"Quiero Funkos", los Reyes Magos la lían en la Base Naval

Miles de niños y niñas reciben a sus Majestades de Oriente en la Base Naval pese a la lluvia que entró por el sur de Las Palmas de Gran Canaria

Más de una familia tira de manzanilla para llevar el día más especial del año

La pequeña Beatriz García reivindica en nombre de los niños «salud, alegría y generosidad»

Recibimiento a los Reyes Magos en Las Palmas de Gran Canaria

C. T.

Lío real en la Base Naval. Melchor, Gaspar y Baltasar se hicieron con la llave maestra que abre todas las cerraduras de la ciudad desde por la mañana. Sus Majestades de Oriente llegan a Las Palmas de Gran Canaria para que no falte ningún regalo en los hogares isleños y desatan la locura colectiva en el Arsenal Militar, con miles de padres, madres, abuelas y niños nerviosos perdidos que se acercaron desde las 11.00 horas a las instalaciones del ejército para recibir a los Reyes Magos de Oriente.

Y es que en esta ocasión el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria cambió la plaza del Intercambiador en el parque Santa Catalina por la Base Naval para organizar la recepción oficial de los Reyes Magos, encabezada por la alcaldesa de la capital, Carolina Darias, y la presidenta de la Autoridad Portuaria de Las Palmas (APLP), entre otras autoridades locales y militares.

«Quiero Funkos», pide Yadel López, de nueve años, arropado por familiares de Telde y de Tafira que se han desplazado hasta el frente marítimo del Santa Catalina para ver la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar. 

Gru y Spiderman

El pequeño López es un consumado coleccionista de Funkos, esas figuritas poperas con la cara cuadrada que están tan de moda estas fechas. Tiene diez y espera aumentar su mausoleo de personajes ilustres con Gru, nuestro villano favorito, y el incombustible Spiderman, un clásico de todas las navidades.

López está algo tímido, quizá por el disgusto que le dio ayer el Barcelona y la importancia del momento, con unos Reyes Magos que empiezan a asomar por la bocana del Puerto de La Luz

Como en los últimos años, por aquello de la condición insular y el mar que nos rodea por todos lados, Melchor, Gaspar y Baltasar han cambiado los camellos por tres remolcadores del Grupo Boluda, con pajes incluidos y un gran estrépito de bocinas y de chorros de agua a presión que anuncian la llegada de la comitiva real. 

Gremlins

Son poco más de las 12.00 horas y Roberto Herrera, el presentador del espectáculo infantil, levanta el primero de los grandes griteríos del público, que está embargado por la emoción del momento y desafía a la lluvia con paraguas, abrigos y buena actitud. «Son dos gotitas de nada, disfrutemos del ambiente, que no somos Gremlins», aclara la tía de Ayla Vistisen López, una niña de cuatro años y pelo rubio como los vikingos que apenas dice nada. Está sentada en los hombros de su madre y espera despertarse hoy rodeada de peluches: uno oso, un unicornio y un reno, esto es, un regalo por cada Rey Mago, cuenta la pequeña.

Tampoco se queda atrás Chloe Suárez, de 10 años, que sueña con un Bebé Reborn «de silicona y muchas pelucas para poder disfrazarlo», añade. Sus dos abuelas, Pilar Giménez y Carmen Rivero, se cruzan sonrisas para dar fe de la ilusión de la nieta, que se mueve inquiete entre sus familiares y se pregunta en alto cómo dormirse temprano la gran noche.

Una manzanilla

Lo de portarse bien para no recibir carbón e irse pronto a la cama es un mantra que repite sin parar Roberto Herrera por su micrófono. Chloe Suárez tiene claro a estas alturas que ha sido buena todo el año y que se merece el muñeco de silicona, pero duda de si los nervios la dejaran pegar ojo. Su abuela, Pilar Giménez, la tranquiliza, porque al caer la noche todo se arregla «con una manzanilla».

Baltasar choca manos en la Base Naval.

Baltasar choca manos en la Base Naval. / ANDRES CRUZ

La voz de Herrera suena potente en toda la Base Naval, que ha sido tomada literalmente tomada por la Policía Nacional para garantizar la seguridad, con doble control de acceso, agentes en los tejados y un dron que lo graba todo desde las alturas. También hay seguridad privada y personal militar a cada metro, un dispositivo necesario por la cantidad de asistentes y la naturaleza estratégica del recinto en el que se celebra. 

