Ca'Pinito, tienda de Triana en Ingenio

La tienda de Pinito y Chanito guarda las entrañas de lo que fue negocio de aceite y vinagre, que tras su cierre, en 1986, sus hijos la conservan como un museo

Ca’Pinito, tienda de Triana en Ingenio

Ca’Pinito, tienda de Triana en Ingenio / Pepa Pallarés

La tienda de Pinito y Chanito frente a la plaza del Buen Suceso en Carrizal fue referente en su época a mediados del siglo pasado. Hoy es un museo que consevan sus hijos. Vendía de todo. A granel expendía desde comestibles, colonia, vino, aceite o aceitunas. Había sitio para echar un pisco de ron también. Pinito apuntaba en su libreta las deudas, que cobraba tras la zafra. Solo abre cuando hay una fiesta o evento. 

La tiendita de Pinito y Chanito Sánchez, hermanos nacidos en los años 1019 y 19021, está en la zona que los lugareños denominaban la Triana de Carrizal de Ingenio, porque se ubicaba en una calle céntrica del barrio del Buen Suceso. Se llegaron a expandir algunos tipos de negocios básicos y de ahí el nombre de Triana, emulando a la calle de la capital grancanaria. La tiendita se inauguró en 1958. Una casona del siglo XIX en un sitio privilegiado, justo frente a la plaza que rodea la iglesia del Buen Suceso.

Vendían desde alfalfa, pan, vegetales, juguetes, y a mediodía, además de tienda, se convertía en lugar fijo para quienes quisieran echarse el pisco de ron con un enyesque cocinado en Carrizal.

Los feriantes de la época la conocían por su amabilidad y lugar de encuentro para fiestas populares por el olor a tapas. Llegó a ser un centro de reunión familiar. «Vamos ca’Pinito”», decían los lugareños. Allí había de todo. La típica tiendita de barrio que sacaba del apuro a más de uno.

Hoy día es una tienda–museo, y sus 5 hijos, Sebastián, Juana, Luis, Peña e Isabel, tras su cierre en 1986, la han querido mantener viva mediante eventos especiales, como el Festival de Folclore Internacional de Ingenio, el Portal de Belén Viviente en Navidad o la fiesta del Buen Suceso. La acicalan para la ocasión y la muestran a todo el que se acerca.

Ca’Pinito, tienda de Triana en Ingenio

Ca’Pinito, tienda de Triana en Ingenio / Pepa Pallarés

La tienda-museo añade todos los elementos de principio y mediados del siglo XX y que se han ido recopilando a base de legados. Así lo explica Isabel Sánchez, hija de Chanito, y una de las alma matter de la iniciativa con la colaboración de la Agrupación Folclórica Guayadeque. No quieren perder la historia de la tienda, convertida hoy día en museo para esos eventos especiales.

Marcaron el antes del barrio de Ingenio, en Gran Canaria. Era una tiendita en la que había de todo. Se vendía a granel para el pueblo, y municipios aledaños, «desde polvos para lavar, aceite, colonia vino, aceitunas, quesos, fruta, verduras e incluso, los juguetes artesanales como camiones en madera o trompos». Y mil cosas más que hoy no se encuentran en un super por su alto valor, no solo personal, sino histórico.

Así lo cuenta la hija De Chano, Isabel Sánchez, mientras preparaba la tienda para el siguiente evento en que abría al público. En este caso se trató d el Festival Internacional de Folclore de Ingenio, que durante un pasacalle invitó a los lugareños y visitantes a rememorar las viejas costumbres de la historia viva de Ingenio.

Es un lujo ver lo que atesora la tiendita-museo. Latas de galletas Bandama, medidores para el aceite, pesas rústicas. También hay botas y calzados e incluso las cesiones de otras familias que ofrecen voluntariamente artes de sus señeros negocios como del zapatero o el barbero.

Ca’Pinito, tienda de Triana en Ingenio

Ca’Pinito, tienda de Triana en Ingenio / Pepa Pallarés

Destaca sobremanera la libreta de las cuentas, donde Pinito anotaba las compras de los vecinos, casi siempre dejados a deber hasta que cobraran el salario de la zafra. «No tenían dinero para el día a día y lo más normal era que lo dejaran a cuenta», indica Isabel.

La particularidad es que era una tiendita chica, a la que iban también los hombres «a pegarse el lingotazo de ron para arrancar el día». Tuvo una mesa y más adelante un futbolín. Fueron pioneros en ese nuevo juego.

La particularidad de la casona es que consta de tres portones dobles, que permitieron separar en el tiempo áreas diferenciadas.

La de la izquierda servía para que Pinito atendiera a las amas de casa que iban a comprar a la tienda, mientras la segunda se abría para aprovechar la larga barra de madera para que Chanito atendiera a los hombres que iban a tomarse el roncito y un enyesque, lo que hoy sería una tapa. La tercera sirve hoy para muestras temáticas que cada año airea la imaginación de los herederos.

En la última ocasión consistió en una parturienta, emulando el momento en el que bebé venía al mundo. Todo en una alcoba con una gran cama, su ropero o la cómoda, datados de hace dos siglos.

La ayuda de la Agrupación Folclórica Guayadeque aúpa también cada año estas innovadoras ideas, que han ido de escenificar la zapatería a la barbería.

Todos en el barrio se unen para hacer donaciones de verdaderas obras de arte históricas en el tiempo de este barrio, que año tras año luce la tienda-museo.

También se expande al exterior, usando la plaza del Buen Suceso como el antiguo colegio donde no faltan pupitre y bancos que recrean los niños del lugar.

Isabel muestra lo que guarda con celo la tienda de Pinito y Chanito. El pequeño museo solo abre en ocasiones especiales. Muestra todo lo que se vendía, apuntado en una libreta de cuentas. Desde latas de gallletas, productos a granel o la preciada alcoba .

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