Análisis

La guerra entre Israel y Hamás envía ondas de choque a la comunidad científica

Arroja sombras sobre el futuro tecnológico israelí y deja en ruinas la infraestructura científica de Gaza

Disparo de un misil por parte del sistema antiaéreo 'Cúpula de Hierro' en respuesta al lanzamiento de un proyectil desde la Franja de Gaza contra Jerusalén

Disparo de un misil por parte del sistema antiaéreo 'Cúpula de Hierro' en respuesta al lanzamiento de un proyectil desde la Franja de Gaza contra Jerusalén / Europa Press/Contacto/Nir Alon

Eduardo Martínez de la Fe

Eduardo Martínez de la Fe

La guerra entre Israel y Hamás ha provocado que haya menos científicos en las universidades israelíes y ha dejado en ruinas la limitada infraestructura científica de Gaza. La vanguardia tecnológica israelí está comprometida mientras en Palestina los científicos solo piensan en seguir vivos.

La reciente escalada de violencia entre Israel y Hamás ha tenido un impacto devastador en la vida de miles de personas, tanto en la Franja de Gaza como en Israel.

Pero también ha afectado a la comunidad científica, que ha visto cómo se interrumpían sus proyectos de investigación, se dañaban sus infraestructuras y se ponían en riesgo sus colaboraciones. Una situación que recuerda en algunos aspectos a la vivida en Ucrania después de la invasión de Rusia.

Según un artículo publicado en la revista Science, la guerra de Israel con Hamás ha obligado a muchos científicos a suspender sus actividades, refugiarse en sus casas o buscar lugares seguros. Muchos investigadores israelíes han abandonado sus universidades o se han incorporado al ejército. Los científicos empiezan a escasear.

Ruina científica en Gaza

En Gaza, han tenido que abandonar sus laboratorios, dejando atrás equipos y muestras valiosas. Algunos han visto cómo sus instalaciones eran alcanzadas por los bombardeos, como el caso del Instituto de Ciencias Médicas Al-Rimal en Gaza, que fue destruido por un ataque aéreo israelí el 17 de octubre.

La limitada infraestructura científica de Gaza está en ruinas, asegura Science. Dos instituciones importantes –la Universidad Islámica de Gaza y la Universidad Al-Azhar– han sufrido grandes daños por los ataques aéreos israelíes, añade.

Riesgos para Israel

La escalada del conflicto con Hamás también arroja sombras sobre el desarrollo científico israelí, que es un país líder en investigación y desarrollo, innovación y tecnología: según datos de 2015, invirtió el 4,3% de su producto interior bruto (PIB) en investigación y desarrollo civil, la proporción más alta del mundo.

En 2019, Israel fue clasificado como el quinto país más innovador del mundo por el Índice de Innovación de Bloomberg. Ocupa el decimotercer lugar en el mundo por producción científica, medida por el número de publicaciones científicas por millón de habitantes.

En 2014, la participación de Israel en los artículos científicos publicados en todo el mundo (0,9%) fue nueve veces mayor que su participación en la población mundial (0,1%).

Gasto militar

La pregunta que queda ahora en el aire es el impacto que podría tener una posible escalada bélica, tanto con Hamás como a nivel regional, sobre el brillante logro científico israelí.

El gasto bélico puede tener un efecto ambivalente sobre el desarrollo científico de Israel. Por un lado, puede estimular la innovación y la tecnología en el ámbito militar y de seguridad, como lo demuestra el sistema de defensa aérea conocido como “cúpula de hierro” o los avances en inteligencia artificial.

Por otro lado, sin embargo, puede restar recursos y prioridad a otras áreas de investigación y desarrollo que podrían beneficiar al bienestar social, económico y ambiental del país y de la región y afectar al liderazgo tecnológico adquirido.

Archivo - Soldados de Israel cerca de la valla de separación en los alrededores de la ciudad cisjordana de Yenín

Archivo - Soldados de Israel cerca de la valla de separación en los alrededores de la ciudad cisjordana de Yenín / Ilia Yefimovich/dpa

Inversión en defensa

En 2022, Israel dedicó el 4,5 por ciento de su producto interno bruto (PIB) al ejército, el décimo porcentaje más alto del mundo, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Esta cifra supera con creces la media mundial (1,7%) y la de otros países desarrollados como Estados Unidos (3,7%), Alemania (1,3%) o Japón (0,9%). También supera la de sus vecinos árabes como Egipto (1,2%), Jordania (4,7%) o Líbano (4%).

