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El 'skyline' desaparecido de la playa de Las Canteras

El paseo ha perdido desde los años 60 numerosos inmuebles históricos

El desaparecido ‘skyline’ del paseo de Las Canteras SANTI BLANCO

El pasado 27 de abril saltaron todas las alarmas. Ese día se daba a conocer el inminente derribo de la Casa del Doctor Apolinario, en el paseo de Las Canteras, 17, al carecer de protección municipal. En su lugar los actuales propietarios levantarían seis viviendas y un local comercial. El inmueble, construido en 1904, es uno de los pocos que sigue en pie del antiguo ‘skyline’ de la playa, previo a la reconversión urbanística iniciada con el boom turístico de los años 60. Por el momento, los trabajos han sido paralizados por parte de Patrimonio del Gobierno canario y del Cabildo. Una suerte -al menos momentánea- que no ha corrido un puñado de edificios reseñables que en otro tiempo formaron parte de la inconfundible silueta del litoral capitalino.

El Teatro Hermanos Millares, el colegio Viera y Clavijo, el antiguo hospital Inglés, la sede de Italcable o la casa de veraneo de Josefina de la Torre son solo algunos de los edificios reseñables de Las Canteras que han quedado en el recuerdo. La mayoría desaparecieron en las décadas de 1960 y 1970. La Casa del Doctor Apolinario, en cambio, ha logrado seguir en pie en medio del conjunto histórico mejor preservado de la playa -entre las calles Hierro y Padre Cueto-. Más allá de ahí, apenas quedan ejemplos de casas de dos a tres plantas de comienzos del siglo XX en la zona del Muro Marrero y unas pocas casas terreras en Peña la Vieja; además de dos ejemplos aislados, la Casa Alzola Apolinario, más conocida como el Chino Rojo, y la Casa de Manuel Padorno, en Punta Brava.

Este conjunto entre las calles Hierro y Padre Cueto consta de cuatro edificios que conservan ese perfil original de la playa. Desde La Puntilla, el primero sería la sede de la Comandancia de Marina (1913), obra del arquitecto Fernando Navarro y primer hotel de la playa, el Towers. La manzana contigua está formada por la Casa Tirolesa de Miguel Martín Fernández de la Torre (1923), la Casa del Doctor Apolinario (1904) y la clínica San José (1895), ambas de Laureano Arroyo.

La casa en discordia fue la residencia de Bartolomé Apolinario Macías, fundador de la casa asilo, hospital y escuela cuya sede estaba en la actual clínica San José. La fachada fue modificada en los 70, cuando se sustituyó la galería acristalada original por el balcón canario que luce actualmente, además de la cantería. No obstante, Juan José Laforet, cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, resalta que «es un hito; que, de ser derribada, se perdería el diálogo que existe con las construcciones que la rodean». El historiador subraya que «hay que intentar salvarla, ese conjunto es lo que nos queda de la playa antigua».

Gobierno canario y Cabildo tienen previsto ponerse de acuerdo en los próximos días sobre qué institución deberá redactar el informe que permitirá salvar la casa del Doctor Apolinario mediante algún tipo de protección y acuerdo con la propiedad. Una suerte que no corrieron una serie de edificios a lo largo del paseo, desde La Puntilla hasta La Cícer.

Teatro Hermanos Millares en los años 40. Fedac

Teatro Hermanos Millares

Situado muy cerca de La Puntilla, el Teatro Hermanos Millares fue el centro cultural por excelencia del Puerto durante más de tres décadas. Abrió sus puertas en 1930 gracias a la iniciativa de cinco amigos y ocupaba el solar donde hoy está el hotel NH Imperial Playa, entre la calle de La Naval y Ferreras. El establecimiento comenzó su actividad con películas mudas; el cine sonoro tardó en llegar casi un año de la mano de la cinta De frente, marchen, protagonizada por Buster Keaton.

El cine teatro acogió representaciones, recitales de poesía o revistas musicales. Una joven Mari Sánchez hizo allí sus pinitos. Su dirección mantuvo una apuesta arriesgada, de hecho, fueron los únicos que en la Isla exhibieron la polémica -entonces- Gilda (1946), con Rita Hayworth al frente. El edificio original fue diseñado por Eduardo Laforet y llegó a tener una capacidad para 906 espectadores, anfiteatro incluido. El último pase fue el 30 de noviembre de 1967, con Brigada Criminal, con Kirk Douglas de protagonista. El inmueble fue derribado en los 70 para dar paso al Imperial Playa.

