SOLIDARIDAD

Un polar de la Unión Deportiva Las Palmas para apoyar una buena causa

Manos Unidas inaugura un mercadillo solidario en la Casa de la Iglesia para recaudar fondos para sus proyectos por el mundo

Las organización no gubernamental busca un local fijo

En el rastro se encuentran prendas de vestir, zapatos, complementos y libros de segunda mano

Manos Unidas inaugura un mercadillo solidario en la Casa de la Iglesia de Las Palmas de Gran Canaria con el fin de recaudar fondos para financiar sus proyectos en África, América Latina y Asia. El rastro abrirá todos los martes de mes, aunque los responsables de la delegación provincial de Las Palmas de la organización no gubernamental esperan que tenga carácter temporal, ya que en realidad lo que buscan es un local gratuito para vender su propia mercancía y las donaciones de ropa, calzado, complementos y libros que les han hecho llegar personas y empresas.

Unos botines, un suéter, unas gafas de sol y varias pasminas. Era lo que se llevaba Mari Carmen Guarh Reyes en mano tras un repaso rápido por el ropero de Manos Unidas, que este martes abrió sus puertas en la Casa de la Iglesia. "Son cosas para mí, aunque me llevo una pasmina para regalar", confesaba la mujer, una de las primeras personas en entrar en el mercadillo solidario de la entidad sin ánimo de lucro. Por los zapatos había pagado cinco euros, por las gafas de sol diez euros dado que son de óptica, mientras que por el suéter solo tres euros. Salía tan contenta de la compra y de colaborar con una buena causa que del precio de las pasminas ya ni se acordaba. "Es una pena que solo lo abran los martes por la mañana, debería estar abierto también por las tardes o los fines de semana, para que puedan recaudar más dinero", confesaba Mari Carmen, conocedora del poder de recaudación que tienen los mercadillos solidarios. "Soy dama de San Juan de Dios y solíamos hacer mercadillos, se recauda mucho dinero para una buena causa", dijo.

Espacio temporal

Manos Unidas no quiere interferir en la vida diaria de la Casa de la Iglesia por lo que, de momento, el rastro abrirá sus puertas todos los martes de mes en horario de 9.30 a 13.30 horas por la calle López Botas. La iniciativa se lleva preparando desde el mes de diciembre y es la única solución que han encontrado para recaudar fondos de manera constante para financiar los proyectos educativos, sanitarios y sociales que tienen por el mundo. El objetivo final es encontrar un local fijo por la zona de Vegueta o Tomás Morales, pero dado el precio de los alquileres apelan a la solidaridad para lograr un espacio que les permita tener el rastrillo abierto todos los días.

El ropero estará abierto todos los martes por la mañana, en horario de 9.30 a 13.30 horas

Así lo manifestaba este lunes el delegado provincial de la organización en Las Palmas Carmelo García, quien ofrecía también la posibilidad de establecer una colaboración con los interesados lo que les permitirá a estos desgravar en la declaración de la renta al tratarse de una entidad social sin ánimo de lucro.

María Joaquina García junto a José Juan Trinidad, voluntarios de Manos Unidas en el mercadillo solidario de la organización.

María Joaquina García junto a José Juan Trinidad, voluntarios de Manos Unidas en el mercadillo solidario de la organización. / JOSÉ PÉREZ CURBELO

El mercadillo solidario ofrece la posibilidad de comprar ropa de mujer, hombre y niño, así como calzado a muy buen precio. Algunas de las prendas y objetos se encontraban aún con la etiqueta y en cajas dado que son donaciones de empresas. Es lo que ocurría con una buena colección de gafas de sol, obsequio de una óptica. En el rastrillo hay complementos como bolsos, cinturones, pañuelos y bisutería, libros y objetos de decoración. Entre las donaciones curiosas: una silla de ruedas ya reservada, un cepillo para el suelo eléctrico, un traje de neopreno y un polar de la Unión Deportiva.

Vista del polar de la UD y del traje de neopreno en el ropero de Manos Unidas.

Vista del polar de la UD y del traje de neopreno en el ropero de Manos Unidas. / JOSÉ PÉREZ CURBELO

"Esperemos venderla antes de que la Unión Deportiva baje", decía con guasa Mari Carmen Martín, una de las voluntarias que colabora en el mercadillo para animar la venta. La mujer reconoció que la calle López Botas no es una calle muy transitable, pero a falta de un local propio han tenido que tirar del préstamo que les ha hecho la Casa de la Iglesia para sacar las prendas donadas a la venta. "Llevamos desde antes de Navidad planeando este proyecto y clasificando ropa. Con los mercadillos puntuales y con la venta de productos de Manos Unidas no se saca lo suficiente y creemos que con un local permanente podríamos recoger una cantidad importante de dinero para nuestros proyectos", declara. Mari Carmen Martín lleva cinco años de voluntaria en Manos Unidas y está cada vez más convencida de que acertó con la elección. Uno de los motivos es que "el dinero que se recauda llega íntegro al proyecto".

Bolsas de playa y abanicos

La organización no gubernamental también ha puesto a la venta productos con su propia marca, aunque tienen un precio un poco más elevado. Entre ellos, pañuelos y abanicos diseñados por Lorenzo Caprile, bolsas para la compra, libros infantiles, collares, termos de agua, bolsas de playa, neceseres, cuadernos escolares y calcetines.

En el mercadillo también se pueden encontrar productos con la propia marca de Manos Unidas como pañuelos, abanicos, bolsas de playa, cuadernos y libros infantiles

También bolsos de manos, viseras, talegas, monederos y delantales realizados con telas procedentes de Gambia, y que han sido cosidos por monjas y voluntarias. Una de ellas es María Joaquina García Melián, que este martes se encontraba también echando una mano en el mercadillo. "Me gusta la costura, me entretiene; hoy les estoy echando una mano en el mercadillo. Nadie sabe el trabajo que tiene organizar todo esto, pero todo es por un buen fin. Dios se lo dará, por otro lado", argumenta la voluntaria, que además saca tiempo para cantar en la coral y en la parranda de la Casa de Galicia.

José Juan Trinidad Galván, que desde hace ocho meses colabora con Manos Unidas tras nueve años haciéndolo con Cáritas, organizaba el perchero de caballero. "Estoy jubilado y tengo mucho tiempo libre. Estoy disponible para lo que les haga falta". En este quehacer se dio cuenta de que les hacían falta perchas para colgar más prendas.

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