Tensión regional

El alto gasto militar de Israel se explica por su situación de conflicto permanente con Palestina y otros países de la región, así como por su alianza estratégica con Estados Unidos, que le proporciona una ayuda militar anual de más de 3.800 millones de dólares.

Sin embargo, este gasto también tiene un coste de oportunidad, ya que implica renunciar a invertir en otras áreas que podrían mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y contribuir al desarrollo sostenible.

Según un informe del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), Israel necesita mantener su economía innovadora para sostener su ventaja militar y su seguridad nacional.

Futuro incierto

El informe advierte también que Israel se enfrenta a varios desafíos que amenazan su competitividad y su crecimiento, como el envejecimiento de la población, la desigualdad social, la dependencia energética o el cambio climático.

El informe recomienda que Israel incremente su inversión en educación, infraestructura, salud y medio ambiente, así como que diversifique sus socios comerciales y científicos. Una opción bastante improbable en caso de escalada bélica.

¿Y Palestina?

El desarrollo científico de Palestina no tiene nada que ver con el de Israel porque su situación económica y social es completamente diferente y por lo tanto no son comparables.

Según un informe de la UNESCO publicado en 2021, el gasto en investigación y desarrollo en Palestina fue solo del 0,3% del producto interno bruto (PIB) en 2018, muy por debajo del promedio mundial (2,2%) y del objetivo del 1% establecido por la Liga Árabe. Además, el informe señala que Palestina tiene una de las tasas más bajas de investigadores por millón de habitantes (372), y que solo el 18% de ellos son mujeres.

Ello no ha impedido a Palestina realizar investigaciones y publicaciones en diversas áreas del conocimiento, a pesar de las limitaciones y dificultades como el bajo nivel de inversión científica, en infraestructura, equipamiento y personal cualificado. Incluso ha colaborado con científicos israelíes en algunos campos.

Smoke is seen rising in Gaza from a viewpoint in Southern Israel

Impacto de misiles israelíes sobre Gaza. / VIOLETA SANTOS MOURA

Manos atadas

El problema radica en que el desarrollo científico de Palestina está completamente condicionado por la ocupación israelí y el bloqueo de Gaza, que se traduce en restricciones de movilidad, acceso a información, colaboración internacional y seguridad, ha denunciado la Academia Palestina de Ciencia y Tecnología en un comunicado.

Los científicos palestinos sufren constantes obstáculos para viajar dentro y fuera de los territorios ocupados, para obtener permisos para importar o exportar equipos o materiales, para participar en conferencias o proyectos con colegas extranjeros, o para proteger sus laboratorios e instalaciones de los ataques militares.

Incluso ha habido casos de detención arbitraria, interrogatorio o tortura de científicos palestinos por parte de las autoridades israelíes.

Alcances diferentes

Una escalada bélica tendría, en consecuencia, un alcance muy diferente para la ciencia de Israel respecto a la de Palestina.

En el caso de Israel, está claro que el gasto bélico puede frenar el desarrollo científico si se hace a expensas de otras áreas prioritarias para el bienestar colectivo. Israel necesita buscar un equilibrio entre sus necesidades militares y sus objetivos civiles, así como entre sus intereses nacionales y sus compromisos internacionales, por lo que una escalada bélica no sería algo deseable para mantener y escalar su nivel científico-técnico.

En el caso de Palestina, el desarrollo científico es un reto que requiere más apoyo y reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional. La ciencia puede ser un factor de progreso y paz para el pueblo palestino, si se le garantiza su derecho a la educación, la investigación y la innovación. Algo impensable en caso de escalada bélica.

¿Solución o problema?

La guerra no es la solución, es el problema. Esta frase, atribuida erróneamente a Martin Luther King en 1970 en la revista The Nation, refleja perfectamente lo que pensaba este defensor de los derechos civiles. Los científicos de cualquier parte del mundo lo saben muy bien.