La última vez de amarillo en el teatro de sus dos ascensos

Jonathan Viera pisó ayer por la mañana el pasto verde del teatro en el que tantas y tantas noches brindó un torrente de emociones a los aficionados que no estaban sentados en las gradas. ¿Por qué? Porque la plantilla de la Unión Deportiva estaba citada en el Estadio de Gran Canaria para realizar la foto de grupo antes del entrenamiento celebrado en Siete Palmas y que el capitán no llegó a realizar porque ya había dicho: «Se acabó».

Ya han pasado más de dos meses desde que Jony se vistió de corto para sudar. Fue de rojo, ante el Villarreal, en un partido en el que se desencadenó el divorcio total con Pimienta. Su actitud en la previa del encuentro, en la charla técnica y la parsimonia con la que se movió en los minutos finales son el reflejo de la trayectoria de Viera. Un genio con el balón, que casi sin esforzarse mandó un balón al palo y a punto estuvo de marcar otra oportunidad; pero a la vez con un carácter indomable. Seguramente el que le permite hacer una magia con el balón que a otros ni se les pasa por la cabeza.

En 13 años, desde que Paco Jémez le dio la alternativa a aquel Romario que venía derribando etapas desde la cadena de filiales, han pasado 265 partidos con la primera plantilla en la que el de la Feria pasó de un joven descarado a ser el alumno más aventajado de la legión de los Vicente Gómez, Roque Mesa o Tana, hasta finalmente ser considerado un Dios y el más querido por la grada. El Messi canario, como le tildó el presidente Ramírez en su último regreso.

Ante el Celta de Vigo anota su último tanto, el 75 con la UD, y dio su última asistencia, la 50

En ese estatus, siendo un todocampista, se fue amoldando a las necesidades del equipo y a las que él individualmente podía brindar por sus condiciones físicas. El tramo final de la temporada 2021-22 seguramente haya sido de los mejores rendimientos que haya dado un jugador con la camiseta amarilla que ya no va a volver a defender más. Seis goles en la racha de nueve triunfos y dos empates para sumar 29 puntos de 33 posibles y meterse en un playoff en el que llegó al pico de su carrera.

Siguió a un nivel notable la pasada temporada, llevando su cuerpo a límites físicos para cumplir con la promesa de subir a Primera. Disipó dudas al comienzo de la misma. «Había dudas, volví, metí dos goles y di dos asistencias», expresó ante los micros para demostrar una vez más que si está picado entra en trance.

Ese orgullo propio fue el que se encargó de sacar en su penúltimo partido como jugador de la UD. Pimienta entendió que debía prescindir del 21 y dejarlo en el banquillo frente al Celta de Vigo. Jony entró al terreno de juego con 27 minutos por delante para remontar el 0-1, entró picado, y lo hizo.

En la campaña 21-22 marca seis goles seguidos en la racha de nueve victorias en once partidos

Su último gol de los 75 que deja para el recuerdo. En su partido 98 en Primera. Porque jugó uno más en Villarreal para quedarse a las puertas de la centena.

Al menos le dio tiempo a alcanzar el medio centenar de asistencias precisamente contra el Celta al brindarle el último regalo a Marc Cardona. Protagonista con sus goles y de los mejores compañeros sobre el césped regalándoselos. Historia de la UD.

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