Sin dominó. Así se quedaron ayer los mayores que, religiosamente, acuden a una esquina del Parque de Santa Catalina a jugar a este popular juego, al parchís o a la baraja, lo que se tercie en función del momento. Se preguntaban qué iban a hacer ahora en su día a día si ese espacio permanecía cerrado. "Pues quedarse en casa", se respondían a sí mismos. Ese virus que nació en China y ya se ha extendido de manera imparable por todo el planeta les ha dejado sin su tiempo de ocio, pero han entendido que las medidas son necesarias para prevenir los contagios. Las precauciones nunca están de más, y menos cuando el Covid-19 se ha convertido en una amenaza pública.

Mucha gente acudió ayer a ese lugar que se ha convertido en una suerte de santuario, como cada día, pero se encontraron las mesas recogidas y las sillas apiladas, mientras que una de las cuatro personas que suelen atenderles aguardaba sentado su llegada para advertirles que, por orden municipal, no volvería a habilitarse ese espacio durante los próximos 15 días, como mínimo. Algunos protestaban airadamente, pero la mayoría entendía que la decisión era sensata, "visto lo que se viene". El sentimiento que sí fue compartido por la mayoría tenía que ver con la desinformación que, según muchos, tienen sobre los efectos del coronavirus y las decisiones, a pequeña escala, que se están tomando para contenerlo.

"¿Cómo puede ser que aquí, al aire libre, suspendan las partidas de dominó, pero luego, 50 metros hacia el este, haya abierta una casa de apuestas y entre la gente libremente?", se preguntaba uno de los usuarios, visiblemente molesto. Y es que la incertidumbre es palpable entre muchas de las personas mayores que no saben muy bien qué hacer y cómo proceder. Lo que les queda claro es que tienen que quedarse en casa, aunque muchas paseaban tranquilamente por las inmediaciones de Santa Catalina y Las Canteras, ajenas a esas medidas de contención.

No obstante, sí se notaba menos trasiego de personas de lo habitual por el paseo de Las Canteras, por las inmediaciones de Santa Catalina o por la calle mayor de Triana. Ello tras el mensaje del presidente del Gobierno central, en el que Pedro Sánchez decretó el estado de emergencia en todo el país, al tiempo que instaba a la ciudadanía a quedarse en sus casas para evitar la propagación del virus. De hecho, uno de los habituales del dominó en Santa Catalina, Ginés Cejas, aseguró que, tras cerciorarse de la imposibilidad de echarse una partida con los amigos, volvería a su vivienda, ya que "aquí en la calle, ya no hay nada que hacer".

Por su parte, José Trujillo comentó que había acudido por la mañana temprano al supermercado, y que le sorprendió que la gente "arrasó" con los productos en apenas una hora desde la apertura del establecimiento. "Creo que la gente ha entrado en una paranoia que se debe al alarmismo que percibe", explicó. Por su parte, Mercedes Naranjo bromeó al opinar que hay tanta gente comprando porque tienen que "proveer" a sus nietos de todo lo que necesitan, ahora que los tienen a su cargo. "Yo llevo magdalenas, pan de molde para los sandwiches, golosinas...", enumeró. Según ella, "esta es una psicosis que debemos ir parando", y que para ello hay que cumplir las recomendaciones y tener paciencia para quedarse en casa.

"No me voy a meter bajo la cama"

Algunos ancianos apuraban las que serían las últimas horas del Club Victoria antes de proceder a cerrar durante los próximos 14 días. Desde anoche, a las 20.00 horas, el mítico recinto de Las Canteras suspendió su actividad hasta el 26 de marzo, coincidiendo con las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Sin embargo, no muchos de sus socios se acercaron ayer a sus instalaciones. De hecho, la playa mostraba una imagen bastante desangelada en relación con jornadas previas. El mal tiempo y la alarma por el Covid-19 no ayudaban a pasearse por allí.

Dos hermanos sí que se aventuraron a dar su tradicional caminata por la bahía capitalina. Javier y José Luis se encontraron en la Playa Chica y se pusieron a conversar sobre el monotema de los últimos días: el coronavirus de Wuhan. El primero de ellos lo tenía claro: "No me voy a meter debajo de la cama: tengo 80 años y no me la da la gana", aseveró mientras el segundo le miraba poco convencido. Aunque reconoció estar "preocupado" por su familia, ello no le impediría "seguir con mi vida, como siempre".

Ambos coincidieron en que se está creando "una alarma innecesaria". De hecho, José Luis venía del supermercado y no entendía cómo podía haber tanto caos con gente peleándose por los productos de las estanterías. En cualquier caso, ellos admitieron que están tomando precauciones durante estos días. Y es que con este virus, nunca se sabe.