Lluvia salada por alerta en el barrio marinero de San Cristóbal

El aviso amarillo por vientos y fuerte oleaje sorprende a los que pasean por la avenida del barrio marinero.

Este aviso fijado por la Aemet afecta desde el domingo a las islas de Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro y está previsto que finalice en el mediodía de hoy

Fuerte oleaje en San Cristóbal

C. T.

Ayer no hacía falta meterse en el mar para darse un chapuzón. La fuerza de las olas sumieron al barrio marinero de San Cristóbal en un extraño episodio de final de agosto con 'lluvias saladas' que remojaban a todo aquel que paseaba por la avenida. La costa este y oeste de la isla de Gran Canaria se encuentra en alerta amarilla por fuerte oleaje y vientos de 50 a 61 kilómetros por hora. Este aviso fijado por la Agencia Estatal de Meteorología afectaba desde el domingo a las islas de Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro y está previsto que finalice en el mediodía de hoy. Las indicaciones de la Aemet informan de que este aviso meteorológico no supone un riesgo para la población en general, pero sí a determinadas actividades como la navegación. En todo caso, el oleaje mañanero no supuso un freno para los surfistas locales, que aprovecharon los dos metros y medio de altura de ola para divertirse practicando el deporte.

El local de San Cristóbal, Fernando Mahamud, se convirtió periodista ciudadano mientras documentaba la violencia del mar con su teléfono móvil. Este vecino bautizado por sus amigos bajo el calificativo de "reportero del mundo" narraba y grababa él mismo cómo el mar trepaba por el paseo del pequeño pueblo de pescadores para enviarlo por WhatsApp a sus familiares. La violencia de las olas se notó especialmente en la desembocadura de la calle Babor, donde las olas aprovechaban las escaleras que dan a la playa para acceder a la avenida y formar sobre el pavimento un nuevo pedregal. Recorrer el paseo y escuchar el estruendo de los callaos arrastrados por las olas es el día a día de los locales como Mahamud.

Mochila roja cargada a la espalda, gorra y gafas de sol equipadas en el rostro para capear la fuerte humedad y salitre desprendido por las olas. Mahamud se emocionaba al presenciar la agresividad del mar y tener la oportunidad de compartir el momento junto a sus dos amigos turistas de Madrid. Ni a ellos tres, ni al hombre que practicaba deporte 'contra viento y marea' corriendo por la avenida les asustaba el temporal marítimo. Otro de los que figuraba en el lugar era Benjamín Rodríguez, quien también se animó a filmar y fotografiar el reboso del mediodía. Rodríguez trabaja repartiendo publicidad del local que se encuentra a apenas 200 metros de la calle Babor, el restaurante Punto Marino.

En el descanso de sus labores como repartidor y fotógrafo, explica que "cuando está el tiempo de esta manera, la clientela no se anima a venir". No se sabe si el resto de restaurantes de la zona están cerrados por el oleaje o porque es lunes, en cualquier caso, pocos son los que se atreven a sentarse en la terraza expuesta a las olas que saltan en la avenida. Eso sí, el establecimiento cuenta con una terraza en lo alto del edificio para resguardar a la clientela de estas situaciones ya comunes en el barrio, según asevera el trabajador. San Cristóbal ha sobrellevado inundaciones en sus calles a causa de marejadas peores en numerosas ocasiones, principalmente por estar tan expuesta y cercana al mar, por eso, los vecinos del lugar acostumbran a ser espectadores del asedio casi rutinario que sufre la Torre de San Pedro a causa de la marea.

Fernando Mahamud graba con su móvil el oleaje de San Cristóbal

Fernando Mahamud graba con su móvil el oleaje de San Cristóbal / Andrés Cruz

No cabe duda de que el mar ayer estaba fotogénico. Lo supo Chus Díaz de Aguilar nada más levantarse de la cama por la mañana y escuchar el retumbar de las olas sin necesidad de abrir la ventana. Suerte para ella y sus amigas madrileñas Mercedes Corral y Elizabeth Cantero, que vinieron de turismo a la zona para apreciar el barrio y acabaron llevándose de recuerdo un par de imágenes de la marejada en su galería.