Calle Sagasta, donde estaba el Hospital Inglés, en los años 50. LP/DLP

Hospital Inglés

La población de La Isleta comenzó a crecer de manera rápida con la construcción del Puerto a partir de 1883. Sería en 1891 cuando nace el Queen Victoria Hospital for Seamen bajo el auspicio del Seman’s Institute para atender a los marineros. Popularmente conocido como Hospital Inglés, en 1903 la institución procede a construir un edificio en mejores condiciones en una parcela entre las calles Gomera y Fuerteventura, donde hoy está el hotel Cristina. Las nuevas instalaciones eran más amplias, con habitaciones que daban a la playa. Unas estancias que llegaron a vivir momentos históricos para la capital; en octubre de 1918 acogió a la tripulación del buque Infanta Isabel. Aquello supuso el primer gran brote de importancia de la gripe española en la Isla.

La institución trasladó su sede a la Cornisa en 1966, donde ha permanecido desde entonces, aunque se hayan reconvertido en centro sociosanitario. El antiguo edificio del hospital en Las Canteras fue derribado a finales de los 60 y dio paso al actual hotel Cristina, el cual abrió sus puertas en 1972. 

Colegio Viera y Clavijo, años 50. Fedac

Colegio Viera y Clavijo

El Colegio Viera y Clavijo nació en los años 30 como una institución de educación liberal. Durante años tuvo su sede principal en el barrio de Vegueta -en la esquina de López Botas con Luis Millares-, pero la necesidad de dar una educación «de calidad» a la pequeña burguesía emergente del Puerto llevó a abrir una sede junto a Las Canteras. El masculino abrió sus puertas tras la Guerra Civil en una casa con torreón en el número 54 de Alfredo L. Jones; el femenino haría lo propio poco después en Nicolás Estévanez, 78.

Ambos edificios lindaban con la playa y ambos acabaron bajo la piqueta en los 70, poco después de su cierre. El más destacado y cuya imagen sigue en el recuerdo de muchos capitalinos era el masculino. Hoy allí se levanta un bloque de apartamentos escalonado que linda con el hotel Reina Isabel. Y es que la fiebre del turismo llevó a su fin a numerosas casonas de Las Canteras. Actualmente, la única vivienda de veraneo de la zona que conserva un torreón es la casa Sánchez Rivero, situada en la calle Franchy Roca, número 61 -aunque parte da al paseo- y proyectada por Laureano Arroyo.

Casa de Josefina de la Torre

Con la expansión del Puerto fueron numerosas las familias pudientes de la capital que decidieron tener su casa de veraneo junto al arenal. Es el caso de los de la Torre, cuya residencia estaba en el barrio de Triana pero en sus tiempos libres utilizaban una en el paseo de Las Canteras, número 27. Allí, en su patio, la escritora, actriz y cantante Josefina de la Torre y su hermano Claudio fundaron el denominado Teatro Mínimo en 1926. Es más, fue allí donde la artista escribió su primer poemario, Versos y estampas.

Y es que la playa ha sido una fuente de inspiración para numerosos artistas durante todo el siglo XX. La familia de Saulo Torón, por ejemplo, también llegó a tener una vivienda en la zona, hoy desaparecida. Por el momento, sigue imbatible la casa que fuera del poeta Manuel Padorno (1933-2002), la Casa de Punta Brava, construida en 1901. Recientemente salió a la venta y los nuevos propietarios preparan una reforma de la mano de los interioristas de Cúbica Estudio.

Sede de Italcable. LP/DLP

Italcable

La compañía telegráfica Italcable nació en 1921 para conectar a los emigrantes italianos en la Argentina con las ciudades y pueblos de su país natal. El cable submarino que permitió las comunicaciones transoceánicas entre Europa y América del Sur pasaba por las Islas, de tal manera que la empresa abrió una sede en Las Canteras. El edificio, de dos plantas y con una recargada decoración, estaba entre las calles Gravina y El Cid. Hoy se levanta allí un bloque de apartamentos con el mismo nombre.

Las instalaciones abrieron sus puertas en 1925. En la planta baja estaba la sala de máquinas y en la alta vivían las familias de algunos de los jefes de la compañía -de capital privado pero con ayuda del estado italiano-, tal y como relataba Pacuco Bello en el Libro Blanco de Las Canteras. Junto a esta había pistas de tenis. Italcable cerró en 1970 y pocos años después el inmueble fue derribado. Cerca de este inmueble también estuvo la antigua central eléctrica de La Cícer -Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos- entre 1928 y 1970.

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