La crónica / Jornada 24

Suárez y Marc Cardona sepultan el tedio y ponen a la UD Las Palmas rumbo a Europa (2-0)

Una UD, en estado de gracia, dinamita al Valencia con seis minutos para el delirio y presenta, de manera irrevocable, la candidatura para Conference League

Moleiro fue suplente y se viste de agitador

Vuelve Araujo tras cumplir su castigo federativo

Valles vuelve a dejar una mano mágica

Paco Cabrera

Paco Cabrera

Olviden la flor. Pimienta gana y convence. Siempre sale victorioso. Pimi I, el inmortal y rey del Gran Canaria. Sin noticias del Valencia, la UD Las Palmas esperó al 89' para liquidar a un rival miedoso, parapetado y feliz en el tedio del 0-0. Del 89 al 95, la UD se desmelenó y probó el Carnaval de Brasil. Fue un ejercicio de madurez con Álex Suárez y Marc Cardona vestidos de ejecutores en la décima victoria en un curso para enmarcar. 35 puntos, ahora sí, por fin se puede hablar de Europa. El descenso queda a 18 unidades y cuando restan 14 jornadas. Pimienta tiene visos de convertirse en elmejor entrenador del club amarillo del siglo y entrar, por méritos propios, en el Museo Canario. Beatificado y coronado. Van 24 partidos y solo hay una derrota por más de un tanto ante el Real Madrid en el Bernabéu -el pasado septiembre-.

La novia, ayer, en el Gran Canaria, en una de las gradas del Gran Canaria.

La novia, ayer, en el Gran Canaria, en una de las gradas del Gran Canaria. / JOSÉ CARLOS GUERRA

Los ingobernables. La película de un carnaval despiadado en esta dictadura de plátano. Dos goles, dos zarpazos en el tramo crítico y un Binter que pone el piloto automático hacia la Conference. Bendita UD. Mano salvadora de Álvaro Valles, otra más, y un disparo de Munir que se marchó por encima del travesaño antes del tsunami. La tónica de un partido barnizado en bostezos. La UD intentó de forma tímida y desordenada, hasta que llegó la cabeza de Suárez, ya renovado, para anotar su primer tanto en Primera. Ahí cambió todo y sigue el reparto democrático de pólvora en esta versión competitiva para la gloria y sin un nueve reconocible -Kaba ni calentó y Sandro Ramírez sigue a cero-.

Munir trata sin éxito de batir a Mamardashvili.

Munir trata sin éxito de batir a Mamardashvili. / JOSÉ CARLOS GUERRA

Escasas ocasiones, poco fútbol y disparo de Marvin Park con la portería vacía que no encontró destino. En el 88’, llegó el tanto de Álex Suárez, tras una gran asistencia de Marc Cardona. Así se escribe la historia de esta UD, que se impuso con lo justo a un Valencia cobardica (2-0). Suárez, héroe Marc, con pase y gol, y directos al paralelo 35.  Zanjado el descenso, nunca existió tal miedo desde la estampida del Pimi Team sin Viera, ahora toca reconocer los méritos de esta constelación de gladiadores. Con el tope salarial más bajo de Primera, ayer no hubo noticias de Duro ni Javi Guerra. Sin cobertura se quedó una de las grandes sensaciones del campeonato -llegó a la Isla con un bagaje de cinco victorias en seis partidos-

Partido de mascaritas y soporífero

Los amarillos, en noche de mogollones, trituraron al Valencia en una acción puntual. Apretaron el botón. Fue un seísmo. Centro, remate y Mamardashvili superado, con la mirada perdida tras una noche perfecta en contención. La UD tiene tanta fe en sí misma, que en cualquier sacudida puede hacer temblar el Muro de las Lamentaciones. Este equipo sigue a lo suyo, ajeno a distracciones, y logró el segundo en el tiempo añadido con un gesto de picardía de Marc Cardona. Una versión escandalosa, que tiró de oficio y credibilidad para dinamitar el tedio con el ariete leridano de señor protagonista. Parece tosco, pero se deja llevar por esta ola de prodigio. Una noche le toca a Kirian, otra a Moleiro, luego a Munir, Sandro -acumula tres asistencias en esta edición liguera-, el Zamora Valles, Javi Muñoz...Todos suman, todos aportan y Pimienta acierta siempre. O casi siempre.

