IN MEMORIAM

Lorenzo Olarte y Teror

Presidente de la Mancomunidad Provincial del Cabildo en 1975, pronunció el primer pregón de las fiestas de la Virgen Pino en el interior de la Basílica

Lorenzo Olarte junto a Adolfo Suárez, junto a las autoridades de la época en uno de los viajes que el Presidente del Gobierno realizó a Teror en 1978.

Lorenzo Olarte junto a Adolfo Suárez, junto a las autoridades de la época en uno de los viajes que el Presidente del Gobierno realizó a Teror en 1978. / A. J. L. Y.

«Ningún honor es comparable, para un canario, al de pregonar las Fiestas de Nuestra Señora del Pino. Es como si una rara gracia nos concediera de pronto la capacidad de hablar por todos, la voz de todos para expresar la fuerza, el vigor, la calidad espiritual de casi cinco siglos de nuestra historia. Porque pasan los hombres, se suceden los tiempos, y del devenir de las generaciones quedan las crónicas y algunas de sus obras, pero sobre todo el espíritu. Eso es lo que heredamos, lo que nos liga al tiempo y lo hace imperecedero. Pido hoy que en las curvas del sendero que recorremos juntos sea siempre guía para todos, la luz de esa espiritualidad que nos impulsa al trabajó, a la lucha, al bienestar moral y material, y a la paz. La luz y el pino, el pino y la luz: dos símbolos que se asocian indisolublemente en los testimonios de aquellos que vieron aparecer la Virgen…Somos capaces del mayor renunciamiento si es camino que nos conduzca a la superación, a vencer las condiciones adversas. A quienes de entre vosotros sientan especialmente ásperas las circunstancias de estos años indecisos y arduos, yo los convoco a la reflexión de esa reciedumbre invencible que ha sido constante de nuestros ascendientes; les invito a considerar las nuevas vías que, en la unión más firme y trabada, puede abrimos el tesón y el instinto no ya de sobrevivir sino de vencer cualquier adversidad. Para esta tarea, como uno más, invoco nuevamente el nexo de nuestra espiritualidad vigorosa, que no permitirá más flaquezas ni deserciones que las inevitables en la humana condición. Y pido tu ayuda. Madre del Pino, para que nunca cede ni claudique la solidaridad de los canarios, ni las circunstancias nos desvíen de la senda que marcan la fronda cimera de tu pino y la irradiación de tu luz».

Así pregonaba Lorenzo Olarte las Fiestas del Pino la noche del 1 de septiembre de 1975. Ocupaba por entonces la presidencia de la Mancomunidad Provincial del Cabildo Insular de Gran Canaria y ya era conocido y estimado por la sociedad terorense y grancanaria. Un buen hombre que sentía un profundo amor por lo nuestro.

Unos meses antes había ocupado la alcaldía de la Villa, Antonio Peña Rivero; amigo, futuro compañero de partido en las lides políticas y siempre anhelante de valorar a Olarte en la justa medida, en aquellos momentos, en los que la ya segura cercanía del fallecimiento de Franco, auguraba cambios que necesitarían de fuertes liderazgos en todo el archipiélago. Aquella noche de pregón se quiso por ello destacar se inició con un recital a cargo del organista y maestro de capilla de la Catedral de Canarias, el canónigo del Heraclio Quintana Sánchez, que interpretó en el órgano de la Basílica de Teror obras de Pachelbel, Bach, Haendel y otros autores ingleses de los siglos XVII y XVIII.

Además, el pregón se ubicó por primera vez en el interior de la Basílica, decisión que inició esta costumbre y que se mantendría hasta 1993. Colocado entre el alcalde y el párroco Isidoro Demetrio, con asistencia de autoridades, el cronista Néstor Álamo y otras representaciones oficiales; Lorenzo Olarte anunció las primeras fiestas que se celebraban después del robo de las joyas.La emocionante ovación de los asistentes dejó bien claro el afecto que Olarte se había ganado en la Villa. Después. se trasladó con las autoridades a la sacristía, y allí se colgaron los retratos de los párrocos Juan González y Monseñor Socorro Lantigua, obra de Juan Nuez, inaugurando la galería, que ampliada hoy forma parte del Museo Sacro terorense.

