Firgas

La primera piedra de la ermita del Pilar

El templo del barrio firguense de Casablanca nació de una carta enviada por los vecinos al obispo en 1923

Cumple 100 años con unas obras que la dejarán mejorada

Talla de Nuestra Señora del Pilar en el barrio firguense de Casablanca.

Talla de Nuestra Señora del Pilar en el barrio firguense de Casablanca. / José Luis Yánez Rodríguez

«En cuya virtud ha nacido en todos los habitantes el vivísimo deseo de llevar a cabo una de las obras más indispensables para todo un vecindario cristiano: la construcción de una ermita»

Esto escribían todos los vecinos y vecinas del pago de Casablanca en el municipio de Firgas, la noche del cuatro de junio de 1923. Se habían reunido para preparar un escrito dirigido al obispado, en el que solicitarían licencia para la edificación de una iglesia dedicada a la advocación de Nuestra Señora del Pilar dentro del territorio del barrio, para lo que argumentaban la distancia que les separaba del templo del San Roque, las malas condiciones de las vías de enlace, las dificultades para poder cumplir con el precepto dominical y el número de habitantes que constituían el vecindario del barrio, que era por entonces de unas 800 personas.

El obispo Miguel Serra y Sucarrats alabó la iniciativa. que autorizó el trece de julio del mismo año, pero aclarando que los fondos diocesanos estaban agotados por lo que lamentaba no poderles ayudar con cantidad alguna para levantar la nueva edificación.

Ello no importó a la gente de Casablanca, que prestamente pusieron manos a la obra y crearon una Junta al efecto de organizar la construcción que se inició con la primera piedra el 15 de julio de 1923, que reseñó la correspondiente acta del mismo día en la que aparecen los vecinos Francisco Guerra Navarro y Pilar Medina Navarro como padrinos del acto, Manuel Rodríguez Falcón, Domingo Marrero Medina y otros dejando constancia de que aquel día «en el pago de Casablanca, Parroquia de Firgas, y con esta fecha, el párroco de la misma, don Juan Quintana Rivero completamente autorizado por el Muy Ilustre Señor Gobernador Eclesiástico en trece de los corrientes, bendijo y colocó la Primera Piedra para una ermita».

Casablanca era uno de los más antiguos lugares donde se asentó la incipiente población de la entonces villa de Arucas, municipio al que perteneció hasta el siglo XIX. En sus tierras regadas por las aguas que bajaban desde los barrancos que cercan el lugar -Azuaje y Firgas- se ubicaron familias ligadas desde sus comienzos con la historia de Arucas después de la conquista: Medinas, Marreros, Ponces de León, Guerras, descendientes de conquistadores y primeros linajes de la isla como el del fundador de Guía, Sancho de Vargas, el del Alférez Mayor de la Conquista, Alonso Jáimez de Sotomayor, el del mismo Fernando Guanarteme y otros tantos que consiguieron, laboreando sus tierras con cálidas temperaturas, cercanía a la costa y agua abundante, hacer de todo el pago un excelente lugar de producción agrícola que se vio con el paso de los años enriquecido con el progresivo aumento de su vecindario.

Sudores y sacrificios

Dos años más tarde, la ermita estaba concluida a «fuerza de sudores y sacrificios» como expresaba Domingo Marrero, presidente de la comisión, que aprovechaba conjuntamente con el mencionado secretario Manuel Rodríguez para agradecer a todos los que con su trabajo y sus limosnas habían contribuido para ver la obra terminada.

El 24 de octubre de 1925 se bendijo la iglesia por el párroco Juan Quintana y se elevaron los primeros fuegos artificiales de unas fiestas del Pilar en el barrio de manos de Juan Dávila; tanto cura como fueguista naturales de Teror.

Al día siguiente, se procedió a la bendición de la imagen de Nuestra Señora del Pilar, llegada desde la zaragozana «Casa Aranda» y bajo el padrinazgo de Francisco Hernández Guerra y Asunción Guerra Navarro. Después de bendición y misa, tuvo lugar la primera procesión que vieron las calles del barrio de Casablanca, amenizada por la banda de música de Bañaderos.

