Valleseco

Fabes, morcilla y chorizo a treinta grados

La degustación de productos asturianos y el IX concurso de manzana reineta fueron los protagonistas de las fiestas

La alerta por altas temperaturas no frenó a los asistentes 

Fiesta de la Manzana en Valleseco

Carla Gil Alberiche

El día grande de las fiestas de la manzana en Valleseco llenó el municipio de ilusión y dedicación. Una feria de artesanía junto al IX concurso de manzanas reinetas fue la antesala a lo que vendría después: la degustación de productos asturianos con 50 kilos de fabes, 30 de panceta, 30 de chorizos, 20 de morcilla, 20 de queso y otros tanto kilos de chorizo a la sidra. La música y el humor acompañaron a la jornada dominical.

La situación de prealerta por altas temperaturas decretada por el Gobierno de Canarias para hoy no frenó a los vecinos de Valleseco, que esperaban con ilusión el día grande de las fiestas de la manzana en el municipio. El plato principal de la degustación estuvo conformado por 50 kilos de fabes, 30 de panceta, 30 de chorizos, 20 de morcilla, 20 de queso y otros tantos kilos de chorizo a la sidra, que estuvo acompañado de postres de manzanas para hacer referencia al día en el municipio. Una feria de artesanía desde primera hora de la jornada dominical y la presencia de grupos musicales fueron el entrante para un día en el que la manzana reinó con el IX concurso, la función religiosa y la posterior procesión de la Virgen de La Encarnación.

Toda una vida dedicada a la cosecha de frutas, y más concretamente a la manzana reineta. Un amor que le nació a una pronta edad y que le llevó a ser agricultor y comerciante, teniendo sus propias parcelas. «Durante 50 años tuve mi propio stand en el Mercado Central y también en Mercalaspalmas», confiesa Manuel Guerra, el ganador del IX concurso de manzanas de Valleseco. Después de llevar toda su vida cultivando, tras su jubilación, Manuel no quiso dejar de hacer lo que tanto amaba, por lo que por entretenimiento, cultiva manzanas en las parcelas cerca de su casa para un consumo propio. El cariño y la tranquilidad son algunos de los secretos que puede confesar, además de una pequeña dosis de mimo, que es lo que con el tiempo las hace crecer hasta llegar a obtener las dimensiones y el peso que le ha hecho conseguir premio en las nueve ediciones del concurso. 

Los dos hijos de Manuel, Óliver y Desirée Guerra, también comparten la pasión de su padre, pues tal y como rememoran, se han criado bajo los manzaneros con el bocadillo en la mano. «Eso nos ha creado un cariño a la naturaleza y a la tierra, motivo por el que todo ello, sin forzar a los árboles, ha hecho que también seamos galardonados», explica Óliver orgulloso. Su hermana Desirée, por su parte, tiene sus primeros recuerdos con el cultivo de la manzana en su niñez, empaquetando manzanas para que su padre se las llevara al Mercalaspalmas para venderlas. «Yo muchas veces me dedicaba a hacer la selección por tamaño, quitaba las que estaban feas e incluso llegué a ir con el para venderlas», confiesa. Sin embargo, también recuerda el sabor tan característico que tenían en aquel entonces y que hoy en día siguen manteniéndose, «un sabor característico que se usa para la sidra y la repostería de manzana». 

En esta edición, las bases del concurso cambiaron para ofrecer una mayor transparencia a la hora de dar los premios, que fueron de 100, 75 y 50€ para le primer, segundo y tercer puesto. En ellas, se aclaraba que se tenían que presentar cinco manzanas, y que uno de los requisitos era que a la hora de recogerlas estuviera presente un técnico, para comprobar que las manzanas eran de una cosecha propia, y no que se hubieran recogido en cualquier lugar. Además, era necesario presentar documentalmente la parcela en la que se había recogido el producto. Una decisión que generalmente a los vecinos les ha parecido bien, aunque estas bases han hecho que se presenten muchas menos personas, siendo cuatro los participantes. 

