Semana Santa 2024

La foto que inmortaliza la fe en la procesión de ‘La Burrita’ de Las Palmas de Gran Canaria

El Domingo de Ramos reúne a cientos de fieles para arropar la talla de Jesús a lomos del asno

Es uno de los encuentros más familiares e intergeneracionales

Procesión de 'La Burrita'.

La Provincia

La Semana Santa comenzó ayer con la popular procesión de ‘La Burrita’, que partió del Parque San Telmo. La talla de Jesús a lomos de un burro desfiló por las principales calles acompañada por niños, jóvenes y adultos, en una de las procesiones más familiares. La banda Isleña amenizó el paso de la figura con míticas marchas como Macarena, Hermano Costalero y Esperanza Marinera. Entre los devotos se encontraban los adolescentes Irene y Álvaro, que como cada año se toman una fotografía para recordar esta tradición familiar que lleva acompañando a la familia desde que ellos tienen uso de razón.

Van con paso decidido unos metros por detrás de la talla con sus familiares a sus espaldas. Es un día importante para la familia, no saben si asistirán a otras procesiones, pero la de ‘La Burrita’ es intocable, no han faltado ni una sola vez. Cada año se toman una foto todos juntos y se sorprenden de lo mucho que han cambiado con el tiempo. «Estamos un rato viendo las fotos de otros años y es muy bonito ver cómo hemos crecido», cuenta Álvaro. «Es una tradición familiar y venimos porque nos gusta mucho, nunca nos hemos sentido obligados», afirman ambos. 

Naira Pérez tiene en el seno de su familia las dos caras de la moneda, su hija pequeña estaba pletórica de asistir por primera vez al encuentro, por otra parte, el niño se encontraba indiferente. «A mí me gusta mucho, yo rezo todos los días por las noches», confiesa la pequeña. «Yo no soy mucho de este tema de la religión», apunta su hermano. «Quería que los niños conocieran esta procesión porque hemos venido a otras, pero nunca a esta», comenta Pérez. «A mí no me solían traer de niña, pero de jovencita sí que empecé a participar y es muy bonito compartirlo con tus hijos», añade. 

La procesión celebra la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de un asno aclamado por una multitud que ya lo consideraba el Mesías, y marca el inicio de la Semana Santa. Por ello, Carmen Pérez no falla nunca a la cita, ya que considera que es una manera de integrarse en la fe. La mujer estaba sentada en el Parque San Telmo haciendo tiempo hasta que llegara su nieta de 12 años. No será la única procesión a la que Pérez asista, ya que tiene apuntada las fechas y horas de cada una de ellas. «En estas fechas intentamos adaptar nuestra vida y horarios a las procesiones», destaca. 

Llegar al siglo

Para muchos creyentes la Semana Santa es una fecha señalada del calendario que esperan a lo largo del año. Para Valeriana Castilla es impensable no asistir a todas y cada una de las citas y sus misas. «Mientras yo viva vendré todos los años», comenta la mujer de 88 años. «Le debo mucho a Dios, no tengo ninguna operación, he tenido ocho hijos y he criado dos gemelos, y aquí estoy, vivita y coleando», explica enérgica mientras camina acompañada de dos de sus hijas y una vecina. La extremeña, que ha pasado la mayor parte de su vida en Canarias, le pide a Dios poder llegar a los 100 años, pero siempre y cuando sea con la misma salud que la caracteriza.

Unos pasos atrás, Inmaculada Cabrera llevaba una gran rama de olivo que iba separando para ofrecer a aquellos que no les había dado tiempo de conseguir una. «Siempre cojo un ramo grande porque hay personas que no pueden llegar a tiempo y coger una o no tienen el dinero para comprarla», explica. Cabrera considera que en esta época es importante compartir: «Si la persona está aquí ya de por sí compartimos la fe y el sentimiento festivo». Cabrera mientras camina envuelta en el calor de los feligreses, el olor a incienso, la música y las ramas de olivo, acebuche y palma puede encontrar la calma y meditar. «Mientras camino oro y medito, sobre todo le pido a Dios salud porque es lo que menos está a nuestro alcance, si hay salud lo demás viene solo», considera. 

Después de recorrer Triana, Perdomo, Pérez Galdós y Buenos Aires, los devotos regresaron a San Telmo, donde se ofició la misa. En el Parque seguían los hermanos Fernando y Antonio Carrasco vendiendo las últimas hojas de palma trenzadas. «Mi hermano lleva 60 años vendiendo en el Domingo de Ramos, viene desde que tenía 14 años, yo vengo para ayudarlo», cuenta Antonio. Ellos mismos rizan la rama de la forma tradicional que aprendieron desde pequeños. Despacharon a sus clientes que poco a poco se sentaron para escuchar la ceremonia.

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