Opinión

'Coach Kirian'

Yerra de sobre manera el capitán de la UD al arengar a sus compañeros en el vestuario con la televisión de por medio con eso de: “A reventarlos, a matarlos” 

Kirian Rodríguez celebra su tanto ante el Atlético de Madrid.

Kirian Rodríguez celebra su tanto ante el Atlético de Madrid. / EFE

Rubén Reja

Rubén Reja

La fusión entre los valores y la educación en el fútbol debe grabarse a fuego en todas las categorías de esta maravillosa disciplina deportiva. El 'fair play' tiene que estar instalado en el ADN de los jugadores y aficionados dentro y fuera del estadio. Un comportamiento modélico de los equipos, sobre todo los que están en lo más alto, no solo forja grandes deportistas, sino que también sirve de inspiración a las nuevas generaciones. Menores que tienen como referencia a sus ídolos y que en muchas ocasiones quieren seguir sus pasos. En un deporte que a menudo es visto como una batalla final es esencial recordar la importancia de inculcar principios sólidos que trasciendan la competición. 

La educación en el fútbol va más allá de las tácticas y habilidades técnicas. Se trata de cultivar la integridad, el respeto y la empatía. Solo de esta forma podremos erradicar la violencia en todas sus variantes de los terrenos de juego. Los episodios de altercados en los campos canarios en categorías inferiores es un toque de atención que requiere acciones contundentes. 

Los entrenadores y los padres desempeñan un papel crucial al inculcar valores como el respeto, ya que son figuras influyentes en la vida de los jugadores jóvenes. En esta ardua tarea, es fundamental enseñar a ganar y a perder, pero teniendo en el punto de mira la formación de individuos. 

La repercusión de esta filosofía educativa se extiende más allá del campo de juego. Los bisoños futbolistas no solo adquieren habilidades deportivas, sino también herramientas valiosas para enfrentar los desafíos de la vida y para gestionar las emociones. La disciplina, la perseverancia y el compañerismo cultivados en el fútbol se convierten en activos fundamentales en su desarrollo integral. 

Al priorizar los valores sobre el resultado final, se contribuye a la formación de niños responsables y más maduros.

Por ello, el grandísimo capitán de la UD Las Palmas Kirian Rodríguez yerra de sobre manera, con las cámaras en directo de televisión el pasado domingo, al arengar a sus compañeros antes del partido ante el Cádiz con eso de: “A reventarlos, a matarlos”. 

La motivación, un componente vital en el desarrollo deportivo, debe ser canalizada de forma positiva y mucho más acertada. En lugar de recurrir a malas formas o amenazas estériles se debe fomentar un ambiente que promueva el esfuerzo, la superación personal y el trabajo en equipo. Kirian, además, tropezó de nuevo el domingo al perder el control en una absurda protesta que le acarrea sanción para el siguiente partido. 

Pero estos errores deben ser vistos como oportunidades de aprendizaje, no como razones para desalentar al jugador que está firmando una temporada de ensueño.

El fútbol, en su esencia, es un reflejo de la sociedad, y la manera en que se practica y enseña puede impactar positivamente en la construcción de comunidades más justas y respetuosas. Ojalá el 'coach Kirian' siga regalándonos buen fútbol y lecciones de resiliencia, pero sin dejar de lado la integridad y la educación.

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