La joya de la corona del barrio marinero se encuentra en su pequeña playa de arena denominada La Puntilla, que está resguardada por el muellito pesquero. Ni rastro quedan de las algas japonesas que invadieron el litoral hace casi dos semanas y causaban mal olor en la costa. Ese acontecimiento queda ya muy lejano en las memorias de los que frecuentan el arenal a diario como Carmen Robaina. A los locales como ella, les gusta disfrutar de la playa porque es "tranquila y familiar". Esta diminuta cala de aproximadamente 50 metros, compuesta por arena negra como su hermana mayor la costa de La Laja supone todo un escondite de corrientes tranquilas que permite en días como el de ayer darse un chapuzón a pesar de la mala mar. "Desde mi toalla puedo vigilar a mis nietos mientras se bañan en el agua", y continúa "en otras playas más masificadas no puedes distinguir a tu hijo entre tantos bañadores", argumenta la veterana. En el lugar solo se admiten locales, caras conocidas y gente dispuesta a cuidar del enclave marítimo. Como buena vecina del barrio, el mayor temor de Robaina es que su punto favorito de San Cristóbal se popularice y deje de ser un lugar donde se respira tranquilidad, aunque los fines de semana esta pequeña cala se llena de toallas "hasta llegar a la orilla".

Durante la jornada de ayer los bañistas fueron recibidos en las costas por un mar bravo que no esperaban. Unos pocos apuntaban a que el temporal que encolerizaba el agua se debía a un adelantamiento de las mareas del Pino, propias del mes de septiembre. Los que sí estaban preparados para esta peculiar situación fueron los surfistas y 'bugueros' (o bodyboarders), que habían anticipado la subida de la fuerza en las olas gracias a las previsiones meteorológicas y se lanzaron al mar desde temprano. A la hora del mediodía, estos valientes que surfean las olas salen del agua para hacer su pausa de la comida.

Activismo surfero

Justo frente a la playa de La Puntilla, sale del agua remando sobre su tabla de fibra un activista de la Federación Canaria de Surf que colabora para la protección de la ola que se forma en la costa este de la isla. Juan Manuel Díaz da voz a los apasionados del deporte y a todos los locales que surfean 'El Pico dentro del Muelle', un territorio que está en peligro de extinción ante la amenaza de construcción de un nuevo complejo de vela. "Esta es la cantera de nuestro surf, y una escapatoria para muchos chavales que sufren dificultades económicas", justifica Díaz. La zona desprovista de escollera es el escondite para apasionados de esta disciplina que viven en la capital sobre todo en la temporada de julio hasta octubre, cuando las olas son de mayor tamaño en el litoral del este de Gran Canaria.

"Desde la Isleta hasta La Laja, la ciudad dispone de seis kilómetros de escollera", reivindica el surfista. Díaz tilda este proyecto de "innecesario", y justifica su pensamiento alegando que ya existe un complejo de vela en el Muelle Deportivo. La lista de sitios desprovistos de espigones es larga, pero se hace pequeña en comparación con todo el litoral del que disponían los surfistas en los años 70, cuando se inició una tradición surfera en la capital. Los lugares o spots los numera Díaz en una lista: "delante del cementerio, la esquina de Harimagua, la derecha del castillo de San Cristóbal, el Barbudo, el pico dentro del muelle y el Caletón. Cardosa bajo la salida de la autovía hacia Pedro Hidalgo y el pico de La Laja". Estos lugares están protegidos bajo ordenamiento jurídico, por lo que en primera instancia, no sería viable una obra que a juicio del colaborador de la federación, "se ríe de todo un colectivo". Las escolleras son a juicio del surfista una "solución de bajo coste y sencilla" para los ingenieros de una obra, por lo que él incita a que estos proyectos "deban estudiarse y se ponga interés en no destrozar la costa".

Canarias dice adiós a la calima

Los últimos coletazos de agosto dejan jornadas más frescas en las islas occidentales con temperaturas moderadas, que tocaron su máximo en los termómetros de la capital con 27 grados. Esta tregua del calor propicia la desaparición de la calima, aunque se seguirán rondando los 30 grados en algunos municipios como Santa Lucía o San Bartolomé de Tirajana. En cuanto al mar, la altura de las olas estuvo ayer en los dos metros y medio. En este sentido, la Aemet recomienda que los bañistas "presten atención a las predicciones meteorológicas” y mantengan cuidado al bañarse en el mar. El aviso amarillo incluye también riesgo por fuertes vientos de hasta 61 kilómetros por hora, que afectarán al sureste de Tenerife, este, oeste y cumbre de La Gomera, extremo oeste y sureste de El Hierro, y al noroeste y sureste de La Palma.

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