Al paso, al trote, al galope

La UD abusa de la lentitud en el juego y se confía ante la superioridad numérica | Sin ritmo, el equipo se convierte en muy previsible

Jonathan Viera conduce el balón perseguido por Jorge Miramón, ayer en Butarque.

Jonathan Viera conduce el balón perseguido por Jorge Miramón, ayer en Butarque. / Pablo Fuentes

Si la UD no aprovechó el hecho de jugar con uno más durante más de una hora fue, entre otras cosas, por su lentitud en el juego. Fue al paso, y cuando empezó a galopar ya era demasiado tarde. Un mal día en Butarque, aunque un punto más para un equipo que si no sube el ritmo, es muy previsible.

Si la UD Las Palmas se fue de Butarque sin haber tenido una sola ocasión clara –si el tiro de Pejiño con la derecha a pase de Viera se considera una oportunidad, entonces tuvo una– fue en parte por la solidaridad del Leganés desde que se vio con un jugador menos en el minuto 16, pero sobre todo porque el equipo amarillo fue al ralentí. Al paso. Y así es imposible. A lo largo de la temporada ha tenido sobradas ocasiones de comprobarlo, pero ayer cometió el mismo pecado y desaprovechó una buena oportunidad de ganar y aumentar su distancia con el Levante, que también pinchó.

Había entrado mal al partido, pero cuando sucedió la expulsión de Juan Muñoz por una entrada dura a Valles –aunque sin querer, porque no lo vio venir– poco cambió. Lejos de ir a por el choque de manera decidida a través de un cambio de ritmo, se confió, y con sus toques horizontales y poca verticalidad hizo vivir cómodo al cuadro pepinero. Tanto, que a pesar de tener que vivir durante más de una hora en inferioridad apenas sufrió.

La segunda parte, lejos de suponer un impulso tras el paso por los vestuarios, fue más de lo mismo, o peor, porque García Pimienta, siempre encerrado en sus costumbres, decidió quitar a Pejiño sólo porque tenía una tarjeta. De alguna manera, hizo prevalecer su miedo al miedo que pudiera generar el barbateño en el rival; había desbordado y buscado el gol en la primera parte y su salida fue un lastre, porque la UD perdió gol.

Cuando entraron Sandro y Loren a media hora del final –otra costumbre del entrenador– el paso se convirtió en trote, pero cada vez con menos tiempo por delante. Cuando llegó el galope, ya muy al final, apareció la precipitación, y varias posibles ocasiones de gol se quedaron en la fase de gestación por malas decisiones.

Si a todo ello se le suma que el jinete del equipo, Jonathan Viera, está muy lejos de su mejor versión –aún así, dejó casi solo a Pejiño con un pase extraordinario–, la explicación de por qué la UD gané a un rival que jugó durante una hora con uno menos sale por si sola. El ‘21’ mucho tuvo que ver en el ralentí. Si Las Palmas no galopa, malo. Fue una concesión de líder y una nueva demostración.

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