Literatura

Galdós, una biografía

El libro de la profesora Arencibia Obra que va más allá de lo meramente biográfico para constituirse en un profundo y meritorio análisis de la obra del escritor canario

Galdós, una biografía

Galdós, una biografía / La Provincia.

Javier Doreste

Javier Doreste

Periódicamente, ciertos plumíferos de variada catadura arremeten contra Galdós. Lo acusan de no ser buen escritor, de olvidarse de la técnica literaria, y varias zarandajas similares que no vale la pena comentar.

Hace poco un Nobel publicó un pretendido análisis de las obras galdosianas, respecto al que lo único digno de reseñar es el intento, pues los resultados son tan pobres que no llegan a redacción de estudiante de las enseñanzas medias. Afortunadamente, estos ataques a la obra del más grande novelista español suelen ser efímeros. Y para reforzar ese carácter pasajero contamos con monumentos galdosianos como esta magnífica biografía de la profesora Arencibia.

Obra que va más allá de lo meramente biográfico para constituirse en un profundo y meritorio análisis de la obra de Galdós. Es, afirmamos, una biografía total del autor canario que obedece a lo declarado por la misma autora: «Seguir en directo los pasos del individuo Pérez Galdós, combinando los contextos personales, históricos y sociales que condicionaron su personalidad y determinaron la construcción de su obra».

Es decir, la obra como espejo de los diversos perfiles del autor. Es como si nuestra biógrafa siguiera lo escrito por el propio Galdós en su Arte y Literatura: la vida del hombre y el trabajo del artista van tan íntimamente ligados, y se compenetran de tal modo, que no hay manera de que por separado se produzcan sin afectarse mutuamente. Y les puedo asegurar que Yolanda Arencibia se ajusta al pie de la letra de esa declaración y logra su objetivo crítico y biográfico con creces y con gusto para el lector.

Pues más allá de la profunda erudición, manejo de documentación y conocimiento de la obra de Galdós, la profesora Arencibia se erige como dueña de un lenguaje didáctico y ameno que nos permite avanzar por las más de seiscientas páginas de su libro, con placer muchas veces y siempre con agilidad. Mérito este de la amenidad biográfica que no siempre se alcanza cuando se trata de contar la vida de alguien, baste como ejemplo el fallido intento de Starkie sobre Rimbaud o la de Walter sobre Poe.

Yolanda Arencibia se nos muestra como una magnífica escritora, dueña de todos los recursos literarios con los que consigue, no solo darnos una completa visión de Galdós, sino convertirse en sobresaliente escritora que evita lo plúmbeo derivado del manejo de la abundante documentación usada. Su obra se lee no solo por el interés que suscita el biografiado sino por el placer que produce cualquier obra bien escrita. Y por ello insistimos, Arencibia escribe magistralmente. Construye un texto espejo de los diferentes perfiles del autor canario.

El Galdós novelista, el preocupado por los acontecimientos sociales y políticos, el íntimo, desfilan ante nosotros, vinculando las vivencias de uno u otro con su obra. Asistimos así a su evolución como novelista, costumbrista por momentos, realista, naturalista hasta el último que recurre a lo imaginario como forma de expresión.

Lo vemos pasar del liberalismo burgués al compromiso con los desfavorecidos y el socialismo, de la monarquía constitucional al republicanismo, siempre anticlerical no por irreligiosidad sino por compromiso veraz con el evangelio, como en su momento reivindicó Machado. Esa vinculación entre vida, obra y momento histórico nos dice que Doña Perfecta cuenta el enfrentamiento entre progreso y reacción, Tormento la destrucción de la familia tradicional como la atrasada sociedad española es destruida, desmontada, por la irrupción del capitalismo o Fortuna y Jacinta nos habla primero del período revolucionario en la huida de Juanito con Fortunata y de la restauración monárquica con la vuelta al hogar con Jacinta. Gloria lo hace de la lucha contra el fanatismo religioso, de uno u otro signo, el poder institucional de las iglesias controlando los espíritus y por tanto las vidas de las personas.

Arencibia levanta su monumento galdosiano pegada a la historia que vivió el autor y a las obras que escribió, sirviéndonos así de guía en el mundo galdosiano, como Bravo Villasante lo hizo en su momento, pero adentrándose con más fuerza, más ahínco en ese mundo y siempre manteniendo la bandera de la claridad expositiva.

Así se nos muestra un autor vívido, no anquilosado ni atrapado en lugares comunes o definiciones que quedan obsoletas. Un Galdós que cambia su división de la realidad, que sin dejar de ser el mismo, un liberal preocupado por la cuestión social, pasa de tener la triste visión de Tristana, la mujer en casa con la pata quebrada, a la feroz independencia femenina de Electra, Isidora o Mariucha, con el consiguiente escándalo. Ya en su polémica con Pereda se había mostrado asombrado de la acusación de volterianismo que le lanzó el montañés.

Arencibia nos cuenta que nunca dejó de asombrarse por el revuelo que algunas de sus obras causaban ni de los furibundos ataques de la reacción que sufrió. Estimaba que su obra no atacaba a la religión, a ninguna, sino a la utilización que se hace del sentimiento religioso por determinadas instituciones, una de ellas la propia iglesia católica.

Su sentido de la tolerancia se veía trastocado por esos ataques, para él inexplicables. Ese sentido que podría decirse es el eje de Aixa Tatúen, el episodio dedicado a las guerras de África, y en el que el protagonista descubre el valor del otro como individuo, como persona con los mismos derechos, y de la validez de su cultura, lo que le lleva a condenar las guerras, no solo las coloniales sino las guerras en sí, como acto de violencia solo justificable cuando lo que se juega es la libertad de los pueblos.

Es una biografía total que incluye el mundo femenino del autor, la madre y las hermanas que lo cuidan, la que no quiere volver a las Islas pues en ella murieron su hijo y su marido, las que vigilan que pueda escribir, pensar, recordándonos a Katrine Marçal. Y como no, las que lo amaron, desde la más humilde a la gigantesca Pardo Bazán, colega que lo trata de igual a igual, hasta la inteligente maestra de los amores finales. Un Galdós íntimo retratado con gusto, huyendo de la chismorrería, en la que a veces cae cierta crítica literaria, sin estridencias, con la misma elegancia con la que escribe Yolanda Arencibia.

Con los tiempos que se avecinan, esta biografía de Galdós, como ejemplo de tolerancia, de preocupación social y defensa de los derechos de la mujer, de vindicación del otro, cobra especial importancia.

Yolanda Arencibia ha hecho un regalo a todos los lectores en general y a los galdosianos en particular, por lo que le estaremos agradecidos eternamente. Reivindicar a Galdós en este siglo es reivindicar la libertad y la tolerancia y, no lo olvidemos, la buena escritura, aquella que conquista lectores.