¡Hasta el final, vamos UD!

Con los tantos de Álex Suárez y Marc, Las Palmas suma su cuarta victoria con goles sobre el minuto 90

La balanza, descompensada: ha perdido cinco veces en el tramo final

Alberto Moleiro se escapa de la persecución de Foulquier –20–, Peter Federico –11– y Mosquera –izquierda–, del Valencia, ayer en el Gran Canaria.

Alberto Moleiro se escapa de la persecución de Foulquier –20–, Peter Federico –11– y Mosquera –izquierda–, del Valencia, ayer en el Gran Canaria. / JOSÉ C. GUERRA

David Rodríguez

David Rodríguez

Los dioses del fútbol le devolvieron ayer una pizca de justicia deportiva a la afición insular después de que ante el Barça y el Real Madrid viera perder a su equipo en el tramo final de ambos partidos. Con los tantos de Álex Suárez y Marc Cardona, en el minuto 90 y 93, el equipo amarillo suma su cuarta victoria con tantos cuando el crono aprieta. Aun así, el infortunio le ha mirado a los ojos a la UD cinco veces. 

Cuando todo parecía abocado al cero-cerismo, que visto lo visto en los 90 minutos anteriores del encuentro hubiera sido el resultado justo, la fe del equipo amarillo volvió a resurgir para dar la cuarta victoria de la temporada cuando todo parecía que se iba por el sumidero del crono. Álex Suárez en el 90’ y Marc Cardona 180 segundos después encendieron la caldera de Siete Palmas, que ya había intuido que se podía vivir una de esas noches mágicas y había activado los rezos para el delirio futbolístico momentos antes del remate del defensa insular para el 1-0 momentáneo.

Creyó la grada y creyó el equipo. Si la última puesta en escena del equipo insular ante su afición se le hizo molto longo el choque contra el Real Madrid después de que Aurelien Tchouameni asestara una daga mortal en todo el corazón de la Isla con el 1-2, ayer los dioses del balompié le devolvió a la UD una pizca de justicia deportiva por honrar el espíritu gana.

Si en el Estadio Santiago Bernabéu se corea ese ya archiconocido: Hasta el final, vamos Real; en el Gran Canaria ya se puede comenzar a entonar el mismo cántico con el nombre de la UD. Ya es la cuarta ocasión que le ocurre a Las Palmas a favor… aunque la balanza todavía le es desfavorable, pues ha caído cinco veces con goles más allá de ese minuto 84 con el que el Madrid salió triunfante de su visita a la Isla.

Quizás llegó la victoria amarillo por lo que pudo explicar García Pimienta a la conclusión del partido y es que si algún equipo fue a por el triunfo fue Las Palmas. Aun así, el empate tampoco hubiera supuesto una sorpresa para los 26.652 espectadores del recintoporque la planicie de ideas ofensivas dibujó el encuentro.

Vuelve a fructificar la fórmula visionaria del entrenador. Ese término extendido dentro del argot futbolístico en que el que se apela a la flor de, según el entrenador de turno al que la fortuna la sonríe.

Porque sino, no se entiende cómo un jugador que llevaba 49 minutos disputados en el 2024 pudiera dar una asistencia y un gol desde que saltara al campo como hizo Marc en el 83’.

Esa convicción que baña al equipo y que invade a las indivualidades como el ilerdense. Esa credulidad que le lleva a un luchar un balón sin que desde la grada pareciera que tuviera alguna opción de disputarlo y obtuviera un saque de banda, o la que le empujó a hacer un recorte al más puro estilo Figo con el que enviar la misiva a la cabeza –o con lo que le rematara la pelota– de Álex Suárez.

Con noches de rienda suelta a la festividad, y no sólo carnavalesca, se olvidan las desgracias pasadas en las que se perdió todo lo luchado en Montilivi con el tanto de Portu en el 88’; cuando Bebé puso el 0-1 en el 82’ con el Rayo; las lágrimas de San Mamés tras la diana de Unai Gómez en el 94’; y el penalti que Sinkgraven le hizo a Gundogan para que el alemán y el Barça saliera indemne de su visita a Siete Palmas.

No es que desde estas líneas quieran incitar a que se adrente en el mundo de las apuestas, pero un buen indicador si quiere sentir la adrenalina de la creencia en la que Pimienta se refugia para intentar explicar su flor, son los goles cuando todo parece que se va a acabar.

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