Día de Canarias

Una romería con bikini en Las Palmas de Gran Canaria

Diez carrozas desfilan en el paseo romero del Real Club Victoria, que convoca a cientos de personas en un caluroso día en el que algunos acabaron en Las Canteras

Paseo romero del Día de Canarias del Real Club Victoria en Las Palmas de Gran Canaria 2023

LP/DLP

«Debajo llevo el bikini», enseña Cristina Tacoronte debajo de su traje típico. La joven disfrutó acompañada de su grupo de amigos del instituto de la romería del Real Club Victoria celebrada con motivo del Día de Canarias. El sol no perdonaba y más de un romero tenía que hacer uso del abanico mientras esperaban la salida de las diez carrozas dedicadas a cada una de las ocho Islas desde un Parque Santa Catalina repleto de gente que disfrutaba de la ocasión.

Con el intenso calor mañanero Tacoronte no se lo pensó dos veces y llevó el traje de baño para terminar en Las Canteras el festejo. La estudiante fue acompañada de todo su grupo de amigos, que entendieron que era la mejor ocasión para enseñarle a las alumnas de intercambio suiza y francesa las tradiciones del Archipiélago. Allegra Wyss y Manon Guilbaud bailaban con una amplia sonrisa, entre las carrozas, burros, ovejas y personas ataviadas con sus trajes típicos. Las chicas veían ese escenario por primera vez en su vida y se sorprendían de la música y los trajes que contemplaban con la misma curiosidad e ilusión que la de un niño. «Muy bien, muy impresionante», afirmaron mientras descansaban los pies.

Las diez carrozas estuvieron dedicadas a las ocho Islas con motivos tradicionales como fruta y verdura autóctona, telas con motivos tradicionales, banderas, flores o los escudos de las islas. La carroza que más éxito cosechó fue la herreña, al ser un espectacular barco velero de varios metros que surcaba las abarrotadas calles a golpe de fotos que tomaban los viandantes. Además de la representación de cada una de las islas, el municipio tinerfeño de Tegueste también hizo acto de presencia con una bella danza de las flores que dio color y vida al paseo. El pueblo de Tenerife es invitado como viene siendo habitual desde 2010 por el Victoria.

Fabiola Gil mareó a todo su grupo de amigas para que asistieron al paseo romero. «Deberían contratarme como animadora sociocultural», bromeaba. Gil conoció la fiesta tras el confinamiento cuando todos los eventos públicos comenzaron a reactivarse, en esa ocasión, se pusieron de acuerdo los amigos y le encantó la experiencia porque «podía bailar sin zancadillas». «Yo no sabía que aquí se hacían romerías, yo iba solo a la de los pueblos», comenta.

«Me volvieron loca para venir y luego me engatusaron con el timple», cuenta Carmen Rosa Lorenzo, al igual que Marisa Duga, ambas amigas de Gil, la que empujó a que el grupo saliera de parranda. «Es poco trayecto y luego nos sentamos a comer», adelantaba Lorenzo. Por esa razón es la segunda vez que asistía a la fiesta, aunque sobre todo por «la buena compañía», un elemento que no puede faltar. La romería pasó por las calles Luis Morote, Sagasta, Tenerife, Eduardo Benot, Agustín Millares Sall hasta la Plaza de la Luz, por lo que su duración no es tan larga como en otras zonas y condensa lo mejor de la fiesta en unas cuantas horas, lo que dejaba a muchos de los festejantes con el estómago abierto para almorzar en alguna de las terrazas de Las Canteras o aledaños.

Menos trajes típicos

El grupo de amigas lamenta que la vestimenta tradicional ya no esté a la orden del día y, por lo tanto, las tradiciones se van perdiendo. «No hace falta que sea con su pitimini, cada uno bajo sus posibilidades», señalaban las amigas al traje de Gil, azul decorado con finos bordados. «Pero si lo tengo lo luzco», se defendía. Y la belleza de su traje triunfó hasta el punto de que incluso los extranjeros le pedían fotos por el paseo de Las Canteras. «Y también gente de aquí me paraba para preguntarme qué fiesta había», añade. Gil espera que este tipo de actos tengan más promoción por parte de las instituciones para que sean más conocidos.

«Una ciudad como esta en el Día de Canarias debería de estar desbordada», se quejaba Lorenzo a pesar de que el Parque Santa Catalina estaba abarrotado, sobre todo bajo el cobijo de las sombras de los árboles, donde las amigas se guarecían. «En la isla de en frente sería diferente», objeta y es que consideran que en Gran Canaria no se han mantenido tanto las tradiciones como en Tenerife.

