleras grandes de la Guardia Civil o los ferrys los llevan a Tenerife (...) Hay que normalizar las derivaciones a la Península. Son personas, tienen derechos», reivindicaba.

«No somos reporteros de guerra»

A pesar de que ambos reporteros han estado presentes en diferentes conflictos y catástrofes alrededor del mundo, tanto Hameida como Castellano dejaron claro el mismo mensaje: «No somos reporteros de guerra». Porque a pesar de los chalecos antibalas y los cascos, su mirada «no es la de los reporteros tradicionales en front line», precisaba el periodista canario. «Nos interesa la guerra de los vivos. Nos interesa la guerra de las personas mayores que no pueden elegir abandonar su país porque están postradas en una cama, la guerra de quedarse en los hospitales a salvar niños que no pueden dejar la UCI porque no pueden ser desplazados en ambulancia, la guerra de los voluntarios que reparten comidas y medicamentos a esas personas que no quieren abandonar su tierra... Esta es la mirada que intentamos aplicar».

Pero la lucha es continua: por mucho que se ponga el foco en el lugar adecuado, es imposible hacerle mirar al que no quiere ver. Antes era —y sigue siendo— Ucrania, después fue el terremoto de Marruecos, ahora es Gaza: el interés de la sociedad aparece cuando hay picos dramáticos. Después, el silencio: los conflictos se abandonan, como si dejaran de existir. El foco mediático desaparece hasta que tiene que volver meses después porque hay un nuevo pico dramático. ¿Acaso se puede entender el mundo a fogonazos?

Para comprender y profundizar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, sirve la labor que hacen periodistas como Ebbaba Hameida, Nicolás Castellano o Pepe Naranjo. Pero ellos mismos lo dejan claro: no son héroes de ningún tipo, no pueden cambiar el mundo. «Somos trabajadores de una empresa, unos trabajadores más. Por nuestra formación somos un poco más idealistas y aspiramos a que nuestras crónicas en profundidad ayuden a entender lo que está pasando (...) Nosotros no cambiamos el conflicto. Pero cada uno de nosotros sí tiene la responsabilidad de ejercer el oficio con la ética, los principios, la formación y el sentido que nos obliga», reflexionaba el periodista canario. «Antes pensaba que el periodismo podía cambiar las cosas. Ahora asumo que no. Pero lo que hago es mi forma de dormir todas las noches con la conciencia tranquila», concluía la periodista saharaui.