Afuera, las calles más cercanas están cortadas y las familias llegan a pie con sus hijos de la mano o empujando sus carritos. 

Ambiente

Dentro hay tres pantallas con altavoces para retransmitir en directo el espectáculo en todo el recinto: dos están casi a la entrada, a lo largo de un gran pasillo montado para la salida de sus Majestades de Oriente, y una tercera al final de la Base Naval, en la gran explanada del muelle militar, con el escenario al fondo y los dos Buques de Acción Marítima en los extremos del dique. 

Entre los buques de guerra atracaron los tres remolcadores de Boluda con los Reyes Magos a bordo. Vienen de Oriente y están cansados del viaje y de tanta escala comercial, pero la ilusión lo puede todo. El primero en desembarcar, cómo no, es el célebre Melchor, con su barba entrecana que aparece en las pantallas y desata la algarabía colectiva.

A rabiar de emoción

Luego le sigue Gaspar, aunque Herrera lo confunde con el discreto Baltasar y el público se queda algo desconcertado al ver su rostro en las pantallas, hasta que irrumpe el verdadero Baltasar y el presentador corrige su lapsus momentáneo. Todos vuelven a gritar a rabiar de emoción.

Sus tres Majestades, escoltados por los pajes, tardaron lo suyo en llegar hasta el escenario, donde les esperaba la alcaldesa con la llave maestra que abre todos las puertas de la capital. Los niños se agolparon a pie de muelle para entregarles sus chupetes y darles las cartas de regalos. De ahí la lentitud con la que avanzaba la comitiva, que enfiló el gran pasillo real hasta atravesar la Base Naval y retirarse a descansar antes de afrontar la Cabalgata por la tarde.

Carolina Darias, flanqueada por la concejala Inmaculada Medina y el concejal Adrián Santana, agradeció el esfuerzo de la Casa de Galicia para que hoy no falte la ilusión en ningún hogar y todos tengan su presente.

Mucha alegría y diversión

La alcaldesa, eso sí, dejó claro a los Reyes Magos que nada de carbón, «ni siquiera del dulce», sino «mucha alegría y diversión», porque es lo que se merecen los niños y las niñas de Las Palmas de Gran Canaria. Darias también informó a Melchor, Gaspar y Baltasar que el Ayuntamiento ha renovado y ampliado el espacio de las carrozas municipales para ganar en comodidad durante el recorrido de la Cabalgata.

Igual de magnánima que la regidora estuvo Beatriz García, una niña que leyó una carta de bienvenida a los Reyes Magos en nombre de todos. La pequeña actriz pidió «salud, alegría y generosidad» para este año que arranca, incluso realizó una llamada a la acción para respetar el medioambiente y conservar el planeta.

Tras los breves discursos, tomó el relevo Barrios Orquestados, que se arrancó con el clásico villancico de Navidad para marcarle el paso a Melchor, Gaspar y Baltasar, que comenzaban a adentrarse en el largo pasillo real para salir de la Base Naval. Afuera, en el mismo comienzo de Mesa y López, les esperaban centenares de familias para saludarlos.

Nubarrones a la vista

Así transcurrió una jornada algo desangelada por los paraguas y la lluvia intermitente que entraba por el sur de la ciudad, con grandes nubarrones a la vista y menos público que el año pasado, aunque con la misma ilusión y el ambiente de las grandes fiestas. 

El espectáculo musical La Merienda de Alicia, con varios personajes del cuento de Lewis Carroll sobre el escenario, fue fundamental para mantener la moral alta durante las dos horas y media que duró la recepción real, sobre todo al principio, cuando arrancó a llover y los remolcadores de Boluda aún estaban lejos de la había capitalina. 

Melchor saluda al público.

Melchor saluda al público. / ANDRES CRUZ

Sobre las tablas, algunos de los personajes de Alicia en el país de las maravillas, como el Señor Conejo y la Señora Oruga, quienes lanzaron reflexiones sobre el paso del tiempo, que nunca se puede detener por mucho que corras para no llegar tarde. «¿Por qué están todos tan nerviosos?», preguntaban los actores por las prisas «en este país». 

Unos nervios que se transformaron en alegría con el sonido de las primeras canciones, entre ellas La vida es una tómbola, de Marisol, y que pronto se esfumaron hasta volverse emoción con la llegada de los Reyes Magos de Oriente. La parte baja de la ciudad era ya a esas horas una ratonera de atascos y colas en los alrededores de Mesa y López, tanto por las calles cortadas como por las compras de última hora y la manía de ir en coche a todos lados.