Entrevista | Juan Antonio Hernández Ingeniero agrónomo y creador del bosque comestible del Parque Central de Adeje

«Mi reto es reverdecer Canarias: transformar el desierto en un vergel»

Juan Antonio Hernández, especialista de Naciones Unidas en bosques comestibles y bosques productivos.

Juan Antonio Hernández, especialista de Naciones Unidas en bosques comestibles y bosques productivos. / María Pisaca Gámez

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

El ingeniero agrónomo Juan Antonio Hernández (La Orotava, 1952) lleva toda una vida trabajando como asesor de Naciones Unidas en América y África. En un taller organizado por el Cabildo de Gran Canaria y Foresta, promueve los bosques comestibles en Canarias, como el que ha creado en Adeje sobre un erial que, en apenas cuatro años, ha convertido en un vergel que produce toneladas de productos y alimentos.

Que se comen los bosques, dice usted.

Pues sí, y no solo se comen, sino que por la cantidad de materias primas que ofrecen, estamos hablando de también de bosques productivos, que se logran aprovechando las bondades que los bosques naturales nos aportan, de forma que podemos potenciar esas cualidades colocando elementos comestibles y productivos en un mismo sitio.

¿Cómo cuales?

Principalmente lo que hacemos es un bosque artificial imitando a los naturales en los que introducimos muchos frutales y luego especies que dan esencialmente madera o fibra, como por ejemplo el nim (Azadirachta indica), un árbol originario de India y ya introducido en todos los continentes.

¿Qué ofrece el nim?

Bueno, el nim es un ejemplo de otros muchos, pero en esta caso se trata de un árbol medicinal, que al mismo tiempo es muy maderable, con una madera muy parecida a la caoba, y que tiene propiedades insecticidas y orgánicas. Es decir, nos ofrece mucha biomasa y cuatro multifunciones ideales para meter en el sistema del bosque. Son este tipo de árboles los que seleccionamos por sus multifunciones para así mejorar la productividad de materias y alimentos.

 ¿Esa práctica no implicaría introducir especies foráneas?

 Hay que subrayar que en Canarias ya hay miles de especies introducidas desde la Conquista. El Jardín Botánico de La Orotava existe desde hace muchos años, y en estos bosques utilizamos solo especies que ya están en las islas y debidamente controladas. No recurrimos nunca a una invasiva.

¿Existe en Canarias un modelo de bosque comestible?

Sí. El primero se hizo hace seis años y algo en El Tablero de Santa Cruz, por una iniciativa de la asociación Domitila Hernández. Y luego un segundo en Adeje, hace cuatro años, en el Parque Central. Imagine el parque Santa Catalina convertido en algo productivo, pues así es el parque de Adeje.

¿Uno entra y sale comido?

Pues mire, de allí salen muchos alimentos. Es una mezcla de agricultura y silvicultura a través de la cual de allí se han generado más de 25 toneladas de productos.

¿Cómo cuáles?

Son frutas, tanto de aquí como tropicales, hortalizas, hierbas aromáticas, medicinales... Le explico, el parque es apenas todavía un bebé de cuatro años, pero en realidad es un gigante que, con árboles de más de 15 metros de altura, cobija una gran abundancia de cultivos, y todo lo que de él se extrae se lleva al Banco de Alimentos y a las familias necesitadas. De hecho, en la época de la pandemia ayudó a mucha gente.

Y si es un espacio público, ¿quién lo explota?

 Lo explota una empresa municipal. Se construyó sobre una hectárea y media de terreno baldío, arcilloso y pedregoso, y ahora se está preparando una hectárea más que se ha convertido en un eco-oasis que su vez, hoy funciona como un centro ocupacional y escuela de aprendizaje en el que se recibe a alumnos, desde primaria a la universidad. Le puedo decir que el otro día estábamos impartiendo un taller y unas personas que estaban de viaje nos pararon para confesarnos que estaban alucinando por la belleza que ofrece.

¿Cómo surgió la idea?