Por su parte, Carmen Niz aunque no es modista profesional confecciona los trajes de su marido, hija y yerno, lo que le llevó tan solo dos meses, a pesar de que le dedicaba «los ratitos libres» porque es solo «una afición». «Son únicos, nadie más los tiene, por eso es un orgullo para nosotros llevarlos puestos», afirmaba su hija Iris Troya Díaz. «Les intento enseñar que una cosa son los Carnavales y otra cosa es la tradición», comenta Niz. La mujer intenta enseñar a su hija la importancia de las tradiciones para que si ella falta saber que su hija seguirá manteniéndolas. «La gente de mi generación no sabe cómo vestirse», lamenta la joven. Niz considera que se pueden hacer ciertos cambios pero deben mantener «unos mínimos».

El año pasado la familia fue a la ‘trasquila’ de Gáldar, que se celebra a la vez que el paseo romero. Este año, sin embargo, querían cambiar para conocer nuevas fiestas y recalaron en la romería de la Naval de Las Palmas de Gran Canaria por primera vez. La familia estaba pasando «mucho calor» y la botella de litro de agua, bien fresquita, pasaba de mano en mano. El padre Fermín Díaz y el yerno Kristofer Santana vestían de pescadores de Gran Canaria con bucio incluido que sonaba desde la otra punta del paseo cuando lo hacían sonar al unísono.

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Un círculo de mayores y pequeños observaba con ilusión a las ovejas Lucio y Luana. «No me dejan ni dar dos pasos», comenta su dueño, Luis González. Allá por donde pasaran causaban furor, los niños las acariciaban con cara de sorpresa y les daban de comer ilusionados. Pero no solo los más pequeños se acercaban a ver a los animales, también los mayores acariciaban a las ovejas que tenían un pelaje muy cuidado, blanco reluciente con algunas motas negras y marrones. «Tanto los niños como los grandes se privan», asegura González. El natural de Telde siempre asiste a la romería con algunas de sus ovejas de raza canaria. Otros años ha ido acompañado, por lo que suele llevar cuatro, pero en esta ocasión dejó a otras dos en casa que «también estaban muy bonitas». «Es una forma para que los niños toquen a los animales y se acerquen a ellos porque en la capital nunca lo han hecho», destaca. «A ellos también les gusta, van a las manos de los niños a comer», resalta sobre las ovejas, que se pasean por las calles acaparando todas las miradas. 

A lo largo de la romería varias personas llevaban pines de madera con símbolos canarios que alegraban sus trajes y le daban el toque especial. Detrás de estos accesorios estaban la pareja Antonio Benítez y Carmen Díaz, que llevaba un chaleco lleno de estos pines. «Es un chaleco antibalas», bromeaba Benítez. El hombre desde hace diez años se dedica a hacer estas figuritas de diversos temas como el símbolo de Tara, timples, herraduras o botas de vino. Junto a su mujer las venden por todas las romerías de la Isla. «Todas tienen un toque especial», opinan los expertos en fiestas canarias después de asistir a todas. «Hablas con la gente, la conoces y luego la gente nos reconoce en otras romerías o fuera de ellas también», destaca Díaz.

El mejor plan

«Es la mejor manera de vivir el Día de Canarias, es muy especial», comenta Hortensia Grande. Es su plan de todos los años con su grupo de amigas porque para ellas es la mejor manera de vivir el sentimiento canario. La romería solo es el inicio de la celebración porque el grupo se va a comer a Las Canteras siempre al mismo restaurante y luego marchan directas a seguir bailando. «Nos encanta el ambiente es súper bonito», opinan al unísono.

Unos pasos más allá se encontraba otro grupo fiel de la parranda. Las amigas de Esperanza Verona estaban entusiasmada de poder disfrutar del baile hasta más no poder. Tanto es así, que después de comer tenían planeado ir al Club Los Arapiles para seguir con la juerga.

Vanesa Medina lo tiene claro, eran la 13:00 horas y la barriga ya pedía lo suyo: «Después me voy a comer». La vecina del Puerto no se pierde una romería y menos de su zona como la organizada por el Real Club Victoria. Siempre va acompañada de sus dos hijos pequeños, que asegura que ya cuentan con una «trayectoria» en las fiestas. Medina, a pesar de que el hambre apremiaba, objeta que el recorrido se hacía muy corto, y es que cuando el disfrute es bueno no se atiende a nada más.

Paula Macías, de 15 años, luce la vestimenta típica, pero con un añadido muy especial para ella: la bufanda de la UD Las Palmas. Desde que tiene uso de razón la joven asiste a la romería con su familia para disfrutar del ambiente y la música, su parte favorita. «Hemos subido a primera división, así que hay que celebrarlo y cualquier ocasión es buena para ello», comenta la aficionada. «Además de que es una bonita incorporación al traje», comenta alegremente. 

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