Tribunales | Juicio por agresión sexual y física a dos menores

Las niñas de Fuerteventura "eran esclavas sexuales" de su padrastro

Dos víctimas de abuso declaran que su padrastro las sometió a agresiones durante siete años | Las acusaciones piden 33 años de cárcel para el procesado

El acusado este miércoles durante el juicio en su contra por agresión sexual a sus hijastras

El acusado este miércoles durante el juicio en su contra por agresión sexual a sus hijastras / M. S. J.

«Las niñas fueron esclavas sexuales a las que este señor tenía derecho a agredir», lamentó este miércoles el abogado Manuel Rubiales, letrado de la acusación particular que representa a las menores supuestamente agredidas física y sexualmente por la pareja de su progenitora durante, al menos, siete años en Fuerteventura. 

Este miércoles se celebró en la Sección Segunda de la Audiencia de Las Palmas el juicio contra el procesado para el que la Fiscalía solicita una condena de 33 años de prisión por, presuntamente, haber cometido dos delitos continuados de agresión sexual a menor de 13 años, dos continuados de maltrato de obra en concurso real con dos de maltrato habitual en contra de las hijas de su pareja. A esta calificación se adhirió Rubiales, quien pidió a su vez que se decrete la prisión preventiva para el investigado «por el riesgo de fuga y de reincidencia».

El hombre negó rotundamente los hechos ante la Sala y relató que sólo en una oportunidad llamó «pendeja» a la mayor de las perjudicadas –que tenia ocho años cuando comenzaron los supuestos abusos– y aseguró que les había dado una nalgada «en alguna oportunidad» a ambas pequeñas y en presencia de la madre. Explicó que la relación con las denunciantes y la progenitora siempre ha sido buena desde que comenzó en 2009 y tras irse a vivir con ellas en 2010. 

El acusado alegó, además, que la denuncia pudo deberse al mal comportamiento que la hija mayor de su expareja tenía en la escuela a raíz de ser «presionada por su madre» con las calificaciones. Indicó que la relación sentimental con la progenitora de las víctimas se rompió en 2017 aunque siguieron conviviendo juntos hasta que él tuvo una discusión con la mayor de las menores. Culpó a la madre de espetarle insultos a las pequeñas y pegarles cuando se portaban mal. «Las niñas y yo solíamos ducharnos juntos porque la madre las mandaba», sostuvo el acusado.

Vídeos pornográficos

La mayor de las perjudicadas –que ahora tiene 18 años– narró ante el Tribunal que decidió contar lo que había sufrido tras presenciar una clase de violencia de género en la que no pudo parar de llorar, por lo que una educadora social la atendió. Todo empezó, según la víctima, con vídeos pornográficos que el procesado le enseñaba en los que las mujeres «no daban su consentimiento» para mantener relaciones sexuales que «eran violentas».

El acusado niega todo y asegura que era la madre quien insultaba y pegaba a las menores

«Me obligaba a tocarle sus partes, me cogía la mano y me hacía masturbarle, cuando estábamos en la casa, en la habitación de mi madre principalmente», reiteró la joven sollozando mientras hablaba. La afectada detalló a preguntas de la representante de la Fiscalía que la pareja de su madre le hacía «chuparle el pene». «Me apretaba los dientes, me cogía por el pelo cuando no estaba mi madre. Me llegó a rajar la parte superior del frenillo de utilizar la fuerza para abrirme la boca», contó entre lágrimas. «Recuerdo que una vez mi prima pequeña se quedó a dormir en la casa y él se acostó conmigo, cuando desperté yo estaba sin bragas», añadió. 

La víctima relató otro episodio en el que el encausado le levantó la camiseta en el salón de la vivienda y empezó a chuparle el pecho. «Le pedí que parara, me fui al baño a lavarme y me eché perfume y cuando regrese se burló de mí por eso», apostilló. 