Juan del Pino Santana fue el que consiguió el segundo premio en el concurso de manzanas reinetas. Él, lleva veinte años dedicándose a la cosecha a través de una finca que compró y ahora, desde hace dos años, vende su producción a Spar, algo que agradece. «Antes de que el supermercado nos las comprara, había muchas veces que teníamos que tirarlas, porque había mucha producción y poca demanda», confiesa. Para Juan, el mimo no es el único ingrediente para sacar adelante la cosecha, pues bajo su punto de vista, aunque es un trabajo que adora, requiere mucho trabajo. Sin embargo, producirlas, venderlas y una vez al año participar en este concurso es algo que «da vidilla al pueblo», al igual que la degustación de platos asturianos, como lo es la fabada o el chorizo. 

Sin embargo, el concurso de la manzana reineta no fue el único protagonista en la jornada dominical, pues el día grande de las fiestas, que se centralizó en los alrededores de la iglesia de San Vicente Ferrer, también estuvo marcado por la degustación de una variedad de productos en el que la fabada y el chorizo a la sidra se llevaron la medalla de oro entre los asistentes. Desde antes de mediodía, los más precavidos se fueron acercando a un pequeño mostrador improvisado con mesas, en el que por un precio de tres euros, un ticket te aseguraba un plato en el que además de la fabada, se podía degustar queso, chorizo a la sidra, un pan y un vaso de zumo de manzana de Valleseco. Un almuerzo en condiciones para coger fuerzas y poder disfrutar de la música en directo, las actividades para los más pequeños y el humor de Omayra Cazorla

Desirée y Óliver Guerra han heredado la pasión de su padre por el cultivo de la manzana, resultando premiados

El chef Tito Salvador fue el que puso la voz cantante a la hora de dirigir y cocinar los platos que se ofrecieron, y aunque de profesión ya está jubilado, sigue echando una mano a los amigos y al ayuntamiento de Valleseco. «Mi especialidad es la fabada, aunque también hago bien los estofados y el mojo chino, que es carne de cerdo con sus vísceras, algo que hoy en día no se hace mucho». Desde las seis de la mañana se puso en pie para empezar a preparar la fabada, un plato que según explica trae detrás mucho trabajo y dedicación. «Tienen que estar 24 horas de remojo, y también lleva tres horas de cocción», confiesa. Un caldero que estaba previsto para 800 comensales, que no dudaron en probar la especialidad de Tito y su grupo de trabajo. 

Lagares

La fiesta de la manzana en Valleseco es un día especial para los vecinos por su significado, pues las cosechas en el municipio tienen una gran importancia. Antón Delgado, técnico agrícola del ayuntamiento de Valleseco e impulsor de la sidra, asegura que sólo en el municipio existen 8 lagares y 32 variedades de sidra. «Este año hay 8 lagares haciendo sidra, y los que menos cantidad han obtenido es de 2.000 litros, mientras que el que más ha conseguido hacer 9.000 litros. Además, según ha explicado Antón Delgado, sólo en Valleseco existen 22.000 manzanos «a ciencia exacta, porque el Cabildo hizo un censo durante seis meses y contaron 8.000 y el resto los ha ido trayendo el ayuntamiento», confirma. 

La fabada que se repartió llevaba cinco horas cocinándose y estaba prevista para 800 comensales

De este modo, entre manzanas de grandes dimensiones, degustaciones al estilo tradicional, música en directo y una misa y procesión, finalizó una jornada dominical en la que la presencia en familia fue protagonista, y en el que la diversión y la buena comida estuvo asegurada. En cuanto al IX concurso de manzanas, el primer premio se lo llevó Manuel Guerra, con un peso total de 3,079 kilos. El segundo, fue para Juan del Pino, que consiguió que la cosecha de cinco manzanas que presentó obtuviera un peso de 2,218 kilos, mientras que Desirée Guerra, la hija de Manuel Guerra y heredera de la pasión de las manzanas junto a su hermano Oliver, consiguió el tercer premio con un peso de 1,820 kilos. 

Un día marcado por la pasión que esconden los negocios de todos los que ayer estuvieron presente en los alrededores de la iglesia de San Vicente Ferrer de Valleseco, ya fuera los que participaron en la feria de artesanía, los productores de manzana, los que ofrecieron la música y la diversión, o los que como Tito Salvador, pese a estar jubilado, pusieron un granito de arena en cocinar para todos los comensales que se quisieron pasar por la plaza. Un día en el que tanto Valleseco como su gente fueron protagonistas

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