ANÁLISIS

Adiós a José Antonio Baeza Betancort

El pasado 30 de enero fallecía a los 85 años de edad quien fuera director de Radio Popular de Las Palmas desde su creación en 1971 hasta comienzos de este siglo

Adiós a José Antonio Baeza Betancort

Adiós a José Antonio Baeza Betancort / LP/DLP

Gonzalo Jiménez Ventura

El pasado 30 de enero fallecía, a la edad de 85 años, José Antonio Baeza Betancort, director de Radio Popular de Las Palmas desde su fundación el año 1971, hasta el año 2000 aproximadamente. Conocí a José Antonio el año 1969 en Radio Ecca, Emisora Cultural de Canarias, promovida por el Padre Villén de la compañía de Jesús; acababa de abandonar la institución jesuita, donde era novicio y Radio Ecca se encontraba en pleno periodo de formación de su organización, que lo integra como subdirector. Yo llevaba pocos años en Ecca, donde dirigía el Departamento de Tráfico Escolar, responsable de la gestión del proceso de aprendizaje del alumnado. Sintonizamos muy bien e hicimos una entrañable amistad que continuamos hasta el día de su muerte.

Solíamos vernos regularmente para almorzar, encuentros donde disfruté, en agradables sobremesas, de su profundo y vasto conocimiento. Hablábamos de los tiempos pasados juntos en las dos emisoras en las que estuvimos, Radio Ecca y Radio Popular, de los proyectos que teníamos, de la situación política y económica, siempre iluminada por los profundos conocimientos filosóficos que poseía... Estos almuerzos se hicieron habituales en nuestra relación, primero junto a Asterio Llorente, compañero también en las dos emisoras, y últimamente, a la muerte de Asterio, sólo nosotros dos. Con su precipitada partida no pudimos celebrar el último al que nos habíamos comprometido, que ya haremos cuando nos encontremos en la otra orilla.

Él permaneció en Radio Ecca muy poco tiempo y también yo dejé la misma, algo después de su salida. Poco antes de nuestro encuentro en Radio Ecca, el Padre Villén, recién destinado a la isla por la compañía de Jesús, había puesto en marcha la iniciativa de trasladar a la provincia de Las Palmas la idea que había experimentado en Montilla (Córdoba), de crear una emisora de radio dedicada exclusivamente a la Enseñanza. Era el año 1965. Con su enorme ilusión y empuje, el trabajo ilusionado de un grupo de maestros reclutados por él, en su mayor parte, de la Campaña Nacional de Alfabetización, creada poco antes, el apoyo económico de la marquesa de Arucas y el institucional del Ministerio de Educación Nacional, el padre Villén crea Radio Ecca, con la misión fundamental de alfabetizar la población, en gran medida, analfabeta.

El año 1970, el obispo de la diócesis Monseñor Infantes Florido, con el canónigo don Heraclio Quintana, director de Radio Catedral, emisora que no integran en el proyecto, como enlace con el Obispado, encarga a Baeza la puesta en marcha de una emisora de Radio para unirla a la cadena de emisoras de la iglesia, Cope, que aún no funcionaba como cadena de programación centralizada. Para colaborar en el proyecto, elige a Asterio Llorente Quintana, como responsable del departamento de publicidad y captación de recursos, que también había conocido en Radio Ecca, y que previamente había regentado el departamento de captación de recursos de Cáritas Madrid. De forma provisional instala la sede de la empresa en un piso de la calle Pérez del Toro.

Los comienzos

El 27 de enero de 1971 comienza la emisión de la nueva emisora Radio Popular de Las Palmas, que junto Radio Atlántico, de la Organización Sindical Estatal y Radio Las Palmas, del abogado don Andrés Rodas, asociada a la cadena Ser, iban a ocupar el panorama radiofónico generalista emitido desde esta ciudad. Dirigida por José Antonio, se acompaña de Paco Montesdeoca, como jefe de Programas y Emisiones, del mencionado Asterio Llorente como jefe de Publicidad y Administración y como jefe técnico electrónico colaborador, de Juan Ruiz Arreguí, un alto cargo técnico de Telefónica.

¿Qué podía hacer un hombre como José Antonio, de reconocida inteligencia, con una vasta cultura, fundamentalmente filosófica, obtenida en una selecta institución como los jesuitas, gestionando a un grupo de personas de la comunicación, con sus característicos egos, en una sociedad no muy cultivada, sin ambiente universitario, cerrada a la libertad, fundamentalmente de información y opinión, atemorizada y controlada por la censura previa de la Dictadura? La gestión de la comunicación es una actividad preciosa, pero la administración de sus grupos de trabajo es muy compleja, ingrata muchas veces, atropellada y con escasos alicientes.

En esa dicotomía, lo hermoso de administrar las funciones fundamentales de un medio de comunicación como la radio, informar, enseñar y entretener, y lo ingratas que a veces son las relaciones humanas, elige José Antonio la postura más inteligente: dirigir con relativa cercanía la actividad profesional y observar a cierta distancia la organización humana. Siempre tuvo una actitud de dejar hacer, sin intervenir directamente en la mayor parte de la actividad de la emisora, sólo de forma excepcional.

