EXPOSICIÓN

El misterio de la biblioteca municipal

El Castillo de Mata acoge una exposición sobre el origen del primer fondo bibliográfico público de Las Palmas de Gran Canaria, que desde 1932 custodia el Museo Canario

Libros del siglo XVI, XVII y XVIII con ilustraciones que se pueden ver en la muestra del Castillo de Mata.

Libros del siglo XVI, XVII y XVIII con ilustraciones que se pueden ver en la muestra del Castillo de Mata. / TONY HERNÁNDEZ

Los libros son fuente de sabiduría, entretenimiento y acompañamiento pero en ocasiones se convierten en protagonistas de una historia de misterio. Es lo que les sucede a la colección de la primera biblioteca municipal de Las Palmas de Gran Canaria, creada en 1860, y cuyos fondos custodia el Museo Canario desde 1932. El Castillo de Mata destapa parte de sus secretos en una muestra abierta hasta el 14 de mayo.

Verba volant, Scripta Manent. Las palabras vuelan, los escritos permanecen. Con esta máxima latina, que habla de la importancia de la conservación de los libros y documentos para conocer nuestro pasado, la exposición que se exhibe en el Castillo de Mata hasta el 14 de mayo introduce al visitante en la interesante historia de cómo se originó la primera biblioteca municipal que tuvo Las Palmas de Gran Canaria, un tanto desconocida para el público en general, pero también de lo que supuso la invención de la imprenta a mediados del siglo XV para la humanidad y la aparición del oficio de impresor. Con los libros, las ideas y el conocimiento viajaban de un lugar a otro, se expandían entre los ciudadanos que por aquella época sabían leer y escribir; tal y como hoy, y salvando las distancias, lo hace Internet, facilitando que cualquier ciudadano conectado pueda acceder a los fondos bibliográficos y documentales que custodian en el siglo XXI archivos y bibliotecas de todo el mundo.

Listado y procedencia de los libros del siglo XV y XVI que posee el Consistorio.

Listado y procedencia de los libros del siglo XV y XVI que posee el Consistorio. / TONY HERNÁNDEZ

Curiosamente, la construcción de la página web de la Red de Bibliotecas Públicas Municipales de Las Palmas de Gran Canaria (lpabibliotecas.com) en enero de este año fue el desencadenante de esta exposición que destapa un trozo de la historia de la ciudad y que conecta el pasado con el presente porque las bibliotecas son espacios vivos en continúa evolución con la sociedad.    

 «Sabíamos de la existencia de la biblioteca pero cuando nos pusimos a trabajar en la web para hacer una sección sobre su historia nos dimos cuenta de que había un material interesante que debía ser conocido por la ciudadanía por la importancia que tiene el libro como objeto cultural y como transmisor de ideas. De ahí el título de la muestra. La memoria humana tiene una limitación pero los libros nos permiten ampliar esa memoria y que se mantenga durante siglos”, cuenta Ariel Brito, bibliotecario de la red municipal y responsable de esta pequeña muestra, que ha contado con el apoyo del Área de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, la Sociedad de Promoción de la Ciudad, el Castillo de Mata y el Museo Canario para que pudiera ser una realidad este mes de abril en el que los libros son protagonistas.

La historia comienza en 1860. En España reinaba Isabel II y se había dado fin a la primera Guerra de África con el tratado de Wad-Ras, el novelista canario Benito Pérez Galdós aún vivía en Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad eminentemente agrícola aún ajena al cambio que iba a experimentar con la construcción del Puerto de La Luz años más tarde. 

Las Casas Consistoriales albergaron la primera sede de la institución, creada en 1860

El municipio contaba entonces con una población de 14.233 habitantes y con una pequeña burguesía local que se movía con miriñaque y chistera en sociedades, ateneos y liceos, donde la cultura y la vida social compartían espacio a partes iguales. La educación no era un bien común en la urbe, que ni siquiera era capital de provincia porque ese título lo ostentaba Tenerife. La tasa de analfabetismo rondaba entonces el 21,5%.

En este contexto, la corporación municipal, regida por el alcalde Cristóbal del Castillo, decidió crear la primera biblioteca pública del municipio, que estuvo precedida por una campaña de prensa en pro de su fundación, especialmente por parte de El Ómnibus, el periódico de noticias y de intereses materiales que dirigía Agustín Millares Torres y en el que un par de años después Galdós publicaría algunos escritos bajo el seudónimo de ‘Yo’ y ‘Pascual’.

La biblioteca tuvo un hueco en las Casas Consistoriales y la burguesía local colaboró en la creación de sus fondos. Gracias a una campaña, entre 1890-91 llegaron a reunirse más de mil volúmenes. 

