Un navegante muere subido al mástil de un velero cerca de Fuerteventura

Las labores de rescate se han prolongado alrededor de 19 horas | Buzos de la Guardia Civil han recuperado el cadáver en el velero a las 15.19 horas de este lunes entre Gran Canaria y Fuerteventura

Salvamento Marítimo traslada el velero 'Poppy' a Las Palmas de Gran Canaria tras fallecer uno de sus tripulantes

C. A. C.

Un navegante francés murió la noche del pasado domingo al sufrir un fuerte golpe cuando estaba colgado del mástil del velero Poppy cuando navegaba a unas 12 millas náuticas (22 kilómetros) al oeste de Fuerteventura. Su acompañante, de unos 60 años y también de origen galo, fue rescatado por un helicóptero de Salvamento Marítimo en plena oscuridad y bajo un importante estado de shock, que provocó que fuera ingresado en el Hospital Doctor Negrín de Las Palmas de Gran Canaria.

El accidente ocurrió poco después de las 20.00 horas de antes de ayer cuando la víctima se había subido al palo de la embarcación para solucionar un contratiempo cuando navegaba cerca de la localidad de La Pared. En un momento dado, cuando el viento arreciaba por encima de los 20 nudos (37 kilómetros por hora) y había mala mar, el hombre se golpeó fuertemente contra el mástil, que le provocó una herida sangrante y le dejó colgado a varios metros de altura. 

Su compañero de viaje dio de inmediato aviso al Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de Las Palmas, que movilizó el helicóptero Helimer 201 con base en el aeropuerto de Tenerife Sur. En un primer momento, la alerta advertía de un posible riesgo de hundimiento, aunque posteriormente se comprobó que el velero, de nueve metros de eslora por cuatro de manga, mantenía la flotabilidad sin problema alguno.

Posicion del velero 'Poppy' cuando había solicitado ayuda al oeste de Fuerteventura.

Posicion del velero 'Poppy' cuando había solicitado ayuda al oeste de Fuerteventura. / SALVAMENTO MARÍTIMO

La aeronave llegó a las coordenadas facilitadas por el tripulante en torno a las 21.35 horas, momento en que los rescatadores procedieron a izarlo en buen estado de salud, pero bajo un importante estado de nerviosismo. Asimismo, comprobaron que por las condiciones meteorológicas presentes en ese momento era arriesgado proceder a izar a la víctima, que, según las mismas fuentes, ya se encontraba fallecida. El Helimer 201 evacuó al rescatado hasta el citado hospital de la capital grancanaria, donde ingresó con un cuadro de estrés postraumático. 

La Salvamar Nunki partió durante la noche desde el Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria para tratar de recuperar el cadáver del ocupante. Sin embargo, cuando llegaron ya de madrugada a la altura del Poppy certificaron que debido a las condiciones meteorológicas y el lugar en el que se encontraba el cuerpo la operativa era inviable. Ya de día, la Guardamar Polimnia que había zarpado de madrugada de Puerto del Rosario trató de realizar la misma maniobra con el apoyo del helicóptero Helimer 205 que despegó del aeropuerto de Gran Canaria, aunque con idéntico resultado. Así, no fue hasta mediodía cuando la patrullera Miguel de Cervantes acudió con los componentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil cuando se recuperó el cadáver.

Un rescate con dificultades

Esta maniobra se demoró hasta poco después de las tres de la tarde, cuando ya el cuerpo fue introducido en el Miguel de Cervantes y trasladado, junto con el velero, hasta Las Palmas de Gran Canaria. El cadáver fue llevado hasta el pantalán Fransary del Puerto de La Luz, donde anoche los agentes de la Policía Judicial de la Comandancia de Las Palmas esperaban para iniciar una investigación con la que determinar las causas del accidente. Por su parte, la Salvamar Nunki se encargó de introducir el velero en el Muelle Deportivo, que quedó precintado a la espera de las pesquisas. El barco llegó con restos de sangre de la víctima en el mástil que reflejaban que se encontraba subido cuando se golpeó contra la estructura.

Varios marineros que se encontraban en el muelle comentaron la temeridad que supone subir a un palo de más de cinco metros de altura en alta mar, de noche y con condiciones meteorológicas adversas. «Para eso hay que tener mucha destreza,», indicó uno de ellos.