El hedor a pescado podrido se adueña del muelle y del parque Santa Catalina

El mal estado de la nave de Frisu tras el incendio y la descomposición de la mercancía descongelada impiden llevarla al vertedero con mayor celeridad 

El Cabildo de Gran Canaria amplía la recogida de restos biológicos de uno a quince camiones, pero del Puerto de Las Palmas solo salen cuatro o cinco diarios

Hedor a pescado podrido en el muelle y parque Santa Catalina

C. T.

Catorce días después de que las llamas quemasen una nave frigorífica en el Puerto de Las Palmas, el olor a pescado podrido se cronifica e invade su perímetro más hacia el sur. Una situación que perturba el bienestar de los turistas y de los vecinos que transitan por el parque Santa Catalina, los usuarios de la estación de guaguas y del centro comercial, o a los trabajadores a ese lado del istmo, por citar algunos de los colectivos y escenarios más afectados debido a la descomposición de la materia orgánica. 

Se trata de 700 toneladas de carnaza o cebo destinada a las labores pesqueras de la flota japonesa, que la empresa Frigoríficos Hispano Suizos SA (Frisu) tenía almacenadas en la nave número cuatro, ubicada en el corazón del muelle Pesquero, uno de los espacios industriales del puerto más cercanos a la trama urbana.

El hedor de las sardinas, los chocos y la pota en descomposición llegaba ayer hasta los semáforos de la Base Naval, casi en las inmediaciones del Corte Inglés. El efluvio, eso sí, no es permanente, sino que viene y va como las mareas. Su intensidad y su dirección están a merced del viento, que suele ser de componente norte y, por tanto, se lleva la pestilencia hacia el sur de la nave Frisu IV. Justo detrás está situado el acuario Poema del Mar, el centro comercial El Muelle y la Base Naval.

Benditos alisios

El problema, sin embargo, se intensifica cuando no soplan los alisios, porque el mal olor se queda suspendido en el ambiente, como flotando entre los muelles Pesquero y Santa Catalina, según explica un trabajador portuario que prefiere no dar su nombre. Lo mismo comenta el barrendero que hace el turno municipal de limpieza o dos empleados de una contrata que realiza reformas en el centro de ocio.

Eso en los alrededores del Santa Catalina y la estación de guaguas del intercambiador, porque en la zona cero, nada más entrar al muelle Pesquero, te asalta sin remisión un fuerte olor a salazón, como el de mil sancochos mal descongelados en la cocina de un piso pequeño sin ventilación. 

 En el interior de la nave hay tres máquinas tipo carretilla y cinco empleados a pleno rendimiento de Martínez Cano, que es la empresa contratada por Frisu para limpiar la nave y trasladar la mercancía al vertedero. Trabajan a destajo, pero avanzan poco, casi a mano, porque el edificio está en mal estado y el género líquido o casi líquido. 

Al golpito

Hay zonas de las cámaras en las que la mezcla de agua y restos orgánicos llega hasta la cintura. Tampoco, dadas las condiciones de la nave, es posible meter maquinaria mayor o más eficiente. De ahí que el trabajo sea casi manual, con palas, cepillos y una carretilla pequeña que vuelca los despojos en un contenedor grande, de metal, tipo bañera.

Los operarios trabajan envueltos en un mono y con máscaras especiales para prevenir posibles intoxicaciones. Los bomberos, en ese sentido, hacen mediciones periódicas de los gases para verificar que el interior del inmueble es seguro. Cualquier precaución, dada la intensidad de olor a pie de muelle, parece poca.

Un operario barre trozos de pota sacados de la nave.

Un operario barre trozos de pota sacados de la nave. / LP / DLP

También se barajó abrir un hueco en una de las paredes para sacar los desperdicios con más rapidez, pero los técnicos desaconsejaron la operación por los posibles daños estructurales de la nave, que estaba siendo reformada por Frisu, con la idea incluso de montar un coworking en una de sus plantas.

Fábrica de hielo

Hace escasos meses, además, la empresa había puesto en marcha una fábrica hielo para las capturas de pescado fresco, la cual ha quedado completamente destruida por las llamas. El incendio parece haberse originado por un fallo en el sistema eléctrico.

El Cabildo amplió el lunes la cantidad de residuos biológicos que pueden recoger sus vertederos, pasando de uno a quince camiones, pero del puerto, como mucho, salen cuatro o cinco diarios por las dificultades descritas. 

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