Un folio en blanco. La hazaña será llenarlo. ¿De qué? Las fotografías, las palabras, los collagues, las ilustraciones, las flores secas pegadas o las letras mecanografiadas serán la expresión única de un libreto que sale a la llamada de la creación más íntima. Al otro lado, intentando combatir con este sinfín de posibilidades con manos y dientes, está Fede Rubio Wenk. Hila, grapa, pega, imprime y distribuye las publicaciones, mientras que Toni Lemus ultima los preparativos de un encuentro que en sus últimas siete ediciones ha convocado a una comunidad diversa, singular y abierta en coZidos. El punto de encuentro: los fanzines.

La historia viaja a través del tiempo hasta desembarcar en Canarias. Inventada la imprenta, la reproducción de textos multiplicó sus posibilidades hasta el infinito y, además de distribuir masivamente las publicaciones y expropiar de manos de la élite erudita el monopolio del conocimiento, creó un sistema que también contiene fórmulas de escapismo. Ya en el siglo XIX surgieron panfletos baratos, con mensajes escuetos de sindicatos y contraposiciones al poder, pero no es hasta el siglo XX donde se origina el vocablo (fan, de admirador, y zine, de magazine) en el los adeptos a la ciencia ficción encontraron en The Comet un diario de aventuras. Luego, el movimiento se popularizaría en la década de los 70 y los 80 en los Estados Unidos dentro de la escena underground, como un vehículo comunicativo del círculo punk o glam en el que se atentaba contra lo establecido.

Más allá de las redes, esto son mensajes rápidos, efectivos y subversivos en el que se experimenta con los bocetos inacabados. De repente, da a en pleno siglo XXI, cuando las herramientas tecnológicas son tan sofisticadas que lo que surge de cualquier autor es de una belleza única. Fede Rubio descubrió los fanzine en tercer curso del grado de Diseño, aunque ya antes había curioseado en el mundillo, y la misma profesora que le abrió los ojos con relación a su potencial artístico, fue quien la tutorizó durante el Trabajo de Fin de Grado en la Universidad de La Laguna y la impulsó a dar un paso más allá: crear Tofu. "Como vegetariana, conozco cómo cocinar y manejar el tofu, y no deja de ser un alimento que absorbe lo que le echas. Esa era la idea que quería transmitir con el nombre de la editorial: cualquier cosa que le eches podrá transmitirlo", dice su fundadora después de un año en la travesía.

Tofu, una editorial inclusiva

Como persona no binaria, el primer fanzine editado fue En Camino, el cual estaba centrado en la cuestión del género compartiendo las emociones, dudas y reflexiones que se ha encontrado a lo largo del camino. "Busqué referentes y representaciones gráficas, o en series, libros, que me hicieran entender mejor qué me pasaba. A pesar de las publicaciones académicas, a nivel divulgativo apenas había nada, y en todo caso, de gente inglesa o estadounidense. Por lo que mi idea era hacer un fanzine que no respondiera a preguntas, sino que la gente sintiera que hay un lugar confortable donde saben que existen esas dudas", explica la diseñadora tinerfeña.

Por cuestiones del destino, se trasladó a La Gomera junto a su pareja y, desde allí, recibe mensajes con propuestas a través de sus redes sociales, colabora con amistades y, por ahora, ha dado a luz a seis títulos: Bolchevique, Azul Oscuro Casi Negro y Un Desierto Gris, de Mental Soup, Soy lesbiana, no mujer, de ella y Raquel Glz, Entre mangas y papayas, de Aura Salada, y Un viaje a Barcelona, de Lucas Velasco. Todos coinciden en el imaginario único de cada creador y, sobre todo, la inexistencia de límites: "No es que algo esté bien o mal. En realidad, es parar a pensar qué necesidades tiene cada historia y cómo transmitirlas para que sea visualmente interesante. Desde hacer una introducción, como me ocurrió con Raquel en nuestro fanzine, a crear letterings, mezclar recortes, escritos y pensamientos que luego se distribuirán para que no haya zonas más pesadas de lectura o imágenes", comenta.

Añade que no hay tiempos límites, "queremos pasarlo bien, y luego el dinero está para imprimir e imprimir algo más luego: todo el que haga fanzine sabe que no va a sacar dinero de ahí". Desearía vivir de sus propias producciones, pero sabe que el mundillo funciona al margen de los beneficios económicos, a no ser que la gran masa de seguidores apoye la iniciativa. Pero no se preocupa por ello, ahora mismo, solo quiere seguir adelante con esta pasión que le ayuda a entenderse mejor a sí misma y a los de su entorno.

Territorio 'fanzine'

Esta afición la comparte con cientos de personas que tiene sus grandes citas en la península como el Gutter Fest, en Barcelona, la gallega Grapa Grapa o, una de las más longevas en Italia, Crack! Pero Canarias no se queda atrás. El Archipiélago lleva tiempo haciéndose eco con publicaciones como Ruido. Fanzine independiente de La Palma, en la primera década de los 2000, o con ferias al estilo de la tinerfeña Pliegues, donde se encuentran autores como La Raya, entre Londres y las Islas, Le Toxi, la microeditorial Bombas para Desayunar, o la grancanaria coZidos, capitaneada por Toni Lemus.

Desde hace más de veinte años le apasionan las publicaciones de esta cultura abierta a la libertad: "Doblas esos cuatro papeles, los escaneas y empiezas a hacer todas las copias que quieras, en los que expresas amor, enfado, alegría, fotografía, erótico, ilustración, collage, texto, de todo, lo que te dé la gana. No hay ninguna directriz. Salvo que sea de algún colectivo, siempre ves a la persona que hay detrás", declara Lemus. Precursor de la editorial Cero Fanzine y de la propuesta creativa SacoRoto, empezó a coleccionar todo tipo de formato, temática y tratamiento dentro del género. Lo que da a 800 fanzine en la actualidad, una gran biblioteca llena de curiosidades y geografías en los que se podrán adentrar quienes visiten coZidos el fin de semana del 29 y 30 de octubre. Lleno de talleres, charlas y mesas, la iniciativa nació con modestia, "pero todo siempre va a más". Ahora, vienen de todas partes, pero la desesperación siempre se topa con la meticulosa organización de su artífice.

"Es un placer ver algo que tú produces con aciertos, fallos y virtudes. También, demuestra que no estábamos tan equivocados al cuestionar ese bienestar dentro de la burbuja. Es más, el futuro es prometedor y necesitamos más facilitadores de espacios públicos, por ejemplo, que los fanzine entren a las bibliotecas", indica. Lemus, quien ha viajado y ha encontrado en la escena queer y underground a personas que admira en su día a día, teme que, de repente, esto también sea atrapado por lo mainstream, es decir, justamente de aquello de lo que tanto huyó el carácter independiente de los autores en sus orígenes. "Tengo miedo a que el sistema económico se lo apodere... Aunque también sea parte del proceso. Sin embargo, el fanzine se va a mantener en este entorno porque aún es violento, tanto visual como conceptualmente hablando, a ese arte mayor que consideran algunos. Aquellos que se preguntan, ¿cómo pueden hacer esto sin permisos?".

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'En Camino', fanzine de la editorial Tofu. Fede Rubio Wenk

"Hay gente muy sensible aquí, lo cual conlleva a que pueden hacer cosas maravillosas, aunque les duela tanto el mundo", dice Lemus. Él y Fede Rubio comparten un viaje en el que derrochan lo mejor de sí mismos. Los fanzine son solo testigos de ello.