Autolesiones y parálisis

La perjudicada también manifestó que el investigado las obligaba a bañarse con la puerta del baño abierta tras llegar de la escuela y él se metía con ellas a restregarles el pene. Asimismo, declaró que no le contó a nadie lo sucedido porque él la amenazó con partirle la cara si lo hacía. «Como ya me pegaba con frecuencia le creí y sentí miedo», añadió. La joven explicó que a raíz de esto se autolesionaba para descargar su ira y llegó a sufrir de parálisis facial.

La hermana menor –que tenía seis años cuando comenzaron los hechos– aseguró que la mayor le había explicado como se hacían los bebés para que ella supiese qué era lo que le hacía el procesado. «Nos pegaba con mucha frecuencia, prácticamente todos los días, si no hacíamos lo que quería nos pegaba, a veces porque sí, en brazos, nalgas, donde pillara», recalcó la chica que ahora tiene 16 años. Esta víctima rememoró otro episodio en el que le fue a llevar el móvil al acusado a petición de éste y cuando entró a la habitación lo encontró desnudo y le dijo que era su hermana quien tenía que traerle el dispositivo. «Yo escuchaba a mi hermana decirle que no quería y después me percaté de que estaba provocada en el baño», lamentó. Además, explicó que este hombre las «obligaba» a darle masajes y sostenía las manos de ellas «con fuerza» para acercarlas a su pene.

El abogado de las pequeñas reclama que el agresor entre en prisión preventiva por «riesgo de fuga»

La madre de las pequeñas contó que la mayor el pasado 4 de marzo de 2018 le dijo que tenía «problemas» con el acusado pero ella entendió que se trataba de la convivencia con él y por ello le dijo que se quedase tranquila porque ya no vivía con ellas. «No presencié que él les pegara, salvo una vez que estuvo discutiendo con la mayor, medié para que dejaran de hacerlo y él la empujo contra la cama, así que yo le pedí que se fuera de la casa», sostuvo, al tiempo que detalló que ella no tolera el maltrato físico ni el verbal. «Discutía con él porque levantaba la voz a mis niñas y no dejaba marcas visibles (de los golpes) para que yo no las viera, entiendo», insistió. La mujer reconoció que ella se baña con la puerta abierta porque tiene miedo a caerse dentro de la ducha y que nadie se dé cuenta y que puede que sus hijas y el acusado también lo hicieran pero «nunca» juntos.

La educadora social a la que una de las afectadas le contó lo que sucedía reseñó ayer que lo que la denunciante relató «fue tan duro» que su mente «ha olvidado los detalles como mecanismo de defensa». La testigo también apuntó que la hermana mayor se sometió a los abusos porque quería proteger a la pequeña. Por su parte, el perito que se entrevistó con las denunciantes aseveró que el relato de las dos es «creíble». «Existe una alta credibilidad porque su testimonio cuenta con consistencia», reiteró el experto, al tiempo que añadió que la mayor de las víctimas tiene una afectación «genuina y una huella psíquica que debe ser tratada con terapia». Según la Fiscalía, el procesado se quedaba a cargo de las pequeñas una vez que estas salían del colegio, mientras que la madre de las menores se encontraba trabajando.

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El letrado de la acusación particular Manuel Rubiales defendió que «la progenitora de las menores también es una víctima», por lo que pidió que se le indemnice –de ser condenado– con 20.000 euros para ella. Este abogado se añadió al resto de solicitudes de la Fiscalía que requirió una pena de prisión de 33 años por dos delitos continuados de agresión sexual, dos continuados de maltrato de obra en concurso real con otros dos de maltrato habitual. En concepto de responsabilidad civil, ambas acusaciones pidieron una indemnización para la mayor de las víctimas de 20.000 euros y 10.000 para la menor. Mientras que el letrado de la defensa pidió la libre absolución de su cliente y agregó que le parecía «muy difícil entender que durante ese periodo no se entere la madre de nada. Si eso es así no es tan real el relato que están contando». Al tiempo que justificó que «pendeja significa, según la Real Academia Española, tonta. Sin embargo, en esa discusión ella (la mayor de las perjudicadas) le dijo ‘me cagó en todos tus muertos’». El juicio quedó visto para sentencia. | M. S. J.

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