El reino de los helados artesanales está en Playa de Arinaga

Antonio Goyes se ha convertido en referente del sector en la isla desde su modesto negocio, Helados Ártico

Lleva abierto más de dos décadas con 90 golosas variedades

En un medio escrito se pueden trasladar muchas emociones, sensaciones, visualizaciones. No se incluye la del gusto, hasta que se transmite la posibilidad de imaginar lo que supone al paladar saborear la untuosidad fresquita de un cremoso helado de turrón puro, artesanal, con tropezones del mismo turrón y almendras; un chocolate que al probarlo refresca a la par que hace recorrer esa sensación de un cremoso manjar negro de origen puro que se derrite mientras se saborea entre lengua y paladar poco a poco. El helado fiesta, el mejor para estos días de calor sofocante. Duros o medio derretidos, el de mango, la mezcla de fresa y coco, o el de higo chumbo extraído de la misma pulpa de la fruta, son una ínfima muestra. 

Así hasta 90 sabores que salen de la heladería artesanal Ártico de Arinaga a través de su creador, Antonio Goyes, o Antonio el de los helados, como es popularmente conocido, donde las colas son enormes a diario. Junto a él, su mujer, Andrea Romero, su cómplice en todo el negocio y vida. 

Es un empresario altruista, buena gente, con más de 20 años que lo avalan. Es hoy por hoy el referente de este postre o capricho reclamado en todo el Sureste grancanario y resto de las islas. Y empezó tocando una trompetilla anunciando al heladero en playas del Sur con una nevera.

Miles de vasos cada día

Niños del colegio, abuelos con sus nietos, jóvenes y no tanto llenan a diario y hacen colas en el pequeño puesto de los helados Ártico, que por dar un dato, vende de 2.000 a 3.000 vasitos al día. El viernes coincidió una familia que llegaba de la capital grancanaria. Unos diez miembros que hicieron parada obligatoria en esta señera heladería, que con el boca a boca se ha hecho de las más populares en la isla.

Su dueño, Antonio, reconoce que «trabajo de lunes a lunes y esto se desborda por días. Más en verano. Requieren pedidos de otras islas, pero al ser autónomo no me llega la infraestructura. De hecho, estos empresarios vienen con sus furgones refrigerados para llevarse los pedidos a otras islas», dice. Aún así, sigue adelante.

Es un bonachón y siempre ha regalado los helados a quien no podía pagarlos. «Veo a niños en la puerta mirando la nevera y les saco un cucurucho gratis. Luego a veces vienen las madres a pagarme, y se lo rechazo. Porque soy así y aquí estamos tres días, como quien dice».

Moneda extranjera

Otra curiosidad que guarda el empresario autónomo fue cuando, antes de entrar en vigor el euro como moneda oficial en Europa, «eran muchos los que venían a comprar con monedas de otros países, marcos, liras, francos». Qué pasaba, todo ocurría a raíz del sector al que se dedicaba mayoritariamente la población del Sureste: servicios. Allí recibían propinas en monedas extranjeras, «y con esas venían a pagarme. Yo se las aceptaba, aunque ni sabía el valor que tenían». Fue su gran hallazgo y descubrimiento que ahora le hace evadirse y coleccionarlas. Es muy importante para Antonio el de los helados su grandiosa colección de las monedas extranjeras que acumuló y ahora selecciona. Este fue uno de sus grandes hallazgos, pero el mejor es la agricultura. Le brillan los ojos al decir que se considera un enamorado del campo y ve su retiro en la agricultura.   

Heladería Ártico en playa de Arinaga.

Heladería Ártico en playa de Arinaga. / JOSÉ PÉREZ CURBELO

 Empezó vendiendo helados tocando una trompetilla en las playas del Sur, tras copiar una de las neveras que le realizó un amigo, que con su don de gente, logró que le elaboraran, mejor que la de la competencia.  

Había calculado durante una hora los helados que vendían sus colegas. Hizo números y dijo: «Esto es rentable». Ahí inició una carrera para encumbrarlo y que sacó adelante posteriormente con la ayuda de su ex suegro, ya fallecido, y pastelero de la pastelería Colomar, Fernando Creus Acosta, quien entre otras, elaboró una tarta para SSMM los Reyes eméritos. 

Además de ser el creador de los croisant, Creus arrastró al marido de su hija al mundo de la pastelería, y de ahí dio el salto a la elaboración de helados, rememora Antonio, uniendo recetas de pastelería a sus helados artesanales.

Receta secreta

No desvela sus secretos en sus elaboraciones, pero asegura que no hay otros iguales en toda la isla. «Voy innovando y agregando ideas y componentes, todos naturales, y eso le confiere su particular calidad. El turrón es de los favoritos, aunque el fiesta es el que más se vende por su frescura. No añade aditivos ni colorantes y todo es natural», explica. En su actual puesto solo caben 26 bandejas de distintos tipos de helados, «que reponemos continuamente porque se agotan. Solo se ven 26 de los 90 helados que produce diariamente la heladería Ártico porque «no caben más».

 No piensa en expandirse. Es un negocio «donde no hay muchos profesionales artesanales» y con tristeza reseña que su negocio no tendrá continuidad. Tiene una hija con su actual esposa que es química y ya piensa que no habrá sucesor.

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