El cuadro che del Pipo Baraja se mantuvo firme en su afán por desactivar a los amarillos. Pero se despistó únicamente 120 segundos. Suárez y Marc Cardona fueron los ejecutores en una tarde para los bostezos. Aportaron las claves de una versión imperial, que se refugia en el rigor defensivo con solo 20 goles en contra. Los dos tantos postreros tantos resolvieron un choque tremendamente equilibrado, que no tuvo demasiadas ocasiones de gol, aunque los amarillos mejoraron en la segunda parte y poco a poco fueron erosionando al once valenciano, hasta lograr el premio de los tres puntos. Sobre la bocina como pasó ante Almería, Celta de Vigo...

El primer acto fue muy parejo, un pulso de espacios reducidos, buenas intenciones en ambas propuestas, antagónicas en todo caso, con muchos duelos y escasas ocasiones. Disparos lejanos y al desierto de Arizona. La formación amarilla no pudo sacar rédito a su habitual táctica de atraer primero para empezar a combinar después con precisión y velocidad, mientras que el Valencia tampoco sorprendió con su propuesta más directa. Javi Muñoz lo intentó con un disparo raso que detuvo sin problemas Mamardashvili en el tramo inicial. Poco más. Nada de nada. Ver caer los minutos con un 0-0 de pijama y orinal. El mayor atractivo, era la mascarita de la novia en la grada. 

El Valencia, sabedor de la defensa adelantada pío pío y de la Araña Valles, quiso enviar un aviso a navegantes con un disparo de Pepelu desde su propio campo, en el 16', que no encontró portería. Cabezazo del espigado Mosquera que se marchó desviado en el 43' tras el saque de una falta fue la más reseñable de un Valencia cómodo. Gracias a su sistema de ayudas, veía con una sonrisa como volaban los minutos. Era como si existiese un pacto de caballeros. Acuerdo de no agresión. 

Tras el descanso le costó más al bloque de Baraja ante una UD que llevó más el peso del partido, pero sin precisión para encontrar el pase definitivo. Debutó Peter Federico en un Valencia que atravesó por su peor momento del encuentro, dando la sensación de haber perdido el control. Toque de corneta con llegadas peligrosas de Munir y Sandro Ramírez.

Toque de Mika y el Zamora más arácnido

Los posteriores cambios dieron algo de aire a los de Baraja, y uno de los incorporados, Jesús Vázquez, tuvo dos buenas ocasiones en sus botas, con remate de volea fuera a centro de Foulquier en el 76', y segundos después en un intento de pase a Peter que desvió Mika Mármol y que obligó a Valles a realizar una parada de reflejos. La entrada de Moleiro dio aire fresco a Las Palmas, que resolvió el choque en el tramo final: Álex Suárez fue con todo a un centro de Marc desde la izquierda y abrió el marcador de cabeza.

Conviene poner en valor la aportación de Pimienta, que supo mantener el once durante el mayo número de minutos. En el tiempo de prolongación, Marc Cardona volvió a ser protagonista al interponerse entre un defensa y el portero para que le golpeara el balón y llevarlo al fondo de la red, un gol que además permite a la formación amarilla superar la diferencia particular con el Valencia en esta insospechada lucha por Europa. Un final de premio Goya.

El valor de la paciencia

La UD no pasó apuros y Valles fue un testigo de lujo salvo una mano mágica en el instante propicio. Moleiro le dio otro aire al equipo, que adquirió velocidad y destreza. Pimienta se ha ganado la condición de alcalde mayor, una figura de jerarquía. Por lo civil o por lo criminal, cuando el empate parecía ya visto para sentencia, emergió la figura de Álex Suárez para poner LaLiga patas arriba.  Dos tantos en el tramo final para elevar la cuota de épica. Marc Cardona se consagró y Munir dejó toneladas de sacrificio. Fue un partido áspero, repleto de parones. No hubo mística, fue un ejercicio contundente de personalidad. Con la portería acero, los amarillos sigue indescifrables. 

Duro y Guerra pasaron de puntillas en un partido que estaba señalado en rojo. Potencia, habilidad y un escudo impoluto. Esta versión de la UD es espectacular, deslumbra y te mata con el balón. Kirian, Moleiro, Coco, Mika y Valles siguen creciendo con el devenir de la competición. Una familia que ha puesto rumbo a Europa. El Valencia quedó empequeñecido y el Zamora de la competición vuelve a demostrar que está apto. Ganar desde el rigor, la suficiencia de un escudo que domina los partidos desde el primer minuto. Este equipo pone el turbo hacia objetivos mayores.