UD Las Palmas y Valencia: de luchar por la salvación a mirar a Europa

Cuando comenzó la temporada a mediados de agosto del año pasado, ni la UD Las Palmas ni el Valencia CF pensaban que su objetivo transcurrido algo más de la mitad del campeonato iba a ser algo distinto a la salvación. Ambos partían, de entrada, con el propósito de lograr la permanencia, el primero porque acababa de ascender después de cinco cursos en la categoría de plata y el segundo porque se había librado del descenso la campaña anterior por muy poco, tanto como que no lo consiguió hasta las últimas jornadas. Hoy, los cuadro amarillo y ché viven tiempos menos dramáticos.

Porque si bien uno y otro empezaron la competición preparados para sufrir, 23 partidos después miran a Europa, un nuevo horizonte que se les ha abierto –desde hace ya algún tiempo– por sus propios méritos. Ni Xavi García Pimienta ni Rubén Baraja quieren hablar de una posible clasificación para intentar participar en un torneo continental la próxima temporada, pero a nadie se le esconde que ya casi han alcanzado la meta principal cuando aún quedan 15 encuentros para el final de LaLiga.

La UD, novena con 32 puntos, busca mañana (20.00 horas) el triunfo que le permita igualar al Valencia y por fin cambiar el discurso –la permanencia este curso está previsto que pueda conseguirse incluso con 35 unidades por el devenir de los equipos que ocupan las últimas plazas– y tratar de optar a un puesto europeo. Su rival, de momento, lo ocupa, pero incluso el octavo –hoy el Betis– tendría alguna opción de clasificarse. Así, cobra importancia igualmente el golaveraje entre ambos conjuntos.

En este sentido, cabe recordar que en el encuentro de la primera vuelta el Valencia, que venía de ganar en el Sánchez-Pizjuán en la jornada inaugural, se impuso (1-0) con un gol de Pepelu de penalti por una mano de Javi Muñoz captada por el VAR. No fue excesivamente superior el cuadro local, pero tuvo mejores ocasiones en el cómputo global del choque y se lo llevó. Las Palmas, que llegaba después de empatar con el Mallorca (1-1), aún no había cogido el pulso a la Liga.

Cuando lo hizo por fin, a partir del primer triunfo, ante el Granada en la quinta fecha, y del inicio de la transición hacia la salida de Jonathan Viera, se convirtió en un equipo difícil de batir, que compite en cada partido incluso contra los grandes –con la excepción de la visita al Santiago Bernabéu–. Prueba de ello fueron los duelos frente al Atlético de Madrid, el Barcelona y el Real Madrid en el Gran Canaria. Al primero le ganó y por tramos le pasó por encima; ante los otros dos, sólo cayó en los minutos finales tras haberse adelantado en el marcador.

Gran racha

Al Valencia tampoco le ha ido mal. De hecho, es el segundo mejor equipo en las últimas seis jornadas, es decir, que sólo el Real Madrid, líder de la competición, ha sumado un punto más entre la última jornada del año pasado –intersemanal– y la del fin de semana anterior. En ese tiempo, el cuadro de Baraja sumó 15 puntos de 18 posibles, producto de sus triunfos ante Rayo Vallecano, Villarreal, Cádiz, Athletic Club y Almería. Sólo cayó en el Metropolitano, campo que visita la UD el sábado de la próxima semana (13.00 horas).

Las Palmas, por su parte, no sumó ante el Athletic Club, el Barça y el Madrid, ganó al Villarreal y al Rayo y empató en Granada, por lo que perdió su puesto de privilegio con respecto al Valencia, algo que podría remediar en caso de ganar mañana –si es por más de un gol, le habrá ganada el golaveraje; si es por uno, los amarillos querían por arriba por mejor diferencia de goles general–.

Los paralelismo entre ambos conjuntos, que viven más tranquilos de lo que esperaban el verano pasado, son varios. El primero y fundamental es la figura de los entrenadores como arquitectos de unos equipos con una idea clara de juego y que son capaces de competir bien ante cualquiera. Si bien García Pimienta instauró un modelo que dio como fruto final el ascenso a Primera después de haber disputado un playoff gracias al mejor final histórico del club –nueve triunfos de once–, Baraja hizo lo propio no sin tener que sufrir primero para lograr una salvación agónica la campaña pasada. Muy poco después, junto a Míchel, son los entrenadores revelación de la Liga.

Tanto la UD como el Valencia están regidos igualmente por la política de cantera, si bien el cuadro amarillo ya tenía asentados a la mayoría de sus jóvenes futbolistas desde temporadas anteriores. Sólo Juanma Herzog se ha estrenado con García Pimienta en la competición liguera con una cierta continuidad –Iñaki sólo disputó unos minutos en el día del debut de su compañero, ante el Villarreal–. En cambio, Baraja, que ya el año pasado descubrió al mundo a las perlas Javi Guerra, Fran Pérez y Diego López –este, lesionado, es baja para mañana–, en el presente les ha dado mayor protagonismo.

También los guardianes de la portería de uno y otro equipo han sido clave para que los conjuntos grancanario y valenciano estén donde están. Valles es el actual Zamora (0,91 de coeficiente) y Mamardashvili el quinto (1,17), pero las paradas de uno y otro, y el gran juego con los pies en el caso del amarillo, han sido muy importantes para ambos.

Donde no hay punto de comparación entre la UD y el Valencia es en la estabilidad institucional de los clubes. Mientras Las Palmas vive momentos felices en los que la afición se ha enganchado al equipo en los últimos años, el Valencia tiene una fractura social que divide a la grada y a la dirigencia, con Peter Lim como dueño en la sombra desde Singapur y Chan Lay Hoon como presidenta. A la UD le sobraron alrededor de ocho millones en la confección de la plantilla y no fichó en el mercado invernal; el Valencia ni siquiera pudo acometer la llegada de Rafa Mir y tuvo en Peter Federico la única incorporación, cedido por el Real Madrid.

Tampoco se parecen en la cifra de goles de los delanteros, donde Hugo duro, con 10 tantos, sobresale. Pero en la UD marcan los centrocampistas. Diferencias y similitudes de dos equipos desviaron su mirada hacia arriba.

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