Eso explica, en parte, su importante aportación a la sociedad, con acciones y programas que ya pertenecen a la historia de la radio en las islas. Acciones como la puesta en manos de un grupo ‘progresista’, formado por Pepe Alemán, Antonio Ojeda y Rafael González Morera del programa informativo del mediodía, Tagoror, y por tanto, del programa fundamental de información de una emisora de la Iglesia católica, en plena dictadura franquista, aunque en su etapa final algo dulcificada; o abrir los micrófonos para que libremente y sin control previo, los oyentes manifestaran sus quejas y opiniones. Y programas radiofónicos, como la Oficina de Información Social dirigida por la Asistente Social Menchu Calero, ‘A chirona’, comandado por Flora Martín, programa de denuncias de temas sociales, abierto a la audiencia; o como la programación de las tardes, en el que los propios oyentes comentaban un tema de actualidad propuesto por la emisora; o de debates entre rivales políticos, como el entablado entre José Carlos Mauricio y Juan Marrero Portugués, que prácticamente paralizó la ciudad.

En resumen, realizar una programación de marcada vertiente social, profesionalizada, en contraposición a la personalizada que empezaba a pulular por las programaciones radiofónicas. Y nadar con tino en el proceloso mundo de los grupos de comunicación y su lucha por ocupar los tiempos asignados a las pequeñas emisoras de provincia, batallas que alguna gana pero que al final termina perdiendo en favor de la cadena Cope.

Imaginación y alegría

Por tanto, la incorporación al panorama radiofónico de las islas de esa Radio Popular, en parte por la personalidad de su director, y pero también por la ilusión, trabajo y empeño del resto de la plantilla, enriquece de forma significativa la programación e información radiofónica en las islas, dotándola de imaginación, alegría, desparpajo, nuevas formas, dando valor a la voz, sus matices y entonación. Y permite crecer y a algunos hacer a profesionales como Paco Montesdeoca, Alicia Fernández, Luciano González Ossorio, Flora Martín, Antonio Betancor, Pepe Orive, José Luis Díaz, Rosi Morera, Carmen Rosa Saavedra, Rafael Rivero, Manolo Rodríguez, Higinio Rayo, Cristóbal Campos, Gonzalo Monasterio, Pepe Marrero, Esteban Morales y su amplio equipo de colaboradores y a controles de emisión y realización como Vicente Torres, Juan Ramírez, Inmaculada Rodríguez, Carmelo Méndez, Julio Abreu...

Y permiten asimismo crear las condiciones que generan programas, incluso publicitarios, atractivos e imaginativos, que pronto reciben el favor de los oyentes, como El Cantamañanas, con su famoso gallo cantador, Tagoror, informativo del mediodía, la división de enseñanza por radio, con el curso de Promoción de la Mujer, una iniciativa novedosa de la enseñanza profesional por radio, a partir de la experiencia de Radio Ecca, pero con aportaciones propias, realizado por un equipo de profesoras locutoras, Maite y Flor, como dibujante, Ismael Marrero, asesoras externas, María Pilar Velasco, Ana Doreste Suárez y monitoras que como no recuerdo todas no quiero mencionar, que realizaban reuniones en pueblos y barrios de la isla. Curso que recibe la Antena de Oro de la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión como mejor programa nacional de enseñanza; retransmisiones en directo a través de líneas telefónicas instaladas ex profeso para ello en los lugares de los acontecimientos deportivos como partidos de fútbol y rallys, donde destaca la figura de Fernando Díaz Cutillas, como narrador de partidos de la Unión Deportiva, etcétera. En fin, una radio viva, activa, dinámica e imaginativa.

La labor de José Antonio no acaba con la actividad profesional narrada hasta ahora. Como intelectual escribe tanto libros de ensayo como de poesía de los que quisiera destacar dos, no publicados. El ensayo titulado La independencia de Venezuela: los tópicos de la revolución y el papel de los canarios y el libro de poesías La fuente escondida, cancionero poético existencial, escrito, como expresa en la presentación el propio libro «en la primavera de 2015, en una etapa intranquila, después de una época de trabajo intenso, me vinieron pensamientos, emociones, anécdotas, palabras y rimas ordenadas como versos y me sentí obsesivamente impelido a trasladarlos al papel y el ordenador. Luego, tras dejarlos estar, los he revisado y he añadido algunas composiciones más. Así han salido estos 32 sonetos y 338 versos que recogen momentos de mi experiencia pasado y sobre todo de mi experiencia presente», ambos no publicados.

Deseo terminar este obituario con uno de los sonetos del libro, que transcribo con lágrimas en los ojos, titulado La muerte, que dice así:

La muerte

(A la memoria de Alberto Armas Díaz)

«Nadar sabe mi llama la agua fría» (Francisco de Quevedo).

El agua va llegando hasta la orilla,

rindiendo viaje. ¿Hay tiempo todavía?

Se ha puesto el sol y se ha ocultado el día,

mientras la barca encalla ya su quilla

en la arena. Yo bajo de puntillas

a terminar mi propia travesía.

Atravieso en silencio el agua fría,

con miedo temblando en mis rodillas.

Morir de pronto así, ¡quien no quisiera!

Como un beso en tu sueño ya cansado,

como un beso mortal, que no te esperas.

Dormir así y, ya del otro lado,

despertar siendo más de lo que eras,

hundido en ti, y en Dios, y sosegado.

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