La historia de los años transcurridos desde entonces no ha hecho otra cosa que venir a aumentar con creces y demostrar el respeto debido al fervor de aquellos agricultores de principios del siglo XX que construyeron en medio de sus tierras de cultivo uno de los pocos templos que en Canarias estaban dedicados a la Virgen del Pilar. Aunque anecdóticamente casi a la par, tal como publicó en su día el historiador Juan Francisco Santana; Cristóbal y Martín Saavedra Ramos solicitaron una licencia para construir una capilla dedicada a la misma advocación en la Barriada de Guanarteme que con proyecto del arquitecto Eduardo Laforet fue aprobada en sesión de veinte de mayo de 1924 por el ayuntamiento de San Lorenzo.

La iglesia de Nuestra Señora del Pilar del barrio firguense de Casablanca fue convertida en parroquia en 1943 por el obispo Pildain y aunque durante todo este tiempo transcurrido desde su construcción la población del mismo ha tenido especial preocupación por mantener con primor tanto las celebraciones festivas como el propio templo y sus alrededores (plaza, campanario, obras de ampliación de sacristía, etc); hace algunos años comenzaron a advertir con preocupación que filtraciones de humedad y carcoma estaban afectando la cubierta de la secular y querida edificación.

Tanto vecinos como políticos iniciaron las gestiones pertinentes con el obispado para evitar el progresivo deterioro que comprobaban con preocupación.

Se elaboraron distintos proyectos que culminaron hace dos años con la intervención del Cabildo Insular que aprobó una partida para paliar el deterioro llegando a reunirse el alcalde de Firgas, el teniente de alcalde, el por entonces recién llegado obispo José Mazuelos y Teodoro Sosa, consejero de Presidencia de la institución insular.

Rehabilitación

La concejalía de urbanismo del ayuntamiento de Firgas dio en plena pandemia el visto bueno para que el obispado comenzara las obras de rehabilitación de dicha cubierta, atendiendo así tal como expresó a una reivindicación histórica de los vecinos y feligreses que llevaban una década demandando el arreglo del templo parroquial que mostraba evidentes síntomas de deterioro.

Las tan ansiadas obras fueron adjudicadas a la empresa Construcciones Rodríguez Luján S. L., que ya realizaron con genial maestría la rehabilitación del templo de San Roque culminada en 2017.

No obstante, por distintos motivos no pudieron iniciarse hasta fines del pasado mes de junio del presente año.

El proyecto consta de una rehabilitación integral de la cubierta donde la principal idea es conservar al máximo posible los materiales que la componen, respetando en este caso la estructura portante, saneando todo el material que se encuentre en buen estado y sustituyendo únicamente aquellos palos que a causa de su deterioro hayan pedido esa capacidad portante.

En cuanto a los elementos de cobertura se colocará un sistema compuesto por panel Termochip, paneles Onduline con acabado en teja.

Con todo ello se pretende mejorar el aislamiento de la cubierta y la impermeabilización de la misma, ya que es éste el principal factor de deterioro de la misma.

En cuanto al tejado superior, en la obra se utilizará un modelo similar al actual para con ello poder colocar el mayor número de tejas originales recuperadas.

Un punto y aparte al que deben sumarse en próximas actuaciones, obras relacionadas con la electricidad del templo, afectación de mobiliario o simplemente, adecuación de un edificio que cumple hoy un siglo a las necesidades y exigencias de una sociedad viva y pujante como es la del barrio de Casablanca.

La iglesia de la Virgen del Pilar cumple 100 años, con obras que la dejarán mejorada.

No parar en esas mejoras es deber de todos y no es más que cumplir con el mérito de sus habitantes que han sabido poner durante todo ese tiempo todo el empeño, los «sudores y sacrificios» y también la vitalidad para no desaparecer como comunidad social, manteniendo las señas de identidad que definieron sus antepasados.

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