ANÁLISIS

La joya de Vegueta vuelve a abrir sus puertas al culto

La histórica ermita ha vuelto a retomar su gloriosa actividad eucarística, inaugurando esta nueva etapa en la festividad de la Epifanía con un acto que llenó el templo de fieles

Imagen de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, popularmente conocida como la joya de Vegueta.

Imagen de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, popularmente conocida como la joya de Vegueta. / La Provincia

Miguel Rodríguez Díaz de Quintana

Tras permanecer más de cuatro décadas cerrada a la actividad religiosa, la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, popularmente conocida como la joya de Vegueta por su magnífico patrimonio, ha vuelto a abrir sus viejas puertas para las celebraciones litúrgicas.

En estos tiempos en los que parece que las grandes crisis que padecemos envuelven también los festejos eclesiásticos, de tal manera que incluso se ha llegado a decir que ciertos templos terminarán por cerrar sus puertas, la histórica ermita de Vegueta, custodiada por las Madres Adoratrices del Santísimo Sacramento, ha vuelto a retomar su otrora gloriosa actividad eucarística. Esta nueva etapa quedó inaugurada en la pasada festividad de la Epifanía con un solemne acto que llenó el templo de fieles.

La larga historia de esta iglesia se inicia en 1526, cuando fue mandada a construir por el Cabildo Catedral de Santa Ana para dedicarla al evangelista San Marcos. Era tradición que en las entradas y salidas de las ciudades se levantaran templos bajo las advocaciones de los santos defensores de las hambrunas, plagas y epidemias para pedirles su protección. La ermita de San Marcos, junto con las de San Sebastián y San Roque, se erigieron con estos fines, al mismo tiempo que servían para proporcionar al vecindario la asistencia religiosa.

Imagen de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, popularmente conocida como la joya de Vegueta.

Imagen de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, popularmente conocida como la joya de Vegueta. / La Provincia

De San Marcos Evangelista, considerado el «taquígrafo» de San Pedro y patrón de los notarios, abogados, vidrieros y ópticos, solo nos queda el recuerdo de la popular calle aledaña al templo. Al quedar totalmente destruido en 1599 por el ataque de los holandeses que sufrió la ciudad, reedificarse de nuevo por los propietarios de los terrenos, Rodrigo de León y Susana del Castillo, y entronizarse en 1610 en el remozado oratorio la Virgen de los Reyes, será a partir de ese momento cuando la nueva imagen titular empieza a ser venerada y se sustituye la antigua advocación del templo. Esta circunstancia motivó que se bautizara a todo aquel tránsito callejero de Vegueta como calle de Nuestra Señora de los Reyes, hasta que a principio del siglo pasado, y por capricho de un marqués y un alcalde, se sustituyó el rótulo de la vía por «calle Reyes Católicos».

La actual imagen, encargada y traída de Sevilla a mediados del siglo XVI, fue llevada a Madrid en 1794 para su restauración y devuelta a su oratorio de Vegueta el mismo año. Así nos lo indica el memorialista Isidoro Romero Ceballos al dar cuenta en su diario que «se ha quitado el rostro y manos de la antigua». A mediados de la segunda mitad del pasado siglo, la imagen sufrió otra nueva restauración cuyos resultados no han satisfecho a sus devotos, que consideran que el «sacrílego retoque sufrido ha empañado su hermosa tez y desvirtuaron un tanto la expresión de su cara». Los nuevos encargados de contribuir al mantenimiento del oratorio ya han presentado a las autoridades eclesiásticas la solicitud para proceder a su recuperación original, y así poder celebrar este año el 230 aniversario de su nueva andadura y devoción varias veces secular.

La ermita va a padecer otro percance con el desplome que sufrió en 1940. Las aguas subterráneas y las filtraciones de lluvia a través del artesonado tuvieron mucho que ver. Reconstruido nuevamente el oratorio bajo la dirección del arquitecto alcoyano, Rafael Massanet, y el constructor José Valido, tres años más tarde pudo el templo proseguir sus cometidos tradicionales. Uno de ellos era el de dar recepción a los cadáveres que iban rumbo al cementerio. Entonces existía la costumbre, al paso del difunto por la ermita, de entrarlo al templo y quedara allí depositado hasta el día siguiente, con objeto de ganar indulgencias, práctica que acabó por ser suspendida por las autoridades.

A partir de ahora se celebrará misa todos los domingos. Tanto la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, como la comisión gestora de la recientemente creada Agrupación de Fieles Virgen de los Reyes, serán las encargadas de mantener la tradición y la historia de tan emblemático y legendario templo canario.

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