Semana Santa

El Señor de la Burrita

La popular imagen recorrió por primera vez las calles de Triana el 11 de abril de 1897, tras las gestiones del padre Cueto para celebrar la entrada de Jesús en Jerusalén

Procesión de 'La Burrita'

La Provincia

Miguel Rodríguez Díaz de Quintana

Cuando en 1891 llegó el Padre Cueto para tomar posesión de la Diócesis y conocer los cultos externos de la Semana Santa, se sorprendió que entre las tradicionales procesiones de la Pasión no existiese el popular paso de la entrada de Jesús en Jerusalén. A don José Cueto y Díez de la Maza le gustaban mucho las procesiones, como lo demostró nada más llegar a nuestra ciudad, ordenando el traslado solemne de la imagen de San Roque a la catedral de Santa Ana.

A pesar que el Domingo de Ramos siempre se había celebrado en nuestra Diócesis con gran boato litúrgico, y la eucaristía de la jornada con introito, colecta, epístola, evangelio, prefacio y santus, y en lugar del tradicional canon, se bendecían los ramos de olivos y a veces hasta ramilletes de laurel, el obispo echaba de menos los emotivos cortejos que formaban los niños agitando las palmas tradicionales

De las cuatro parroquias existentes entonces, San Bernardo era la única que no organizaba ninguna procesión. Los demás templos no podían incrementar el costo de sus empobrecidos cortejos.

Regía el curato de San Bernardo el presbítero terorense Miguel Domínguez Suárez, quien por sus numerosas responsabilidades en el Obispado y en las aulas del Seminario Pontificio dejaba la dirección de la parroquia en manos del celoso teniente cura, don Eladio Suárez Estévez. El sacerdote suplente se entusiasmó con la idea del prelado y comenzó a organizar la procesión de la Burrita de manera tosca y popular. Se dice que vestía una imagen de Jesucristo y junto con un San Juan arrinconado lo emparapetaba en unas pequeñas andas de manera que pareciera que Jesús entraba triunfalmente en Jerusalén. Poco a poco se fue tratando el asunto con más seriedad, aunando criterios entre la feligresía, y con el concurso de la popular confraternidad de Mareantes, propietaria entonces de la ermita de San Telmo, el propio don Eladio se comprometió intervenir económicamente con objeto de adquirir una buena talla de esta advocación.

En aquella época de finales del XIX tenían fama las esculturas de Levante. Parece que para este fin jugó un papel fundamental en los contactos que se iniciaron el laureado artista, Mariano Benlliure Gil, emparentado con la familia Lleó Mira de Canarias. Debía el escultor de haber indicado el procedimiento, porque fueron varias iglesias locales las que encargaron en aquellos años a Valencia imágenes procesionales.

Según las indagaciones que se han podido recabar, la Burrita de San Bernardo se realizó en los talleres de la Academia de San Carlos de Valencia, en el antiguo convento de los Dolores de aquella ciudad. Se llega incluso a acreditar que los artífices que intervinieron fueron el tallista Juan Dorado Brisa, y el estatuario levantino Domingo Pastor, quienes trabajaban muy competitivos por esa época. Los sobrinos nietos del generoso clérigo don Eladio, natural de Santa María de Guía, y entre ellos el cronista Pedro González-Sosa, guardan entre sus papeles noticias referentes a la llegada de la imagen a Gran Canaria, que va a salir por primera vez recorriendo las calles de Triana el Domingo de Ramos 11 de abril de 1897, tan solo seis años después de la llegada del complacido Padre Cueto.

Arropada la procesión por la citada Hermandad de Mareantes de San Telmo durante los últimos años de su histórica existencia, que por entonces estaba muy vinculada a la familia Reina Lorenzo, también contó con la decidida colaboración de la Casa Mújica-Lezcano, cuyo palacete en la confluencia de la Plaza de San Bernardo con Pérez Galdós se engalanaba para festejar el tránsito de la carroza. Doña María de Lezcano Mújica de Díaz de Aguilar costeaba las vestimentas de la imagen y se encargaba de tenerlas limpias y en buen estado, incluso las guardaba en su propio domicilio. También durante algún tiempo la familia Bueno de Mogán se ocupaba del arreglo del trono de Jesús y de sufragar la música, el sermón y el costo de los cargadores. Hoy asume la responsabilidad de esta procesión la propia parroquia y la Hermandad Sacramental de los Dolores de Triana.

A lo largo de las décadas, la popular procesión de la Burrita salía de San Telmo y llegaba hasta la Plaza de Cairasco. Entonces no tenía autorización diocesana para traspasar los límites del barranco. Pero por los años cincuenta, el obispo don Antonio Pildain la incorporó al ritual catedralicio. La imagen se llevaba de noche el jueves anterior al Domingo de Ramos a bordo de una camioneta a la Catedral para la celebración de la liturgia. Una vez acabada la ceremonia, se iniciaba el cortejo hasta la parroquia de San Bernardo. Este ritual acabó en 1969, cuando el nuevo obispo, José Antonio Infantes Florido, lo prohibió al considerar de nuevo que las procesiones de Triana no debían cruzar la frontera del Guiniguada.

Después de haber instituido la iglesia de San Bernardo este paso de Jesús, los demás templos de la Isla comenzaron a organizar sus propios cortejos. La parroquia de Ntra. Sra. de La Luz procesionaba la Burrita con gran entusiasmo popular. El desfile comenzó a salir por la tarde, llegaba hasta el parque Santa Catalina para celebrar allí la eucaristía en medio de una gran concentración de parroquianos y turistas. También resultaba muy popular el cortejo organizado por la parroquia de Santa María del Pino en el sector de Alcaravaneras y Arenales, que este año, y por primera vez, su salida procesional saldrá de la vecina iglesia porteña de San Pablo.

Tras los ciento treinta años transcurridos, esta popular procesión que en nuestra ciudad abre los cortejos de la Semana Grande, y que en principio se conocía como El Señor cabalgando en la pollina, es una de las más valoradas por la emotiva simbología que representa.

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