Una exposición recuerda la huella de Claret en Canarias en su 175 aniversario

Una exposición y un libro, que cuentan la labor evangelizadora del religioso, conmemoran el paso del misionero por el Archipiélago

En la imagen de izquierda a derecha durante la presentación del libro y la exposición en la Casa de la Iglesia, Emilio Vicente Matéu, Juan José García, Carlos Candeia, Cristóbal Déniz, Santiago Cerrato y Miguelo Sosa.

En la imagen de izquierda a derecha durante la presentación del libro y la exposición en la Casa de la Iglesia, Emilio Vicente Matéu, Juan José García, Carlos Candeia, Cristóbal Déniz, Santiago Cerrato y Miguelo Sosa. / josé ramón sánchez

Una exposición y un libro conmemoran el 175 aniversario del paso del misionero Claret en Canarias. A pesar de que hace más de un siglo que el padrito arribó al Archipiélago, su legado sigue más vivo que nunca para la comunidad claretiana. En la Casa de la Iglesia se reunieron el obispo auxiliar de Canarias, Cristóbal Déniz; el superior provincial de los Claretianos, Santiago Cerrato y el director del colegio Claret, Juan José García para presentar la exposición itinerante Historia de un regalo de Dios, a manos de Miguel Sosa, que se puede visitar en la Casa de la Iglesia, y la reedición del libro Claret: vida y misión en Canarias del autor Emilio Vicente Matéu. La velada estuvo amenizada por la música del reconocido timplista Germán López, que aportó la nota musical con la canción Arrorró, integrada en la obra Cantos Canarios de Teobaldo Power y Lugo-Viña.

La exposición presenta un resumen de la vida del religioso, haciendo hincapié en su estancia en Gran Canaria, que lo marcó profundamente. Para Sosa la llegada del padrito fue un regalo para la sociedad grancanaria, pero también para el propio Claret, que encontró en la Isla una gran muestra de afecto y cariño por parte de sus habitantes. 

La especial estima de la población no solo se debe a la labor evangelizadora del padre, también se puede entender por el contexto temporal de la sociedad. Los grancanarios sufrieron durante largos años las secuelas de enfermedades, sequías, épocas de hambruna y conflictos políticos, que hicieron que la población se sumergiera en un sentimiento de desamparo. La fuerza de la iglesia tampoco estaba en su mejor momento, ya que tras la desamortización y el cierre de conventos, la iglesia diocesana pasaba por tiempos complicados. De esta forma, se extendió la corriente doctrinal ‘jansenisma’, que consideraba que la salvación era una gracia que Dios concedía a unos pocos. Ante esta visión desalentadora, cualquier instrucción moral era inútil y los grancanarios dejaron de asistir a misa. 

La tarea religiosa del padrito fue recuperar la fe después de épocas duras para la población isleña

Para Sosa figuras ilustres como la del padrito contribuyeron a la «restitución de la dignidad» del pueblo isleño. Claret llegó a Gran Canaria precisamente para hacer frente a este desasosiego que sufría la fe y llevar el Evangelio a todos los rincones. De esta manera, atravesó los senderos a pie para llegar a las zonas más pobladas y conoció gran parte de la Isla en los quince meses que duró su tarea. Comenzó en la zona sureste con Las Palmas, Telde y Agüimes, y a lo largo de los meses pasaría por Gáldar, Arucas, Guía, Moya, Teror, San Lorenzo, Santa Brígida, Tejeda y Tunte. La labor no dejaba momento para el descanso, Claret predicaba todos los días, daba ejercicios espirituales a sacerdotes, catequesis a los niños y visitaba enfermos, además de recorrer de punta a punta la Isla.

Una manera de predicar única

Es tal que en las cartas de sus compañeros describían su manera de predicar como ardiente, dulce en las formas, con una actitud infatigable y una caridad ferviente con los más vulnerables. Por ello, el superior provincial de los misioneros, Carlos Candeia destacó la importancia de su figura como copatrono de la Diócesis de Canarias. «Claret fue un regalo y mirándolo a él podemos revivir ese regalo en nosotros», manifestó. 

La tarea de Claret no solo le llevó a Canarias sino también a Cuba o Cataluña. Aunque para Emilio Vicente Matéu ningún lugar le marcó tanto como Gran Canaria. «La sensibilidad canaria le llegó al corazón», aseguró. Matéu se basó en la autobiografía del religioso para escribir en primera persona las vivencias del padrito en Gran Canaria. «Intenté reflejar su alma», detalló. 

«Es una buena oportunidad para conocer la labor de Claret», destacó Cristóbal Déniz. El obispo auxiliar puso sobre la mesa la importancia del trabajo del misionero, ya que «del vacío se pasó al optimismo». «Algo que parecía imposible se hizo realidad en ese tiempo de 15 meses, no solo llevó la palabra de Dios sino que también se preocupó por el bienestar de los canarios», apuntó. 

Para su comunidad su legado sigue igual de vigente. El padre superior de los claretianos, Santiago Cerrato afirmó que los misioneros claretianos de Las Palmas son los «hijos del padrito». «Queremos seguir siendo el legado del regalo que Dios nos hizo al traer al padre», resaltó. 

Suscríbete para seguir leyendo