En 1869, los libros se trasladaron al primer instituto de Enseñanza Media que hubo en Las Palmas, aunque dependiente aún de Tenerife. Allí estuvieron solo siete años, hasta que se cerró el centro y los libros volvieron de nuevo a las Casas Consistoriales. 

En la muestra se pueden ver algunos de los cuatro incunables, propiedad del Ayuntamiento, de los treinta que hay en el Archipiélago

En 1890, la biblioteca se abre en el entresuelo del Ayuntamiento y el encargado de su gestión es el médico Juan Padilla, quien también gestiona la del Museo Canario (1879), que curiosamente compartía espacio en el mismo edificio consistorial antes de su traslado a la casa de su fundador Gregorio Chil y Naranjo, sede actual. A la muerte de Juan Padilla le sucederá su hermano Pablo, que ejerció entre 1891 y 1904. 

El 30 de diciembre de 1903 el Diario de Las Palmas anunciaba que a partir del próximo año la biblioteca «estará abierta todas las noches, excepto los días festivos, de seis a ocho con objeto de que los individuos de las clases trabajadoras que lo deseen puedan leer y consultar durante ese tiempo los libros que forman parte de la biblioteca». En esa época también se amplía su plantilla con la incorporación de un bibliotecario suplente, aunque sin remuneración, y de un empleado auxiliar, José Batllori Lorenzo, que se convertira en el tercer bibliotecario oficial de la institución (1904- 1922).

 A principios de siglo, la biblioteca llegó incluso a repartir libros repetidos entre las sociedades de la época como así se constata en la hemeroteca del Diario de Las Palmas en 1918 para la Unión y el Progreso o adquiere otros como La historia universal del historiador alemán Oncken en 1900.

En 1911, el fondo bibliográfico constaba ya de 7.200 volúmenes en los que había textos de Literatura, Ciencias Naturales, Medicina, Historia, Geografía, Agricultura, Artes y oficial, Teología, Ciencias Sociales, Ciencias Aplicadas, Obras Clásicas, Enciclopedias y Revistas y Periódicos y asistían a ella unas 25 personas al día, según un informe oficial municipal.

La biblioteca municipal se amplió con el legado del político Fernando León y Castillo, fallecido en 1918, quien donó quince cajas con libros y documentos además de otros enseres personales.

Cierre definitivo

A principios de los años 30 se intenta reorganizar la biblioteca pero finalmente cierra sus puertas en 1932. No será hasta 1947 cuando la ciudad vuelva a contar con un nuevo equipamiento gracias al Ministerio de Educación. 

Si la historia de la primera biblioteca municipal tiene su interés, más lo tiene el lote de libros con el que se conformó el fondo documental y en el que hay incunables y libros desde el siglo XV pese a que la imprenta no llegó hasta mediados del XVIII a la Isla. 

Panel con diferentes portadas de los libros más antiguos, propiedad del Ayuntamiento de Las Palmas y que custodia el Museo Canario.

Panel con diferentes portadas de los libros más antiguos, propiedad del Ayuntamiento de Las Palmas y que custodia el Museo Canario. / TONY HERNÁNDEZ

«La imprenta, aunque se inventa en el siglo XV, no llega hasta mediados del XVIII a Gran Canaria. Llega incluso antes a México ((1539) que a la Isla, aunque ya existía en Santa Cruz de Tenerife desde 1750. Precisamente uno de aquellos primeros libros impresos es El Tratado de la barrilla, de José Viera y Clavijo, impreso por la imprenta de la Real Sociedad de Amigos del País y que se exhibe en la exposición», relata el responsable de la misma, que puntualiza que, sin embargo, esa circunstancia no limitó el tráfico e intercambio de libros en la Isla.

Los volúmenes llevan el sello del Ayuntamiento y están catalogados por el Museo Canario pero de muchos se desconoce su origen ya que no hay un registro de los mismos. Una circunstancia que puede servir para futuras investigaciones, aunque hay algunos estudios al respecto de la historiadora María de los Reyes Hernández Socorro y Santiago Luxan Meléndez, entre otros.

Algunos de los libros más antiguos, encuadernados en piel, dejan una pista y es una flor de granada que figura en el lomo. 