Olarte había entrado en el mundo de la política dos años antes y desde el 31 de mayo de 1974 ocupaba la presidencia cabildicia, cargo en que se mantendría hasta el 2 de agosto de 1977.

Y a partir de entonces ya su relación con la Villa fue permanente durante décadas. Le correspondió mantener las últimas partidas que concluirían los detalles finales de la vía que une la carretera de Arucas con la de Valleseco -la Avenida del Cabildo Insular- y que han permitido el crecimiento poblacional del Barrio del Pino y de El Rincón.

Como asesor acompañó de una manera elegante y discreta, sabiendo estar, en las dos visitas que Adolfo Suárez hizo a la Villa en 1978

Poco después, conjuntamente con Ortiz Wiot fue designado Procurador en Cortes y pudo apreciarse como, poco a poco, su estilo, su forma de hacer, su profundo respeto hacia el correcto camino para desarrollar la economía isleña que se manifestaba en la valoración de la cultura y la apreciación de una necesaria sostenibilidad que quizá fue la razón de las envidias que también se asentaron a su alrededor por estos años.

Dentro de ese entusiasta no parar en que vivió aquella época, Teror tuvo siempre sus puertas abiertas. Cuando unos meses después de entrar en el Cabildo, se produjo el sacrílego robo del Camarín de la Virgen del Pino; Olarte declaró desde Madrid donde se encontraba, que consideraba que la publicidad que se le había dado al tema de la tasación de las joyas a raíz de la restauración de la imagen había tenido como consecuencia el que muchos fijaran su atención en las mismas como un posible objeto delictivo y que estaba claro que el principal daño era que las joyas robadas procedían de la devoción del pueblo canario hacia la Virgen del Pino. «Si el tema está profundamente relacionado con la conciencia popular y religiosa de Gran Canaria, es lógico que todos lamentemos el robo deplorable y el sacrilegio cometido con algo tan entrañable como es la Virgen del Pino», declaró.

El príncipe Juan Carlos

Consiguió con las correctas estrategias políticas que hasta el príncipe Juan Carlos se manifestara como un valedor de la Feria del Atlántico y de su Palacio de Congresos; que se iniciará en la Villa y otros municipios el programa de Conciertos Escolares; el homenaje a Néstor Álamo en Tejeda con participación de representantes terorenses por la vinculación del mismo al Pino y su historia; la visita de Caldera, expresidente de Venezuela; la constitución del Patronato Provincial de Turismo; el acompañamiento en las visitas institucionales de los gobernadores civiles; la publicación del primer folleto turístico de Teror,…Todo ello ligo aún con más fuerza a Olarte con el pueblo del Pino y sus anhelos.

En 1977, con las sucesivas campañas electorales en aplicación del proceso de la Transición, Lorenzo Olarte dejó el Cabildo.

El 24 de agosto recibía un homenaje popular e institucional para agradecer su implicación y su entrega desde 1974. Le bastaron tres años y medio para demostrar su honestidad, su entrega completa a la isla y sus intereses y la labor desarrollada por una persona culta, inteligente y honrada.

Pasaría por todo ello a ocupar con posterioridad el cargo de asesor del presidente Adolfo Suárez. En calidad de tal, le acompañó de una manera elegante y discreta, sabiendo estar, en las dos visitas que Suárez hizo a la Villa en 1978 y 1979.

