La bióloga Leen Gorissen propone una economía que imite a la naturaleza para salvar el planeta

La experta denuncia la situación dramática de las ballenas pese a que ayudan a regular el clima

Leen Gorissen, este viernes durante su ponencia en el Foro Internacional Ecoislas .

Leen Gorissen, este viernes durante su ponencia en el Foro Internacional Ecoislas . / LP/DLP

La bióloga Leen Gorissen, especialista en ecología y diseño regenerativo, sostuvo este viernes en el Foro Ecoislas que las soluciones económicas para el futuro del planeta pasan por imitar los sistemas de cooperación que se encuentran en la naturaleza, un proyecto de vida cuyos éxitos se repiten desde hace 3.800 millones de años y todo ello sin generar residuos. 

La llamada inteligencia natural, aseguró, ofrece soluciones ante problemas como el cambio climático, la escasez de recursos o la contaminación, por lo que cada vez hay más empresas que están creando productos basados en los métodos que utilizan los animales y las plantas para existir.  

Gorissen, que es experta en innovación bioinspirada y fundadora de Centre4NI, abrió la segunda jornada de este encuentro internacional en Gran Canaria con una ponencia sobre la economía circular, que condimentó con numerosos ejemplos de animales y plantas que favorecen la vida humana. 

También enumeró y profundizó en los cinco principios de la inteligencia natural, que a su juicio es el sistema que deben aplicar los gobernantes actuales para dejar a las futuras generaciones un mundo mejor del que encontramos.   

Reglas acordadas

La economía actual, recordó Gorissen, se basa en una serie de reglas acordadas por los humanos que solo están en las mentes de las personas, pero que no rigen en la naturaleza ni en la evolución de la vida en el planeta, por lo que se deben adaptar o cambiar en función de las necesidades de los propios humanos. Ante los cambios constantes en el planeta y la evidencia de que los recursos son limitados, propuso buscar las soluciones en la inteligencia natural, cuyo primer principio es proteger la biodiversidad.  

«La naturaleza nunca se ha centrado en un monocultivo, la vida es la sociedad», apuntó la bióloga, quien resaltó que una simple hoja de árbol hay millones de células y muchas ni siquiera son vegetales. Otro ejemplo «de comunidad» colaborativa es el cuerpo de cualquier ciudadano, con billones de células no humanas. Así, se ha comprobado que las personas que viven en un ámbito con mucha biodiversidad tienen más salud y defensas contra alergias. 

Conectados

«Estamos muy conectados con los ecosistemas en los que nos movemos y se puede mejorar la vida con la arquitectura, con edificios que incorporen elementos naturales, como poner árboles y plantas en las fachadas para que atraigan insectos y pájaros», resaltó la bióloga, quien detalló que ya existen experiencias en ese campo, como plantar árboles en azoteas para albergar biodiversidad, que además mantienen los edificios frescos y filtran el agua de lluvia para consumo inmediato. 

El segundo principio de la naturaleza inteligente es que «hay que invertir en la salud del resto de las especies para garantizar la supervivencia de los humanos. Un ejemplo claro son las ballenas, que regulan el clima al subir a la superficie a defecar después de comer en el fondo, pues sus restos son los que alimentan después al fitoplacton y éste a su vez capta el carbono para los océanos. 

El éxito de las demás especies es no haber generado residuos en 3.800 millones de años sobre la Tierra

La experta en ecología comentó que «las ballenas son un instrumento para mitigar el cambio climático, pero están en una situación dramática por la pesca y la presión sobre sus hábitats, por lo que necesita la ayuda de los humanos para que aumente su población y sigan regulando el clima». Un estudio del FMI ha reconocido que «si se pudiera volver al número anterior de ballenas sería una solución al cambio climático». Al igual, se comprobó la intervención de otras especies en el mantenimiento de la vida, como las setas, los zorros en la tundra, los lobos o los manglares para mantener las costas. 

 Un tercer principio dice que «si algo no es sostenible, es terminal», por lo que se requiere «utilizar menos materiales y más diseño».  El cuarto es el que establece que en la naturaleza no hay residuos, pues todo se recicla o se regenera. En millones de años, los animales y las plantas no han dejado basura en el planeta. Una aplicación es «cultivar ladrillos» con residuos y bacterias, algo que ya se está haciendo. Por último, la bioquímica es biocompatible y biodegradable, lo que ya permite, por ejemplo, imitar a los mejillones para fabricar un pegamento.

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