Cuatro incunables

No ocurre lo mismo con los cuatro incunables - los libros anteriores a 1.500 y a la invención de la imprenta-, que sí que están inventariados como tales por el Ayuntamiento, según consta en el listado de entrega al Museo Canario que conserva el Archivo Histórico Provincial. Se trata de: Bonifacio VIII. Liber sextus Decretalium, una compilación de las constituciones pontificales del papa Bonifacio VIII y sus sucesores, impreso en Estrasburgo por Heinrich Eggestein (1470-1472); Fasciculus temporum, de Werner Rolewynck, un manual de historia universal, estampado en Venecia por Erthard Ratdolt en 1485; un texto teológico de Santo Tomás de Aquino Quaestiones de duodecim quodlibet, tirado en Tolouse por Heinrich Mayer (1485-88) y un tratado de política y moral del siglo XII de Edigio Colonna, titulado Regimine principium, editado en Venecia por Simon Bevilaqua en 1498. Alguno de ellos se puede ver en la muestra. 

Los ejemplares forman parte de la treintena de incunables que hay en Canarias. La Universidad de La Laguna tiene 23 y la Universidad de Las Palmas otro.

Más de 30.000 usuarios

La actual red de Bibliotecas Públicas Municipales de Las Palmas de Gran Canaria está conformada por diez centros en el que hay inscritos un total de 30.100 usuarios, según cifras relativas al pasado año. La última biblioteca en incorporarse a la red ha sido el centro Josefina de la Torre, en el mismo paseo de Las Canteras, en homenaje a la poeta, novelista y actriz canaria, fallecida en 2002. El resto de los centros se encuentran en el barrio de Schamann, Escaleritas, La Isleta, Lomo Los Frailes, Jinámar, El Batán, el Puerto, San Juan y en Tres Palmas. Los usuarios tienen a su disposición 102.341 ejemplares además de la página www.lpabibliotecas.com, estrenada este año, que da cuenta de las actividades de cada biblioteca. El pasado año se hicieron más de 48.800 préstamos además de 98.751 consultas en sala. Las bibliotecas de la ciudad están vivas y a lo largo del año realizan diversas actividades para promover la lectura, promocionar a los escritores e impulsar la cultura, en general, entre otros actos de tipo lúdico y de entretenimiento. En esta línea, se desarrollaron 168 actividades a las que asistieron más de 2.500 personas.

El valor de esta primera biblioteca municipal es de gran trascendencia para la historia de Canarias ya que entre los documentos figura el Libro Rojo de Gran Canaria, donde se recoge gran parte de las provisiones y reales cédulas otorgadas por Gran Canaria por los Reyes Católicos, la reina Juana, Carlos V y Felipe II, y el Libro de Protocolos de repartimientos de Tierra, sobre las concesiones reales de tierra a los conquistadores y pobladores de la isla en el siglo XV, que se salvaron del incendio que sufrieron las Casas Consistoriales el 29 de marzo de 1842. Ambos documentos fueron entregados al Museo Canario en 1936 después de que este se interesará por más de cuarenta volúmenes que aún permanecían en el Ayuntamiento pese al cierre de la biblioteca.

El estado de conservación de los libros es bastante bueno y en la muestra encontramos libros de Teología, Historia, Derecho y hasta de Astronomía, entre los más antiguos. «No contamos con libros únicos, pero sí de gran interés», dice Ariel. Es lo que ocurre con el Libro de los juicios de los astros, de Francisco Vicente de Tornamira, un astrónomo y cosmógrafo del siglo XVI, que incluye vaticinios y que estuvo prohibido en su época. En la Red de Bibliotecas de Navarra existe uno expurgado pero el que está depositado en el Museo Canario está limpio de la censura.

La propiedad de los libros, entre los que hay textos del siglo XVIII, XIX y XX, sigue siendo municipal por lo que en cualquier momento, si lo quisiera, el Ayuntamiento podría recuperarlos. Una cuestión que parece inviable de momento por la necesidad de custodiar este legado en las mejores condiciones para las futuras generaciones. El bibliotecario Ariel Brito propone que sería de gran interés «la creación de un portal digital, más sencillo y menos costoso, para que la gente pudiera consultarlos» además de realizar un estudio más exhaustivo sobre los fondos existentes.

El Castillo de Mata ofrece visitas guiadas a los colectivos y personas interesadas a la pequeña muestra que ilustra también algunas curiosidades sobre los libros impresos, y que se cierra con una imagen de lo que es hoy en día una biblioteca, donde los pupitres de lectura han pasado a ser cómodos puffs. «Si en el siglo XIX las bibliotecas tenían al libro como un objeto de valor, de joya, en el siglo XXI son las personas. La red de bibliotecas se debe a la ciudadanía, somos espacios de libertad y de democracia, que realizamos numerosas actividades. En nuestro ADN está el fomento de la lectura pero hoy somos más que eso», puntualiza Ariel Brito.

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