Análisis

El IES Cairasco de Figueroa celebra medio siglo de buenos recuerdos

El Instituto de Edudación Cairasco de Figueroa celebra 50 años de educación en Tamaraceite | El inmueble también acogió la Escuela de Arquitectura

Antiguos alumnos y profesores del Cairasco en una imagen de archivo.

Antiguos alumnos y profesores del Cairasco en una imagen de archivo. / LP/DLP

Esteban Gabriel Santana Cabrera

Esteban Gabriel Santana Cabrera

El Cairasco no te prepara para la vida, el Cairasco es la vida misma. Esta frase de John Dewey nos viene que ni pintada para la celebración estos días del 50 aniversario del Instituto de Educación Secundaria Cairasco de Figueroa de Tamaraceite. Cincuenta años de historias tras esas paredes de una arquitectura muy peculiar y por la que hemos pasado muchísimas generaciones. Tuve el enorme placer de ser alumno y ser profesor y pude reencontrarme con alumnos como Cynthia Hernández o Alejandro Díaz de mi época en el Cairasco como docentes y recordábamos Ondas por la Solidaridad, ese bonito proyecto de radio que allí inicié hace casi 20 años y cómo se iniciaron en la radio.

Hoy algunos son profesionales de la arquitectura, de la geografía, de los medios de comunicación e incluso de la música. Me sobrecogió, sobre todos, el testimonio de un exalumno de los denominados «no brillantes» que contaba cómo fue su paso por el instituto y cómo las palabras de algunos profesores le ayudaron a confiar en su talento por la música y hoy en día es un reconocido rapero.

Un acto que estuvo presidido por el cronista oficial de nuestra ciudad Don Juan José Laforet, que nos deleitó con una emotiva charla sobre la figura de Cairasco y la importancia de un instituto como el Cairasco en los años 70.

El Cairasco me trae recuerdos inolvidables, ya que siempre ha sido un referente cultural para el barrio, primero por ser sede de la Escuela de Arquitectura y trajo a muchos estudiantes a vivir en la zona. Recuerdo como si fuera ahora a uno de esos primeros estudiantes, Toño Acuña de Lanzarote, que mi tía le cedió una habitación en su casa y en poco tiempo aquello se le llenó de estudiantes de todas partes de España y de Canarias. Para ellos era su casa y para mi tía Carmela eran sus hijos. No ganó nada con su estancia allí, pero ella se desvivía porque estuvieran lo más a gusto posible.

Medio siglo de buenos recuerdos

Medio siglo de buenos recuerdos / Esteban Santana

Ya en los años 80 cuando la Escuela de Arquitectura se traslada al Campus de Tafira, esa ala del edificio se reconvierte en un centro de Formación Profesional, aunque esto no duró muchos años ya que el propio Cairasco podía acoger los módulos de Formación Profesional y la demanda de acceso al Cairasco se fue multiplicando.

Pero hablar del Cairasco, para mí, me remonta a cuando era un niño que estaba aún en el colegio y algunos domingos por la tarde íbamos a merendar por los alrededores, cuando no estaba cerrado a cal y canto y los más pequeños curioseábamos por sus grandes ventanales viendo aquellas esculturas blancas de la Escuela de Arquitectura que parecían moverse con las sombras de luz. Llegar al Cairasco fue un tanto triste, porque entré con el botón negro en la solapa por el luto de la reciente muerte de mi padre. Me tocó una clase de «campeonato». Muchos repetidores que estaban en el instituto obligados por sus padres y por no ir a trabajar a las plataneras cercanas la armaban día sí y día también. La desmotivación de algunos alumnos era tal que en esos años el instituto se convertía en ocasiones en un campo de batalla.

Pero a pesar de las dificultades, jóvenes procedentes no solamente de Tamaraceite sino de Tenoya, San Lorenzo, Arucas y Guanarteme llenaban sus aulas hasta reventar. Y de sus aulas salieron profesionales de todas las ramas. Igual este medio siglo podría ser la oportunidad de volver a reunir a esas primeras generaciones que estudiaron allí y que hoy ya están jubilados incluso.

Recuerdo las clases de Manolo el de Arte que nos hacía viajar por la historia de las civilizaciones a través de la pintura, la escultura y la arquitectura. Diego el de Biología nos hacía navegar por el cuerpo humano desde la célula hasta saltar a las funciones de las plantas, Carmelo, Ana Luisa o Germán de Inglés, María Jesús de Física y Química, Manolo, Dámaso, Rafael, Nori o Blanca de Matemáticas, Geni que me hizo conocer y estudiar el Latín, Cloti de Historia, las hermanas Sanabria, Isabel Botella y Yolanda de Literatura... fueron algunos de esos profesores de los años 80, que con sus pros y sus contras pusieron las bases del profesional que hoy soy.

Vaya desde aquí mi reconocimiento al equipo directivo con Cristina al frente, y a toda esa comunidad educativa que forma parte de ese instituto que es parte de nuestro Tamaraceite por el bonito colofón a este aniversario. Culmino con esta frase que resume todo lo que les he contado, eso sí, desde mis vivencias, porque a buen seguro que cada uno de los que fueron alumnos de este instituto tiene las suyas: «La educación es simplemente el alma de una sociedad a medida que pasa de una generación a otra» de Gilbert K. Chesterton. Muchas felicidades.

Suscríbete para seguir leyendo