Oro a la lucha vecinal de Goya Alonso en Anaga

Hija del último alcalde pedáneo de Afur, ha logrado servicios básicos para el pueblo sin perder identidad

Goya Alonso, histórica dirigente vecinal de Anaga, siempre entre papeles. |

Goya Alonso, histórica dirigente vecinal de Anaga, siempre entre papeles. | / | MARÍA PISACA

Gregoria Alonso Jiménez, conocida en Anaga como Goya, es sinónimo de la pelea de un pueblo por conseguir desde la luz, el agua o una carretera; con la misma habilidad se manejaba recogiendo cisco que en los despachos ‘persiguiendo’ políticos en aras de un futuro mejor.

El Gobierno autonómico entregará día 30 de mayo la Medalla de Oro de Canarias a Gregoria Alonso Jiménez (Santa Cruz de Tenerife, 1949), más conocida como Goya, la alcaldesa de Anaga, por su histórica lucha vecinal en favor de mejorar las condiciones de vida de residentes del macizo del Parque Rural durante más de 50 años.

Goya es historia viva de Anaga y representa la lucha por conseguir acercar a sus vecinos los servicios básicos de la sociedad del bienestar sin renunciar a la identidad del pueblo del que su padre, Ángel Cañón, fue el último alcalde pedáneo. Gracias a su perseverancia llegó la luz, el agua y hasta el caserío de Afur tuvo una carretera de acceso cuando aún sus habitantes se contaban por centenares –ahora restan unos sesenta–. Su infancia la traslada a casas repletas de familias, con siete u ocho miembros... y una escuela con 35 cinco niños y otras tantas niñas.

Catedrática en la universidad de la vida, Goya aprendió las primeras letras con Marcela Díaz, la maestra de Afur, por los años sesenta, que llegaba a la escuela bajando desde Pico del Inglés.

Sexta de nueve hermanos, no oculta su admiración por sus padres, Ángel Cañón y Antonia Porreta, que lograron sacar adelante a tres casas de familia con cabras y vacas. Tras su ocupación en la galería de agua de Chabuco, su progenitor trabajó el campo de la familia Negrín. El monte fue también la primera ocupación de Goya tras dejar los estudios: mientras sus hermanos fueron a trabajar al Sur de Tenerife en tomateras y plantaneras, ella se ganó la vida con la recogida de hierbas como el cisco, jorcome, cube y orquetas para levantar la viña.

Goya atesora la memoria de la lucha por conseguir que con la apertura de la galería de agua la empresa Emmasa le garantizara de por vida cinco pipas de agua al mes para Roque Negro y otras tantas para Afur desde el 16 de abril de 1961; una pelea para la que, como hizo su padre, alternaba el campo con los despachos de los políticos.

En su querida playa de Tamadiste recuerda cuando cuidaba vacas sus tías Faustina y Herminia «que bajaban al barranco con un niño en la barriga, dos a cada lado y el barreño de ropa para lavar a la cabeza...» Pero no se pasaba hambre, y eso para Goya era la mejor recompensa, aunque la cesta se tuviera que bajar desde la cumbre en la época que la guagua solo llegaba hasta el Bailadero, si bien gracias también a la lucha vecinal se logró que se ampliara hasta la Casa Forestal y luego el Lomo Inchiré. «Hasta 1975 no llegaba a Afur ningún coche». Otro dato más: «hasta 1970 no teníamos bombonas porque te la tenías que cargar y bajar por la cumbre».

Después de cursar hasta segundo de EGB, Goya comenzó a trabajar en el monte con doce o trece años picando cisco y contrajo matrimonio en 1977 con Virgilio Amador, de cuya unión nació un año después su único hijo, Víctor David. Antes de casarse, ya la alcaldesa de Anaga ‘entraba’ en el Ayuntamiento de Santa Cruz para trasladar las quejas de sus vecinos. Su credo es fácil: «voy al político y le pido que lo solucione, yo ahí estoy como un martillo pilón».

La historia de Goya se basa en la relación de plena confianza con sus vecinos, donde la palabra es el mejor tesoro, como cuando le gestionó a doña Celsa, de Taganana, el cobro del seguro agrario después de trabajar en La Punta, o peleó por la beneficencia para Agapita, a la que incluso tuvo que gestionarle el carné de identidad. «Tuve que acudir al alcalde y a la Policía Nacional, cogerle las huellas y que le hicieran la documentación»; o con Herminia, «que no se sabía ni cuando había nacido y al final averiguamos por otro vecino, Francisco, que había sido un 25 de noviembre... y gracias a eso pudo cobrar lo que daba Cáritas cuando estaba en la plaza del Príncipe, después de realizar las gestiones en el juzgado en la antigua ubicación de la plaza de San Francisco».

«Sacamos hasta una ambulancia que estaba en la Casa Forestal en caso de emergencia», recuerda Goya, miembro de una generación de oro a la que pertenecieron dirigentes vecinales santacruceros como Florentín, por Roque Negro; Teodoro, de Taborno; Fulgencio, por asas de la Cumbre, o Facundo, de Catalanes, sin olvidar a Victoriano, de la Concave, o hasta el cura de Anaga don Isidoro...

Casi su día a día era recoger alimentos con su coche para hacérselo llegar a quien menos recursos tenía. «Hice hasta de médico y hasta trasladé a más de un muerto», cuenta al referirse a cuando un vecino expiró en su furgoneta precisamente cuando le habían dado el alta en el hospital. «Hago el Libro de Petete y me faltan hojas».

Goya no pasa por alto que «antes la vida era sacrificada», y lo dice desde la experiencia de quien ha contribuido a dotar de calidad de vida a Anaga, como ocurrió junto a Valentín y Leonardo y gracias al tractorista Antonio, de Tejina, con quienes consiguió ‘adelantar’ la carretera.

Cuenta su vida de hito en hito: de Inchirés a la carretera Las Honduras, el viradero de Tío Julián, el camino Bajo el Risco... «Se debían 300.000 pesetas y queríamos ampliar la carretera, lo que costaba otras 400.000 pesetas que conseguimos que pagara el Cabildo» con el visto bueno de Manuel Hermoso, «el mejor alcalde que ha tenido SantaCruz» y «Manuel Vera. Anaga no tendrá otro concejal como él».

De la mano de Jose Cabrerita, «que trabajaba para el ayuntamiento, conseguimos que la carretera llegara hasta la plaza de Afur el 28 de diciembre de 1988». O cuando los vecinos trabajaron de noche para poner picón en la carretera y convencer a Educación para que mandara el micro hasta Afur. «Los políticos ahora atienden menos; antes no te hacían ir tantas veces; echo de menos a los de antes».

Genio y figura, el 30 de mayo Canarias le agradecerá su entrega ejemplar, legado que va más allá de la calle que le otorgó Santa Cruz en su Afur natal el 14 de mayo de 2022; Goya encarna el valor de la palabra en beneficio de sus vecinos.

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