Entrevista | Antonio Gómez Gotor Catedrático de Ingeniería Química

Antonio Gómez: «Canarias tiene masa crítica suficiente para hacer bien las cosas»

El catedrático Antonio Gómez Gotor, impulsor de la creación de la ULPGC ha sido distinguido por el Cabildo de Gran Canaria con el Can de las Ciencias

Por sus aulas han desfilado generaciones de ingenieros isleños que han podido disfrutar de un precursor de la desalinización de agua, en la que hoy Canarias es referente mundial , y del potencial del hidrógeno como vector de las energías renovables

Antonio Gómez Gotor.

Antonio Gómez Gotor. / Andrés Cruz

Juanjo Jiménez

Juanjo Jiménez

¿Qué hace un señor de Albacete radicado en Canarias desde los años 60?

Acabo la carrera el 1 de octubre de 1966, y me voy a Madrid a realizar el doctorado con Ángel Llanos, y allí fue donde conocí a mi querida mujer, que es de La Aldea de San Nicolás, Chani Ruiz Saavedra, y ahí fue cuando me vine para Las Palmas.

Donde consta que deja una inmensa huella como docente de generaciones de ingenieros isleños.

Me meto en la enseñanza media. En el instituto Alonso Quesada en el curso 69-70. También le digo que una de las causas para venir a las islas era la presencia aquí de Joaquín Ocón, catedrático de Ingeniería Química. Joaquín había escrito el único libro en castellano en esa materia, Elementos de Ingeniería Química (Operaciones Básicas) y con él desarrollé el doctorado. Era una época en la que en la isla de Gran Canaria no existía aún la universidad, sino las Enseñanzas Técnicas Superiores. Allí empiezo a dar clases de primero y segundo en el curso 71-72.

Conserva usted una memoria de alta precisión. ¿Cómo lo hace profesor Gómez?

La memoria es una cuestión de no meter tonterías en la cabeza, de forma que lo que no te interesa lo dejas fuera para dar espacio a lo verdaderamente relevante.

Como el hecho de ser un precursor de la ingeniería química en las islas.

Bueno, me encuentro muy satisfecho de haber pasado mi vida aquí. Me considero más de Gran Canaria que del otro lado porque el hombre es de donde pace, no de donde nace.

Donde deja además una influencia fundamental en la desalación de agua, en la que Canarias después de décadas de desarrollo tiene el listón muy alto, todo un referente mundial en la materia.

Las islas tienen algo que decir en ello. En 2016 ofrecí un discurso inaugural sobre la historia de la desalación en Canarias en un congreso internacional...

¿Qué recuerda de esos inicios en los años 70, con la acuciante falta de agua que provocaba movilizaciones de la población y la búsqueda de la tecnología de vanguardia para suplir aquellas carencias?

Cuando yo me presento a la oposición a catedrático era la primera vez que aparecía en un currículum una lección sobre los procesos de membranas de ósmosis inversa, que ha resultado ser la evolución de esta tecnología. Al principio se hacía por destilación: se calentaba el agua hasta producir vapor, y éste se condensaba de forma que quedaba libre de sales. Pero esto conlleva un consumo energético muy grande. Hasta que unos sabios, unos tipos listos, desarrollan la tecnología de membrana, en la que se pasa el agua a altas presiones y la sal queda separada creando así el agua potable. Un hito de esta nueva tecnología tuvo lugar cuando se instala una planta piloto en el Hotel Santa Catalina de la capital grancanaria, y de esos tiempos a ahora, prácticamente todo lo realizado en este campo ha tirado de esa técnica.

"Hay suficiente energía renovable en el mundo para satisfacer todas nuestras necesidades"

¿Qué tiene que enseñar Canarias, si fuera el caso, a la Península, ahora que están sufriendo tantas restricciones por falta de abastecimiento?

