Las tres fronteras de la desigualdad en Las Palmas de Gran Canaria

Las diferencias en la renta entre El Fondillo y Tafira Alta están a la cabeza de las Islas

El Cardón y el Negrín completan el podio de la brecha de la social junto a El Risco y Triana

Los 78 escalones del Pasaje Juan Salazar Herrera separan dos realidades colindantes pero al mismo tiempo muy diferentes. Abajo, la avenida Primero de Mayo y el barrio de Triana, arriba el Risco de San Nicolás. El mapa de la renta por hogar elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) -basado en las declaraciones del IRPF de 2021 antes del pago de impuestos- desvela las tres grandes fronteras de la desigualdad que existen en Las Palmas de Gran Canaria, donde la brecha por hogar entre ricos y pobres supera los 35.000 euros anuales. 

Es el caso de la diferencia histórica entre los Riscos y Triana y Vegueta. Unos 37.339 euros de renta bruta anual separan los hogares de San Nicolás de los de Primero de Mayo. Lo mismo ocurre entre Tafira Alta y El Fondillo, barrio este último que nació al calor de las mansiones y fincas del primero. La brecha supera en este caso los 65.960 euros, la mayor de Canarias. Por último, el desarrollo urbanístico del boom del ladrillo propició nuevas brechas, en este caso entre El Cardón y el tramo bajo de la avenida Juan Carlos I, con una diferencia de 44.583 euros.

La orografía de Las Palmas de Gran Canaria ha favorecido que las diferencias sociales entre sus distintos barrios se perpetúen en el tiempo marcando verdaderas fronteras de desigualdad. Por ejemplo, las diferencias de clase entre los Riscos y el conjunto de Triana y Vegueta llevan vigentes prácticamente cinco siglos. Con el desarrollo de la urbe, la configuración del municipio a base de barrancos y lomos ha hecho que barrios contiguos queden separados en todos los sentidos, también en el bolsillo de sus vecinos.

Y es que, según explica el sociólogo José Ariza de la Cruz estos elementos segregadores, que en el caso de la capital grancanaria son principalmente naturales -laderas y barrancos- «dificultan los desplazamientos peatonales entre los barrios que separan reduciendo la interacción social entre ellos. Cuando hay un menor intercambio cotidiano de población también se reducen los cambios de vivienda entre los barrios».

Limpiadoras y jardineros

«Mucha gente mayor de por aquí trabajó toda su vida en las casas de Tafira», señala Ana María García Gil, vecina de El Fondillo. Lleva 36 años en este barrio de la periferia, aunque su marido sí lleva en la zona toda la vida, «su madre iba allá a trabajar, recogía la ropa en las casas y después la llevaba a la acequia para lavarla». Limpiadoras, jardineros, todo tipo de oficios relacionados con el hogar. El Fondillo nació hace un siglo en una empinada ladera del barranco del mismo nombre. Tan solo las fincas agrícolas de Los Frailes y Las Magnolias separaban -y separan- ambos núcleos, en línea recta no hay siquiera 500 metros.

Calles de El Fondillo.

Calles de El Fondillo. / José Carlos Guerra

La brecha de renta entre los hogares de Tafira Alta y de El Fondillo es la mayor de toda Canarias. Los vecinos del primero tienen una renta media por hogar que supera los 104.000 euros; cifra que les deja entre el 2% de los más ricos de toda España. En el segundo, en cambio, la cifra baja hasta los 38.594 euros, dentro de la media del conjunto de España.

Las diferencias entre un lado y otro son palpables. En El Fondillo, un barrio con poco más de 1.300 habitantes, la mayoría de las viviendas son de autoconstrucción. En el otro extremo de Los Frailes, en cambio, predominan las grandes mansiones y chalets con jardín, algunos diseñados por arquitectos históricos como Miguel Martín Fernández de la Torre o Antonio Cardona.

«Estamos olvidados, tenemos falta de todo, ni siquiera hay un local en el barrio donde reunirnos y la asociación se tiene que concentrar en la calle», denuncia García Gil, «tenemos que estar pidiendo para que nos hagan caso». En su caso, lleva años soportando la insalubridad de la casa en ruinas que tiene pared con pared con la suya, «y no hacen nada para tirarla, esto en Tafira no pasaría».

