Crónica de un rompesuelas

Bajo el signo de Mercurio

La fachada de la Biblioteca Insular de la Plaza de las ranas exhibe unos símbolos que ocultan, a la vez que revelan, su agitada historia

Caduceo en la fachada de la Biblioteca Insular. | |

Caduceo en la fachada de la Biblioteca Insular. | | / JOSÉ CARLOS GUERRA

Caminaba con un amigo por la calle Remedios cuando al pasar delante de la Biblioteca Insular señaló los caduceos grabados en su fachada.

Al ver la vara con dos serpientes entrelazadas coronada con un par de alas pregunté:

-¿Qué simboliza?

-Es el atributo del dios Mercurio, pero en la actualidad se emplea como símbolo del comercio.

-¿Y qué hace en la fachada de una biblioteca?

-Originalmente este edificio fue la segunda sede del Círculo Mercantil. La primera se encontraba en la otra acera y al quedarse pequeña, su directiva decidió construir una nueva justo enfrente. Con ese propósito, a finales de 1898, compraron el solar entre esta calle y la Plaza de las ranas al farmacéutico Fernando Bojart, quien lo vendió por treinta mil pesetas sin imaginar lo que escondía bajo tierra.

-¿A qué te refieres?

-A que en junio del año siguiente, durante las excavaciones de la obra, un trabajador halló una vasija llena de monedas de plata, de la época de los Reyes Católicos, en perfecto estado de conservación.

-¡Un tesoro! ¿Quién lo había ocultado?

-A saber, cuando no existían bancos, la gente guardaba sus ahorros en casa, y por regla general, uno de los mejores lugares para ocultarlos era bajo tierra. Luego, si la muerte sorprendía a su propietario, lo cual sucedía bastante a menudo, especialmente durante las numerosas plagas que azotaron la isla, podían quedar olvidados para siempre.

-¿Y qué ocurrió con el tesoro?

-Su descubridor lo ocultó y empezó a vender las monedas, pero por aquella época Las Palmas era casi una aldea, así que en cuanto la directiva supo lo ocurrido las recuperó.

-Cambiando de tema, ¿quién diseñó el edifico?

- El primer arquitecto titulado nacido en Las Palmas, Fernando Navarro.

-¡Uno de los introductores del modernismo en Gran Canaria!

-Ese mismo, quien se hallaba entusiasmado por aquel proyecto que iba a convertirse en uno de los hitos de la arquitectura monumental de la ciudad.

-En efecto es una edificación notable.

-Pues hay quien asegura que esta fachada fue obra de uno de sus compañeros de estudios que la había diseñado como proyecto fin de carrera. Pero fuera quien fuese su autor, le debemos uno de nuestros edificios más emblemáticos.

-Con sólo ver la cantería, perfectamente labrada, se comprende que debió ser un trabajo de chinos.

-¿De chinos?, de chiquillos, casi niños, pues la mayoría fue realizada por unos muchachos de entre catorce y dieciséis años procedentes, como la piedra, de San Lorenzo, pero lo importante es que hacia 1904 el Círculo Mercantil pudo trasladarse a su nueva sede, en la que permaneció hasta 1920.

-¡La abandonaron tan pronto!

-Efectivamente, en aquel momento comenzó la etapa más sombría y nefasta de todas las que ha atravesado el Círculo en su historia.

-¿Qué sucedió?

-Pocos meses después, la Compañía de Almacenes Generales de Deposito, que había financiado la construcción, afirmó ser dueña del inmueble y haber convenido verbalmente con el anterior presidente, Juan Rodríguez Quegles, celebrar un contrato de arrendamiento.

-Debieron quedarse de piedra.

-Sin lugar a duda, pero la sorpresa fue aún mayor cuando al consultar el libro de actas, las páginas correspondientes estaban arrancadas. De modo que la compañía logró que el Círculo pagase un alquiler por ocupar la edificación.

-Increíble.

-Pues lo peor estaba por venir. En junio de 1907 la compañía arrendó la planta baja del inmueble a una casa bancaria tinerfeña, y para más indignación del Círculo le permitió anunciar sus operaciones comerciales en la fachada con carteles.

-¿Y como acabó todo?

-En los juzgados, con un prolongado pleito que acabaron perdiendo.

-Te refieres a la compañía, ¿verdad?

-No, al Círculo, que siguió sufriendo todo tipo de atropellos, pues si la compañía no tenía bastante con cobrar a dos inquilinos, en 1918 admitió un tercero: la Cámara de Comercio, reduciendo aún más el espacio del Círculo que no tuvo más remedio que instalar unas mamparas para separarse del resto.

-No me imagino como debió ser aquello.

-Imagínate un campo de Agramante, de manera que cuando al año siguiente la casa bancaria propuso una reforma que constreñía el poco espacio que le quedaba al Círculo, su junta convocó una reunión urgente para debatir la situación sospechando que de no aceptarla tendrían que cambiarse de local o peor aún, cerrar sus puertas.

-Debió ser la gota que colmó el vaso.

-En absoluto, lo que realmente les dio la puntilla no fue una gota sino una llama.

-¿Una llama?

-Sí, en marzo de aquel año se declaró un incendio en la parte baja del edificio.

-¿Intencionado o fortuito?

-Jamás se supo, pero destruyó su mobiliario y otras pertenencias.

-Aquello debió ser el fin.

-Qué va, cual ave fénix acabó resucitando de su cenizas cuando en abril de 1920 se trasladó al antiguo Hotel Continental, situado en la calle, por aquel entonces plaza, de San Bernardo, cuyo propietario se había arruinado en el casino.

Entonces miré al caduceo y pregunté:

-¿Quiénes eligieron este emblema?

-La primera junta directiva, que en gran parte estaba formada por masones, por eso celebraron su primera sesión un miércoles, día de Mercurio. Incluso el bibliotecario, Rafael Pérez Cabral, el vocal, Rafael García Sarmiento, el abogado consultor, Eduardo Benítez González y el vicepresidente de la sección de marina, Luis Reina Lorenzo, pertenecían a la misma logia, Afortunada, nº 36, mientras que los vocales de la sección de marina, Tiburcio Miranda y Rafael Romero Castro, habían sido iniciados en las logias Luz Marítima y Tenerife respectivamente.

-¿Qué tiene de particular que perteneciesen a esa organización?

-Mucho, pues de lo contrario hubiesen elegido alguno de los numerosos atributos del santo patrono de los comerciantes, San Martín de Tours, en vez de un símbolo pagano.

-¿Y simboliza el comercio?

-Entre otras cosas. El dios de la astucia, Mercurio, no sólo era el protector de los comerciantes, sino de los ladrones y mentirosos, no en vano él mismo fue un ladrón desde la noche en que vino al mundo.

-¿El mensajero de los dioses?

-Sí, pues escapó de casa para robar el ganado de Apolo, quien para más inri no era otro dios cualquiera, sino su hermano.

-Es asombroso, siempre he pensado que los comerciantes eran los mayores enemigos de los ladrones, así que nunca imaginé que los de la Antigüedad compartiesen el mismo dios.

-Tienes razón, pero no olvides que al igual que existen comerciantes y ladrones también hay comerciantes ladrones, como lo demuestra la agitada historia de esta construcción, testimonio pétreo de que a veces entre el comercio y el robo no hay mucha diferencia.

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