Yacimientos arqueológicos | 50 Aniversario de la Declaración de Bien de Interés Cultural

El Valle del descanso indígena

Medio siglo después de su declaración como BIC, el Maipés de Agaete atrae 20.000 visitantes al año

La Necrópolis del Maipés

JC Guerra

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

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Hace 3.000 años un pequeño volcán llamado Jabelobo, ubicado por donde hoy se encuentra La Culata, erupcionó alfombrando de malpaís el Valle de Agaete en su camino al mar. Ahí, al oreo tres milenios después, se encuentra el Maipés, una necrópolis negro azabache salpicada de afiladas piedras basálticas en la que los antiguos canarios enterraron desde hace trece siglos a los suyos en estructuras tumulares, formando un valle de descanso eterno declarado Bien de Interés Cultural hace ahora medio siglo.

Caen garujas durante la mañana desde un cielo gris perla que, mixturado por el pinar de Tamadaba en las alturas, el intenso verde de los riscos y, a ras de suelo por las trebolinas amarillas que comienzan a despertar, dibujan un contraste asombroso en el ya de por sí muy embaucador paisaje del valle.

Los imperturbables túmulos, de entre los tres y los siete metros de altura, rematan el onírico cuadro bajo un silencio sepulcral que es de repente roto por las cencerras finas de un ganado de cabras que corre enfocado sobre los taliscos degollada abajo, enfilando exactamente el mismo camino que siempre rumbiaron antes de la entrada de los europeos en las islas.

Ahí están balando desde lo alto a unas tumbas levantadas sobre un cajón abierto en la superficie y tapado con teniques alargados para crear una falsa cúpula cubierta con forma de torreta. Sobre ésta, una única piedra con los colores propios del hierro hecho ferruge distinguía el ornato.

Cistas y túmulos

Ese cajón es la cista, de tamaño variable según la complexión y estatura del finado, y el tamaño y mimo de su cubierta, el túmulo en sí mismo, «dependía probablemente de la importancia social de la persona sepultada», según se desprende de las investigaciones que durante décadas se han dedicado al que está considerado como la segunda necrópolis más importante del archipiélago, tras la no menos espectacular de Arteara.

Hoy el yacimiento cuenta con parque arqueológico propio, tras un recorrido tumultuoso para lograrlo que se inicia en el año 2003, cuando el Cabildo de Gran Canaria adjudicaba las obras.

Con periodos de paralización, e incluso abandono de los trabajos, y con los consecuentes actos vandálicos de por medio en el edificio que acoge el centro de interpretación, se intenta abrir en 2005 y luego en 2010, ambos fallidos, hasta que por fin se logra en abril de 2013.

Lo que encuentra el visitante a lo largo de su superficie, de alrededor mil metros cuadrados en la que se localizan unas 700 tumbas, es un paseo sobre unas planchas de acero corten con estratégicas paradas en las que unos paneles informativos van contextualizando, y sacando a la luz, lo que a simple vista parece el caótico capricho geológico del Jabelobo.

La Necrópolis del Maipés, en Agaete

La Necrópolis del Maipés, en Agaete / JC Guerra

Vuelo panorámico

El diseño del arquitecto Miguel Saavedra convierte el recorrido en una suerte de ‘vuelo’ panorámico en el que se flota hasta los tiempos de los antiguos canarios, a lo que hay que imaginar transitando por el piso imposible poniendo en orden el sueño de los muertos sobre el rebumbio basáltico, mientras que por las veredas de enfrente suben y bajan indígenas cargados con las herramientas que dan forma a los molinos de mano que se extraían de los cantiles de toba ubicados en La Calera, muy cerca de la urbanización La Suerte, o quizá rumbo a Berbique, el imposible poblamiento en cueva que cuelga en acantilado de Roque Bermejo, camino de Tamadaba, y sobre lo que hoy es Vecindad de Enfrente.

Y, también el va y viene rián a la costa, hacia la marea azul en la que pescaban y marisqueaban los antiguos formando otro nudo de caminos que convergían en la sede de Guanartemato, en la Agáldar capital, la que ostenta una de las joyas de la corona arqueológica prehispánica, con Cueva Pintada y su entorno.

Gran atractivo

El Parque Arqueológico del Maipés, cuando cumple una década de su apertura, se ha ido consolidando como uno de los principales atractivos del norte insular, no en balde, según las cifras que aporta el director de Arqueocanaria, Valentín Barroso, cada año ‘sobrevuelan’ sobre sus enigmáticos túmulos unos 20.000 visitantes, la mayor parte foráneos.

Para celebrar estas dos efemérides, la pasada semana se descubría una placa en el propio recinto del Valle de Agaete que conmemora el medio siglo como Bien de Interés Cultural, lo que incluía una visita guiada por la arqueóloga Consuelo Marrero Quevedo, y en una jornada que culminaba con los Conversatorios del Maipés, en el que participaba el propio arquitecto Miguel Saavedra, el arqueólogo Valentín Barroso y el también arqueólogo e Inspector de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria, José Juan Guillén Medina.

