Presidente de la Asociación Española de Cirujanos

Salvador Morales Conde: “Volver a la espera prepandemia precisa un 30% más de cirugías al año”

Salvador Morales Conde.

Salvador Morales Conde. / Ana Ramil

Ana Ramil

Muchos hospitales de toda España ya reprograman la actividad quirúrgica ante el temor de no tener camas suficientes para los hospitalizados en esta tercera ola. Un nuevo freno a las cirugías que se suma al ya vivido durante el confinamiento y que hace que casi un tercio de los pacientes pendientes de operarse en España lleven más de seis meses de espera. Para el presidente de la Asociación Española de Cirujanos (AEC), Salvador Morales, ahora toca reorganizar las cirugías para evitar “el colapso” en los hospitales, pero cuando la tercera ola lo permita, hay que aumentar la actividad quirúrgica para intentar atajar la demora acumulada.

Hospitales de muchas comunidades aplazan cirugías no urgentes por el repunte de ingresos por Covid. ¿Cuándo es aconsejable reprogramar las operaciones no prioritarias?

Es difícil establecer el cuándo. Nosotros junto a la Sociedad Española de Anestesiología hemos elaborado unas recomendaciones sobre la programación de cirugía en donde indicamos que hay que tener en cuenta dos factores fundamentalmente. Por una parte, la ocupación de camas pero no solo eso, sino también si estamos en la subida de la meseta o estamos bajando. Se trata de una labor predictiva, intentar prever el número de camas que estarán disponibles para no llegar a un colapso sanitario.

¿Cuál es el principal motivo para aplazar operaciones: liberar camas o tener personal para atender a pacientes con Covid?

Lo principal es analizar el recurso cama, es decir, ver qué camas libres tengo hoy y pensar si son suficientes si vienen pacientes Covid el fin de semana. Además, el personal se distribuye según las diferentes necesidades.

¿Qué supone para un hospital? ¿Ha de reorganizarlo todo?

Sí, obliga a cambiarlo todo. Desde el traslado de pacientes a las distintas plantas hasta la dedicación del personal, los recursos, etc... La clave está en hacer una labor predictiva, de prevención de lo que puede venir, es decir, de los nuevos ingresos y eso teniendo en cuenta que en paralelo hay que seguir manteniendo la actividad quirúrgica que es necesaria.

Cuando se llega a esta situación, ¿qué operaciones son las primeras en aplazarse?

Lo urgente sigue y hay que animar a la gente a que si tiene algo que considera urgente no deje de ir al hospital porque en la primera ola se vio un porcentaje importante de apendicitis, por ejemplo, que llegaban mucho más complejas de lo habitual porque la gente tenía miedo a ir al hospital. Además, desde las administraciones y los hospitales tienen claro que, como ocurrió en marzo, se sigue con las operaciones de pacientes oncológicos, pero lo ideal es que también se mantenga el circuito de diagnóstico para estos pacientes. Y después están los que llamamos pacientes benignos que hay dos tipos: a quienes la demora de la cirugía no les va a implicar que empeore su calidad de vida y a quienes sí. Ahora estamos identificando a estos pacientes.

¿Puede esta demora tener consecuencias en la salud de los pacientes?

Como poder, puede, pero se está haciendo un gran esfuerzo para que esto no ocurra y se trabaja para operar a todo el que lo necesite. Lo que está claro es que si hay camas, se opera y lo urgente siempre se mantiene.

“Hay que animar a la gente a que si tiene algo que considera urgente no deje de ir al hospital”

¿Tienen datos de cómo bajó la actividad quirúrgica en pandemia respecto a otros años?

Hay un estudio británico con el que hemos colaborado que cifra en un 72% la suspensión de cirugías en las primera ola en todo el mundo. En general, en junio se estimaba que se precisaría aumentar un 20% la actividad quirúrgica para en un año alcanzar la lista de espera que había en febrero de 2020, luego llegó la segunda ola y aunque el parón no fue tan radical, hizo que ese incremento tenga que ser de entre el 25 y el 30%. Y ahora estamos con la tercera ola, y vamos a ver cómo acabamos.

Una vez finalice esta nueva ola, ¿cómo se conseguirá incrementar hasta un 30% la actividad quirúrgica en los hospitales?

Habrá que dotar a los centros de más recursos y personal, abrir los quirófanos por las tardes y el fin de semana y romper la línea roja que hay entre sanidad pública y privada para colaborar con la privada y poder operar allí también a pacientes. De hecho, ahora mismo, lo que habría que hacer es buscar la cama disponible y si es en la privada,derivar allí a pacientes como ya hicieron algunas comunidades que en la primera ola bloquearon algunos hospitales públicos. El sanitario es un problema global y todos tenemos que arrimar el hombro.

El miedo al coronavirus, ¿provoca también que haya quien se lo piense dos veces antes de operarse en plena pandemia?

Sí, ayer mismo un paciente al que tenía programado para operar el lunes, me dijo que quiere esperar a después de la tercera ola. Pero el mensaje que hay que trasladar es que el quirófano es un lugar seguro, si te llaman para operar, confía. Se realizan test a los pacientes, van por un circuito limpio de Covid, con protocolo para limitar las visitas familiares, etc... Hoy por hoy, el hospital y el quirófano son más seguros que otros lugares.

¿En el tema de las operaciones cada comunidad va por libre o siguen criterios comunes?

Vamos unas detrás de otras aunque la situación depende de la incidencia en cada territorio. Desde la Asociación Española de Cirujanos somos grandes defensores de las sociedades científicas y creemos que las decisiones políticas deberían basarse en criterios científicos. Además creemos que deberían lanzarse mensajes comunes en todas las autonomías, no tiene sentido que en un sitio se cierren los gimnasios, en otros no.

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