Si El Fondillo y Tafira componen una brecha histórica en la periferia capitalina, donde el barrio más desfavorecido nació al calor del núcleo con mayor poder adquisitivo -más antiguo y cuyo desarrollo se produjo en torno a la Carretera del Centro como lugar de veraneo de la burguesía y aristocracia capitalina-, en el caso de El Cardón y el Negrín la historia es bien distinta

La historia de esta zona de Ciudad Alta arrancó a mitad del siglo pasado. Por entonces estos lomos estaban cubiertos de fincas agrícolas; sería a partir de los años 60 cuando comenzaron a asentarse junto a la antigua Carretera de Tamaraceite al Puerto familias provenientes del interior de la Isla. Aislado anteriormente de la trama urbana, El Cardón se ha visto fagocitado por las nuevas urbanizaciones y las anchas avenidas que se han desarrollado en los últimos 20 años.

«Eso es Las Torres Bajas, de toda la vida», apunta Rita a las puertas de su casa, en el Camino Viejo del Cardón. Lleva casi 60 años en el barrio, desde que su familia llegara de Guía, «aquí hay gente de Agaete, La Aldea, sobre todo del Norte». La zona ha dado un cambio drástico desde entonces. En el barrio vecino ahora las casas de autoconstrucción son minoría y en su lugar han proliferado los chalets y las urbanizaciones con piscina, algunos de ellos propiedad de conocidos futbolistas. 

La diferencia en el poder adquisitivo entre El Cardón y Las Torres Bajas se ha disparado. En el primero, la renta de los hogares apenas supera los 30.000 euros anuales, lo que los sitúa entre el 26% de la población más pobre de España. En el segundo, con el tramo bajo de la avenida Juan Carlos I a modo de columna vertebral, rozan los 75.000 euros de renta anual bruta, lo que les coloca entre el 4% de la población más rica del país.

El Cardón ha quedado fagocitado por los nuevos desarrollos.

El Cardón ha quedado fagocitado por los nuevos desarrollos. / José Carlos Guerra

El barranquillo forma una frontera natural, de tal manera que muchos de los chalets con piscinas individuales a un lado tienen vistas a las casas a bloque visto del otro lado. «Todo floreció después de hacer el Negrín, pero a nosotros nos han dejado abandonados», apuntan en El Cardón.

Casas colgantes

En este barrio de casas colgantes sobre el barranco no supieron lo que eran las calles asfaltadas, las aceras y el alcantarillado hasta finales de los años 70. Es más, la red, con las tuberías al aire libre y sostenidas en las fachadas traseras, presenta más de una deficiencia, «allí abajo tienes la catarata», señala Rita en referencia a un punto en el que las enredaderas han crecido más de la cuenta. Aunque el culmen de la dejadez lo tienen en el cruce con la antigua carretera general, donde conservan una marquesina de Guaguas Municipales de los años 80.

De nuevas brechas a las de toda la vida. Conocido por muchos como «el muro de la vergüenza», los edificios de la avenida Primero de Mayo tapan en buena medida San Nicolás. Conformando una intrincada red de callejones, las casas de autoconstrucción suben por la ladera, con un gran número de infraviviendas. Así es uno de los barrios más pobres de Canarias. Son varios los indicadores que lo corroboran. Mientras arriba casi el 18% de los vecinos obtiene sus ingresos de prestaciones sociales, abajo apenas lo hace el 5,7%.

La renta media de los hogares del Risco apenas supera 23.000 euros anuales, lo que les coloca entre el 5% de la población más pobre de España; en Primero de Mayo superan los 60.500 euros anuales, más del doble y entre el 9% más rico. Los dos extremos de la escala social. Basta echarle un vistazo al mercado inmobiliario para ver como a un lado un piso de 100 metros cuadrados cuesta hasta 350.000 euros y al otro una casa terrera del mismo tamaño ni siquiera la mitad.

Cada vez que Carmen tiene que subir la compra se ve abocada a subir alguna de las interminables escaleras que hay hasta su casa, a media ladera. En Domingo Guerra del Río, una de las pocas que permite el tráfico rodado, no hay contenedores de reciclaje de basuras y en su lugar la estrecha acera se ha convertido en un vertedero improvisado donde los escombros y muebles son el pan de cada día, algo que, a escasos 50 metros, en Primero de Mayo, no ocurre. Las dos caras de una misma moneda en el corazón de la capital.

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