Más de 24.000 desencantos

El Estadio registra la mejor entrada de 2023 para ver a dos equipos en caída que ofrecen un espectáculo pobre, pero que están vivos

Imagen de un sector del Estadio de Gran Canaria, que registró una entrada de 24.070 espectadores. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

Imagen de un sector del Estadio de Gran Canaria, que registró una entrada de 24.070 espectadores. | | JOSÉ CARLOS GUERRA / Pablo Fuentes

El Gran Canaria registró ayer la mejor entrada de 2023, la segunda con mayor afluencia tras el derbi, pero el espectáculo ofrecido por ambos equipos fue pobre. En el caso de los amarillos, la caída se prolonga durante dos meses, pero los fallos de todos los de arriba la mienten viva en su lucha por el ascenso directo.

Es curioso. A falta de cinco jornadas para la conclusión del campeonato la UD Las Palmas está donde quería estar a principios de curso, con la participación en el playoff casi en el bolsillo y con opciones de ascender por la vía directa, pues como mucho acabará la trigesimoséptima fecha a cuatro puntos del líder y a menos de las segunda plaza si no vence el Granada en Santander, sin embargo, la sensación que tiene el entorno amarillo es de desencanto, seguramente por lo que su equipo ha sido capaz de hacer. Tan raro como el propio fútbol.

Ayer el Gran Canaria registró la mejor entrada del año, la segunda de la temporada después del derbi. Acudieron a Siete Palmas 24.070 espectadores, de los que sólo unos pocos eran aficionados del Levante. Los ingredientes eran perfectos: buena temperatura, buena hora y un partido entre dos de los aspirantes al ascenso llamado a ser atractivo, pero el resultado fue un truño enorme. Bodrio, tedio o sopor valdrían también para describir lo que sucedió sobre el césped entre dos conjuntos que no estuvieron a la altura del objetivo al que aspiran.

Al menos el cuadro de Calleja gozó de dos ocasiones muy claras en la primera parte, porque el de García Pimienta, ni una en todo el encuentro. Cero. Muchas llegadas, pero ninguna concretada en oportunidad de peligro. Al final, ambos sumaron una jornada más sin ganar, lo que les deja con una sola victoria en las últimas ocho. Más dudas. Y una especie de resignación que ayer no explotó en pitos por la entidad del oponente y la entrega de los locales, pero que de alguna manera dejó percibir que ya casi nadie cree que este grupo pueda ascender directamente.

Una especie de resignación se ha apoderado de la grada, consciente del bajón que experimenta la UD

Los argumentos no le avalan desde hace tiempo. Ya no es una cuestión de si Jonathan Viera está bien o no –ayer el equipo le echó de menos por muy mal que esté–, de si Moleiro juega por el centro o en la banda –ayer lo hizo donde más le gusta, en la mediapunta, y fue el mejor, pero nadie le acompañó– o de si Pejiño debe ser siempre titular porque tiene gol, algo que escasea en el plantel. Da igual: a García Pimienta se le ha caído el equipo desde hace ya tiempo por mucho que haya intentado minimizarlo con la sobreprotección a los jugadores –discurso que ya no cuela en el vestuario– o la defensa acérrima del modelo.

En cualquier caso, gracias a que la Segunda División está como está Las Palmas no se ha desplomado en la tabla, pero urge una reacción en un momento de la temporada en el que dan igual las formas porque lo único que importa es el fondo: ganar como sea. Quizá por la asunción de ese axioma tan básico pueda venir el resurgir de un equipo que era mucho más equipo hasta hace no mucho.

Con la defensa a ultranza del modelo queda en el olvido lo único importante a estas alturas: ganar

Por fortuna para los amarillos, y para todos, el nivel de la categoría es tan bajo –a pocos les queda la duda de que la igualdad viene más por los deméritos que por los méritos– que nadie se ha escapado. Una sola victoria, como sea, puede cambiar todo, hasta la resignación y el desencanto de la grada.

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