El incivismo y la desidia se ensañan con La Noria de Jinámar, uno de los últimos ejemplos de la industria hidráulica tradicional de Gran Canaria

Vecinos de este barrio teldense aprovechan un hueco abierto y fotografían el estado del interior de esta edificación que forma parte del catálogo de bienes de interés cultural de Canarias

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El incivismo se ha ensañado con una de las joyas del patrimonio histórico de Telde, la Noria de Jinámar, una estructura hidráulica que ha sido objeto de varias actuaciones de restauración, pero que ha sido abandonada a su suerte por las administraciones públicas a lo largo de los años.

Vecinos de Jinámar denuncian su mal estado y piden al Ayuntamiento de Telde, Cabildo de Gran Canaria y Gobierno canario que tomen medidas urgentes para proteger este inmueble. Quieren mantener el anonimato porque han accedido al recinto aprovechando que los accesos están abiertos, unas entradas que también han utilizado los vándalos que han realizado destrozos en su interior. 

Aseos, puertas, ventanas y paramentos rotos, se unen a la basura acumulada y al deterioro de la carpintería metálica y otros elementos constructivos por la falta de mantenimiento y vigilancia. 

Imagen del interior de una de las dependencias

Imagen del interior de una de las dependencias / LP / DLP

«La Noria debería ser un museo y un atractivo turístico y educativo», apunta una de las personas que denuncia su situación de abandono. Sin embargo, hoy en día el Consistorio teldense no cuenta con un proyecto a corto o medio plazo para este lugar que en 2018 entró a formar parte del catálogo de bienes de interés cultural de Canarias, con categoría de sitio etnológico. 

Malacate

La Noria de Jinámar está ubicada en el margen derecho del barranco de Jinámar, en las antiguas propiedades de la condesa, junto al palmeral. «En sentido estricto no se trata de una noria, sino de un malacate», recoge la carta etnográfica de la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo la Artesanía Canaria, Fedac, y es uno de los últimos testimonios históricos de la ingeniería hidráulica de esta zona de la Isla, por lo que a lo largo de los últimos años las administraciones públicas han anunciado en diversas ocasiones su voluntad de convertirla en un museo. 

Interior de la Noria de Jinámar

Interior de la Noria de Jinámar / LP / DLP

El entorno de protección suma 58.483 metros cuadrados y el complejo hidráulico en sí, 3.104. Se trata de una noria de agua hecha en piedra y con techo de madera de unos 14 metros de altura. Cuenta con ocho contrafuertes al exterior y una maquinaria de hierro y madera. Además, cuenta con un pozo y un estanque regulador, así como canalizaciones de irrigación. A través de la gran rampa se trasladaban a los animales hasta la zona de giro.

Con la declaración como Bien de Interés Cultural, se pretendía otorgar a esa infraestructura hidráulica una protección continuada que garantizara su conservación preventiva y evitar alteraciones en los inmuebles y en el perímetro inmediato a los mismos. 

Siglo XIX

Según la ficha de la Fedac, se construyó en el siglo XIX a instancias del conde de la Vega Grande, Agustín del Castillo y Ruiz de Vergara «para atender su finca» y «hasta 2003 todavía extraía agua para regar la vegetación circundante». 

En 2009 este ingenio hidráulico único en Canarias estaba listo para abrir sus puertas en forma de museo de la historia del agua en Gran Canaria después de que el Gobierno de Canarias invirtiera dos millones de euros en su restauración, pero el proyecto se quedó sin culminar. Entre las diversas iniciativas anunciadas para esta joya del patrimonio estuvo también la intención del Gobierno canario de trasladar temporalmente las oficinas de Patrimonio Histórico en la Isla, una medida que permitiría dar uso al inmueble con el fin de evitar las acciones de los vándalos. 

Único

El arquitecto encargado de su rehabilitación, Jorge Manzano Cabrera, afirmó en su momento que no tenía «constancia de que haya una obra hidráulica de tal categoría ni en el Archipiélago ni en el país en general. A pesar de que cuentan que el Conde se inspiró en un malacate que vio en su viaje por Europa, yo no sé de la existencia de algo parecido en ningún sitio».