FIESTAS

La castaña gallega se une a los finaos

El fruto seco convive estos días en los mercados de Las Palmas de Gran Canaria con la calabaza de Halloween, también foránea

Las setas se hacen un hueco en la mesa otoñal de los canarios

Una dependienta del puesto de Antonio Armas despacha castañas en el Mercado Central de Las Palmas de Gran Canaria.

Una dependienta del puesto de Antonio Armas despacha castañas en el Mercado Central de Las Palmas de Gran Canaria. / JOSÉ CARLOS GUERRA MANSITO

La castaña y la calabaza se cuelan estos días en los mercados municipales, tiendas y otras superficies de alimentación con motivo de la noche de los finaos y la fiesta de Halloween. Ambos productos son de temporada, pero solo el fruto de la castanea vulgaris se consume en la mesa. La mayor parte de las que había ayer en el Mercado Central procedían de Galicia, una de las regiones de mayor producción de España, que además cuenta con denominación de origen. El precio rondaba entre los 5 y 6 euros el kilo. 

«Cuidadito, cuidadito, la calabaza amarilla no se come», advertía Antonio Armas, presidente de la asociación de comerciantes del mercado municipal, al preguntar por uno de los frutos estrella de la temporada otoñal, que desde hace unas décadas convive sin problema con la tradicional castaña que trajeron los romanos a la Península. «Hay varios tipos de calabaza, pero la que se consume en Halloween solo sirve para adornar; si usted la vacía y la deja en un sitio que se seque bien le dura hasta el año que viene», aseguraba el comerciante, que vendía calabazas procedentes también de la Península porque la producción en la isla de esta variedad de Halloween es casi testimonial. El kilo de calabaza estaba a 3,98 euros.

Antonio Armas, presidente de los comerciantes del Mercado Central.

Antonio Armas, presidente de los comerciantes del Mercado Central. / JOSÉ CARLOS GUERRA MANSITO

«Quince días y después de los finaos es cuando más se consumen ambos productos», confesaba Antonio, desde los 12 años en el mercado y más propenso a «la castaña asada de toda la vida», aunque sea gallega. «La de aquí es más pequeña que la de Galicia», indicaba para que el comprador las distinga. En cuanto al precio en el que se mueve el fruto del castaño este año, especialmente seco para un producto que requiere del frío y de la lluvia para su crecimiento, señalaba que «no ha variado mucho con respecto al pasado año».

Otros productos otoñales

Gallegas eran también las castañas que vendía Yoni Lorenzo, a unos pasos de Antonio Armas. El joven, que heredó el puesto de su padre Martín Lorenzo, reconocía que la producción local del fruto del castaño, rico en hidratos de carbono, es casi testimonial en el mercado, pese a que se vende bien en esta época del año por el tema de la fiesta de los finaos «que es más nuestra». Sus castañas se movían entre los cinco y seis euros el kilo, mientras las calabazas las vendía por unidad a 3,50 euros.

No son los únicos productos otoñales que vende en su puesto del Mercado Central, Yoni se ha especializado también en setas, un producto rico en agua, hierro, fósforo, magnesio y otros nutrientes, que buscan tanto clientes particulares como restaurantes de soles y repsoles por encargo por su especial sabor. «Tienen muy buena aceptación», reconoce el joven treintañero que trabaja en función de la temporada para «conseguir el mejor producto; que al degustarlo en casa esté rico y que aguante entre 10 y 15 días». 

Yoni Lorenzo con las calabazas que vende en su puesto del Mercado Central de Las Palmas de Gran Canaria.

Yoni Lorenzo con las calabazas que vende en su puesto del Mercado Central de Las Palmas de Gran Canaria. / JOSÉ CARLOS GUERRA MANSITO

Trabajo le ha costado incluir níscalos, boletus edulis, trompetillas y setas de cardo, entre otras variedades de hongos, entre la clientela canaria. «Me pasé cinco años comprando y tirando la mercancía hasta que logré que la clientela las probara y les gustara. Aquí nadie conocía las setas», recuerda Yoni, que las compra en Soria, una provincia que ha aprovechado sus bosques para la producción agrícola. «Es un producto muy perecedero; me preparan la mercancía por la tarde y al día siguiente por la mañana voy a buscarla al aeropuerto», explica sobre la frescura con la que llega un producto tan sutil que al igual que otra mercancía compra directamente al productor a través de una videollamada, moviéndose en subastas online o a través de corredores en la Península.

Su búsqueda por diferenciarse de la oferta generalizada que hay en el mercado municipal le lleva también a traer trufa negra y blanca, otro producto otoñal, que se produce también en los bosques de Soria y cuyo precio puede llegar hasta los 1.800 euros el kilo. 

Defensor a ultranza del campo, no entiende por qué en Canarias no se explota más el sector primario. «Tenemos un tesoro de tierra y de clima. No entiendo por qué hay subvenciones para instalar placas solares y no para el campo, que es el que nos da de comer».

Suscríbete para seguir leyendo