Una de las veces que vine a Tenerife desde Ecuador, donde trabajo con Naciones Unidas, le dije a mi amigo José Luis Figueroa, que llevaba la dirección del Domitila, que lo invitaba a un taller que iba a realizar en la costa del Pacífico en Ecuador, para que participara en ese foro internacional. A la vuelta me enseña el proyecto de la asociación Domitila Hernández y con ello luego le proponemos al alcalde de Adeje, José Miguel Rodríguez Fraga, hacer algo similar en su municipio. Le encantó, y a la semana siguiente ya empezamos el proyecto. Fue una reunión de apenas media hora, en la que rápidamente dijo adelante.

¿Sobre qué parcela?

Se daba la coyuntura que la empresa consignataria que gestionaba ese parque lo mantenía cerrado, y fue una gran oportunidad para recuperar ese espacio.

 Y dígame, ¿qué se necesita para montar un buen bosque con sorpresas?

Aunque parezca increíble se puede ejecutar en unos pocos metros cuadrados, pero también en cientos de hectáreas. Par ello se requieren especies vegetales nativas, combinadas con productivas, comestibles y el conocimiento para fusionar todo.

Que no será poco...

 Bueno, hay que subrayar que la agricultura no existía en el planeta tierra hasta que todo salió del bosque. Aquí, en los bosques comestibles, hay que hablar de las diferentes técnicas que los maestros en esta materia en concreto han trazado desde hace más de 50 años, como Bill Morrison, con la permacultura; o el creador de la llamada Forestería Análoga, Ranil Senanayake, de Sri Lanka.

¿Existe algún sistema de este tipo en el mundo?

Varios, pero le cito uno en concreto, el de la hacienda de Ernst Götsch en Piraí do Norte, al sur de Bahía, Brasil. Se trata de un suizo, agricultor e investigador que aplica un sistema propio que denomina agricultura sintrópica. Ernst Götsch empezó trabajando en el centro de investigación Zurich-Reckenholz en mejoramiento genético, pero se planteó si no era mejor potenciar las condiciones ambientales de las plantas antes que hacerlas genéticamente más fuertes. Convencido de ello, renuncia a su plaza de investigador, y con esa idea se fue a Costa Rica a impartir agricultura sostenible en un campo de refugiados nicaragüenses durante la guerra civil, hasta que en 1982 se instala en Brasil y compra 500 hectáreas de la deforestada Fugidos da Terra Seca, pero que hoy se conoce como Ojos de Agua, o Olhos D´Água, porque tras tratar esa finca han rebrotado los manantiales y ahora, 30 años después, es una de las más fantásticas plantaciones del planeta, un vergel increíble del que sale uno de los más cotizados café y cacao del mundo.

Dice usted que en la isla de Gran Canaria no hay ninguno, pero ¿conoce alguna iniciativa para crearlos?

Existe un grupo de personas en la isla que se dedica también a la agricultura sintrópica que se ha empezado a mover. Y es algo que necesitamos por esta grave situación de anomalías climáticas. Pero es que además implica crear puestos de trabajo, producir alimentos y generar desarrollo sostenible. Yo acabo de llegar del Amazonas, del altiplano y también de Pasto, en el departamento de Nariño, en el sur de Colombia, que se encuentra a casi 3.000 metros de altitud, impartiendo talleres para incrementar la seguridad alimentaria en esas comunidades, con 20 a 30 personas en cada taller, de tres días cada uno, y hemos logrado crear un sistema de bosques de entre 400 a 600 metros cuadrados, y ya hay un montón de gente replicando lo que han aprendido conmigo en América y ahora lo intento en las islas.

¿Y qué reto se marca?

Ahora que ya estoy jubilado, mi reto es reverdecer Canarias, transformar el desierto en un vergel. Por ejemplo, la isla de Gran Canaria tenía unos bosques preciosos y solo le quedará un 20 por ciento de ellos. Perdió prácticamente toda su laurisilva y ahí estaría el objetivo, recuperarlo a la vez que se crea riqueza y se protege el medio insular ante las nuevas realidades climáticas, de ahí que esté invitando a todas las administraciones, ahora que ya estoy jubilado, para ofrecerles entre todos un futuro digno a las siguientes generaciones.

Suscríbete para seguir leyendo