Bueno, mientras en la Peninsular hay pantanos a lo bestia y ríos por todos lados, aquí se implantaban desde hace décadas unas modernas técnicas de ahorro, como el goteo, relegando el derroche del riego a manta, porque en este sentido hay que destacar que el mayor porcentaje del consumo se lo lleva la agricultura. Esto ha creado una paradoja grandísima para las islas, ya que sin tener agua somos exportadores de agua a Europa. Es lo que se denomina el ciclo de vida de los productos agrícolas. Así, para producir un plátano se requieren de 500 a 600 litros de agua. Luego, si mandamos plátanos al continente, estamos mandando agua sin tenerla.

Su otro gran frente es el de la energía, de nuevo en un territorio insular que ofrece mucho juego para la investigación y la tecnología, tanto por necesidad y aislamiento como por el potencial de recursos de los que dispone ¿no es así?

Richard Errett Smalley, premio Nobel de Química en 1996, el que descubrió la tercera forma más estable del carbono tras el diamante y el grafito, mantenía que los grandes problemas con los que se tiene que enfrentar el mundo son, en este orden, energía y agua. Hay millones de personas que no tienen acceso al agua, y para que esos desfavorecidos accedan a ella irá el aumento el gasto de energía, como le ocurre a China en estos momentos, por lo tanto hay que buscar energía barata y agua.

¿Y ahí es donde se centra su gran interés por el hidrógeno?

Yo he tenido mucho trato con personalidades que son clave a nivel europeo en esta materia, como Joachim Gretz, considerado como padre del hidrógeno a nivel de desarrollo en Europa, y con el catedrático turco Nejat Veziroglu de la Universidad de Miami, un científico de primera fila mundial y que impulsó el hidrógeno con la fundación de la Revista Internacional de Energía del Hidrógeno (IJHE) y la Asociación Internacional para la Energía del Hidrógeno (IAHE). Con ellos ofrecimos un ciclo de conferencias en la época de Lorenzo Olarte como presidente del Gobierno de Canarias, al que acudió mucha gente. Esos precedentes nos llevan luego al año 2001 momento en el que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria era la única de Europa que puso el hidrógeno como asignatura... Y Canarias tiene masa crítica suficiente para hacer bien las cosas.

Un hidrógeno ahora tan de moda, como lo constata la reciente instalación de una planta piloto de producción de hidrógeno en el ITC. Parece que ya usted lo vio venir.

En aquellos momentos tuve la sensación de adelantarme a cosas que sí, que estaban por venir. Como ocurría en el año 90 cuando asesoraba a una empresa eléctrica que apostaba por las renovables, ya que son capaces de ofrecer suficiente energía en el mundo para satisfacer todas nuestras necesidades, como ocurre con la eólica o la fotovoltaica. La hidroeléctrica, en aquel entonces era la más barata. Así que proyectamos producir energía eléctrica en excedente en Canadá, en Quebec, con la idea de enviarla a dos lugares, a Hamburgo y a aquí, a Canarias. Para llevar adelante aquél proyecto celebrábamos diferentes encuentros en Alemania, Suiza o Madrid con muchas empresas interesadas que ahora están situadas en la vanguardia mundial. Y ese fue el inicio del hidrógeno en Europa. Presentamos con Joachim un macropoyecto al Cabildo de Gran Canaria en aquél entonces. Porque ocurre que donde hay un exceso de energía renovable no suele existir un gran consumo, luego hay que transportarlo, y la forma de hacerlo es a través del hidrógeno, que es como un vector: se puede producir, almacenar y usar.

Que ahí debe andar el futuro.

No. Es el presente.

Un presente en el que le reconocen su contundente trayectoria científica con el Can de las Ciencias que concede el Cabildo grancanario. ¿Cómo se queda?

Estas medallas se dan cuando estás a punto de morirte o a título póstumo. Es ley de Vida. En su periódico viene la distinción a Unamuno como doctor honoris causa. Ya no le digo más. Pero desde el punto de vista familiar me ha agradado. Mi familia está contenta, tanto la de aquí como mis hermanos allá. Y les ha dado una alegría.

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