La primera de ellas ha sido siempre recordada porque Suárez se movió por la isla en helicóptero. Y en lo que hoy es la plaza del Parque de Sintes se asfaltó rápidamente una pista de aterrizaje. A las seis menos cinco de la tarde del 24 de abril de 1978 llegó a Teror el presidente de Gobierno con su séquito, en el que estaba Olarte. Fueron recibidos por el alcalde y otras autoridades; Agustín Manrique de Lara, Patrono de la Virgen y un inmenso gentío que no paraba de saludar y agradecer la visita. Pasaron por el Camarín de la Patrona de la Diócesis, donde Suárez escribió en el Libro de Oro «Con profunda devoción, Adolfo Suárez. 24 de abril de 1978» y recibió la insignia de oro del municipio y una medalla de la Virgen. Luego partiría hacía Agaete.

Los años siguientes son historia de España y Olarte participó de ella desde el Referéndum Constitucional hasta las Cortes que se constituyeron después.

Olarte, a pesar de no ocupar cargos insulares con los que pudiera participar activamente en el bienestar de los habitantes de la Villa; siempre estuvo atento a ellos y presto para participar en cualquier acto que le requirieran. En 1981, por ejemplo, cerraba como diputado, la Semana Cultural de las Fiestas del Pino, que contaron con las intervenciones de la vida pública de entonces, como Francisco García Jiménez, Francisco Apolinario Navarro, Gregorio Toledo y Vicente Sánchez Araña.

El retorno a Teror

Su retorno a Teror sería ya con la presidencia del Gobierno de Canarias en la que permaneció desde el 4 de enero de 1989 al 25 de julio de 1991. Tan sólo dos días más tarde, tanto el alcalde Octavio Arencibia como el que ocuparía el cargo desde julio de aquel año en el pacto cuatripartito que gobernaba, José del Pino Pérez -representante del CDS- se alegraban de ello y auguraban que traería buenas consecuencias para Teror. En el Día de Reyes ya preparaban su lista de peticiones en las que estaba que el día del Pino fuera festivo en toda Gran Canaria; el arreglo de la Casa Huerta y su entorno; la Finca de Osorio; la Casa de la Tercera Edad; el Colegio Monseñor Socorro; las cubiertas del Císter; el polideportivo cubierto; distintas infraestructuras en los barrios o la continuación de las obras en la Fuente Agria.

El presidente cumplió con la preceptiva visita el 21 de enero, visitando casas consistoriales donde recibió el Escudo de Oro, Basílica, Colegio, Osorio, y Convento del Císter que culminaba las celebraciones de su primer centenario. Una visita de trabajo que sirvió de ruta para las inversiones cabildicias de los siguientes años, y que dejó un detalle anecdótico en la esfera del reloj de la iglesia que, parado o con mal funcionamiento renqueaba desde hacía mucho. Prometió y cumplió su arreglo; y desde entonces su esfera luce las dos fechas: la de su donación por el obispo Codina y la de su arreglo por el presidente.

Lorenzo Olarte llegó en esta línea de relación con la Villa Mariana a su más relevante representación ese mismo año. El ayuntamiento presidido por José del Pino Pérez impetró a la Casa Real la designación del representante de la misma en los actos del 8 de septiembre. La Casa Real contestó en los siguientes términos:

«Tengo mucho gusto en acusar recibo a su telegrama de fecha 26 de julio pasado y me complace participarle que su Majestad el Rey ha tenido a bien designar al Excmo. Señor don Lorenzo Olarte Cullen, presidente del Gobierno de Canarias, para que le represente en los actos que en honor de la Virgen del Pino, se celebrarán el próximo día ocho de septiembre. Muy cordialmente, Marqués de Mondéjar».

El 8 de septiembre de 1989, Lorenzo Olarte Cullen llegaba a Teror representando al Rey de España. Era la primera vez que tras la recuperación de tal costumbre tras la República, la designación recaía en un civil. Para llenar de más motivos de júbilo y recuerdo aquel día; durante la celebración religiosa, el obispo Ramón Echarren convocaba públicamente el IX Sínodo Diocesano, el primero tras el celebrado en 1947.

Aquel día, Teror miró con agrado la distinción que se le hacía a don Lorenzo Olarte como un mínimo reconocimiento para tanto como él había hecho por Teror.