Ibáñez, referente del cómic español

Homenaje de Canyissà a la pericia gráfica y humor del padre de ‘Mortadelo y Filemón’

Francisco Ibáñez.

Francisco Ibáñez. / La Provincia.

jesús zotano

En un cuadrilátero, vemos a los dos boxeadores sentados en sus respectivas esquinas durante uno de los descansos entre asalto y asalto. En primer plano, un hombre trajeado y con sombrero de copa le muestra un catálogo de ataúdes a uno de los púgiles. El entrenador, con gesto contrariado, le dice a su chico: «¡No hagas caso, Mike! ¡Es un truco de tu contrario para intimidarte!». El chiste gráfico, uno de los primeros trabajos firmados por Francisco Ibáñez para la revista Pulgarcito en 1957, resume con certeza los elementos artísticos del padre de Mortadelo y Filemón, un creador de «enorme talento plástico y narrativo». Así lo sostiene el periodista Jordi Canyissà en Ibáñez: el maestro de la historieta, libro que «rinde homenaje a la obra uno de los artistas más destacados de nuestras viñetas», a la vez que trata de «entender y descubrir las claves de su estilo».

A través de tres secciones (El dibujo, El humor y Las historias), Canyissà realiza un certero análisis del trabajo del mayor referente del cómic español, creador de inolvidables personajes como Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, el botones Sacarino y los peculiares inquilinos de 13 Rue del Percebe. Para ello, se sumerge en la pericia gráfica de Ibáñez y en sus recursos narrativos. Sin olvidar el gran ingrediente de su obra: un tono y un ritmo humorístico -influenciados por el slapstick que tanto y tan bien practicaron célebres cómicos del cine clásico como Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd- capaz de hacer sonreír por igual a distintas generaciones. La pena es que Ibáñez, que falleció en julio del pasado año, no pudo ver terminado este libro, aunque colaboró en su realización aportando numerosos bocetos originales, muchos inéditos, pertenecientes a diferentes etapas de su trayectoria.

«Una de las mayores satisfacciones que puede tener un creador es que su obra sea leída y querida. La de Francisco Ibáñez lo es. Y ese logro está al alcance de muy pocos», destaca Canyissà, que dedica la última parte a recoger el testimonio de un surtido grupo de personalidades de la cultura, el humor y la comunicación, todos ellos seguidores del autor de El sulfato atómico. Pepe Viyuela, Andreu Buenafuente, Alaska, Silvia Abril, Manel Fuentes y Eva Hache, entre otros, dejan aquí por escrito su admiración hacia Ibáñez, a quien Carlos Areces define -y razón no le falta- como «el historietista español más grande de la historia».