La Necrópolis del Maipés, en Agaete

La Necrópolis del Maipés, en Agaete / JC Guerra

Intervención

Allí se auguraba un futuro consolidado para el recinto. Así, en estos momentos se encuentra en plena intervención en la zona de recepción, con la construcción a cargo de los trabajadores Sebastián García y Pedro Hernández, de Gesplan, de una pérgola con sus respectivos bancos para convertir la llegada en una experiencia más cómoda gracias a una cubierta para asocarse del sol y la lluvia y que estará finalizada en el plazo de un mes.

Tras esto se realizará otra inversión de más de 100.000 euros para la mejora del centro de interpretación existente y también para integrar una estructura que en principio estaba destinada a configurarse como la casa del café de Agaete, algo que nunca se llegó a ejecutar, en un nuevo espacio en el que se ofrezca a los visitantes mediante paneles y otros soportes audiovisuales un detallado recorrido por las distintas formas de enterramientos indígenas en la isla de Gran Canaria, «en una visión global», como explica Valentín Barroso, «que contemple sus distintas formas, ya sea en cuevas o en túmulo, cómo confeccionaban las momias, o que visibilice los trabajos que se realizan mediante el análisis del ADN o el carbono 14 para estudiar tanto las diferencias sociales que se apreciaban en el tratamiento de los muertos como su datación temporal».

También se incidirá en ofrecer una visita tanto educativa como contemplativa e incluso lúdica, configurando el parque con un aula didáctica que englobe un museo, una cafetería con máquinas de vending que incluya una terraza «donde disfrutar de las vistas con un bocadillo y un refresco», así como un escenario donde se puedan realizar diferentes actividades.

El proyecto, que ya está redactado, «y que debe empezar y acabar durante este año 2023», según subraya el arqueólogo, incluye una mejora de los caminos y el trazado de algunos nuevos, así como la instalación de bancos.

La Necrópolis del Maipés, en Agaete

La Necrópolis del Maipés, en Agaete / JC Guerra

Trasiego constante

Pero lleguen o se ejecuten obras, el trasiego en el recinto es constante, convirtiendo la necrópolis en un paisaje animado en el que se suceden las entradas de grupos de estudiantes, así como una gran cantidad de turistas y, en menor medida, personal de la tierra, esto último a pesar de los precios de una entrada, de solo 3 euros, que permite al residente disfrutar de la necrópolis del Maipés accediendo al parque todas las veces que lo desee a lo largo de un año.

Para más detalle, el recinto permanece abierto de martes a domingo desde las 10.00 a las 17.00 horas, en horario de invierno, y hasta las 18.00 horas en verano. Además, según indica Barroso, Arqueocanaria mantiene una política de horarios flexibles para adaptarse a las necesidades de grupos numerosos, o incluso para sincronizarlo para la llegada de cruceros.

Otros alicientes que hacen inexcusable su visita es la posibilidad de adquirir unos bonos emitidos por el Cabildo que combinan la entrada varios yacimientos de la isla. Así, por un tíquet de 5 euros es posible entrar en el Maipés así como en el cercano Cenobio de Valerón, en el municipio de Santa María de Guía. Y por 10 euros, otro combinado, al que a los dos ya citados se les añade la necrópolis de Arteara, ubicada en San Bartolomé de Tirajana, así como el yacimiento arqueológico de La Cañada de Los Gatos, que se encuentra en plena urbanización de Playa de Mogán, en la vertiente izquierda del barranco.

En la imagen superior, una solitaria cabra recorre el camino de Tamadaba a la costa de Agaete justo por encima de la necrópolis del Maipés, como también lo hiciera el ganado caprino en la misma zona desde antes de la Conquista. Debajo, vista del yacimiento y su centro de interpretación. Al lado, uno de los grandes túmulos funerarios del recinto, rematado por una piedra de color, tal como hacían los antiguos canarios para rematar las tumbas, junto con una imagen del Valle y los acantilados que dibujan el macizo de Tamadaba.

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En Yacimiento del Maipés fue declarado en 1974 Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica. A sus tesoros arqueológicos, propios de la que se considera una de las necrópolis más extensas de Canarias, se añade sus características geológicas, ya que se encuentra prácticamente camuflado sobre la colada del volcán Jabelobo, desde el que se observa el Parque Natural de Tamadaba y el impresionante Valle de Agaete.

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El Maipés recibe el nombre por encontrarse en pleno malpaís, una superficie caótica dibujada por la colada en la que también se encuentras bombas volcánicas entre las que se disponen cerca de 700 tumbas prehispánicas y cuyas dataciones sitúan sus primeras ocupaciones a más de 1.300 años.

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El Parque Arqueológico del Maipés, dispone de un centro de interpretación en el que una sucesión de paneles y maquetas explican los hallazgos realizados durante años de investigaciones en el recinto en varios idiomas, y según resalta el Cabildo de Gran Canaria, sus accesos y senderos se encuentran habilitados para las personas con movilidad reducida.

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El Parque Arqueológico del Maipés, situado en la vía que lleva al Valle de Agaete, abre de martes a domingo de 10.00 a 17.00 horas. El precio de la entrada para los residentes es de 3 euros, y permite el acceso al recinto durante todo el año las veces que se desee. Además hay bonos combinados para visitar otros yacimientos insulares.

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