Opinión | Reseteando

¿Vale la diplomacia con un follonero?

El presidente de Argentina, Javier Milei.

El presidente de Argentina, Javier Milei. / EP

La desmesura de Milei coloca el honor alterado de Sánchez en una posición difícil. Para que exista una crisis internacional, las dos partes deben ser conscientes de la misma y, como consecuencia de ello, buscar la mejor fórmula para restablecer las relaciones. Pero en el caso del presidente argentino, cualquier casuística descorchada desde el Palacio de Santa Cruz, sede de la diplomacia española, se derrumba con el inquilino de la Casa Rosada. Moncloa teme que la espiral desbordante en la que galopa el presidente argentino arrastre a España al ridículo más grande: queda patente que es imposible el uso de la lógica ante un patán desarticulado, psicológicamente averiado y al que no le importa provocar el asombro entre los miles de individuos de la patria de Borges que trabajan aquí. Al contrario que en crisis internacionales anteriores, como la de Marruecos con Perejil, el follonero incansable dispone de aliados internos: Vox de manera descarada y los populares con una vergonzosa tibieza enfocados como están en el montaje del mecano del supuesto caso de corrupción de Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez. Los socialistas asumen ya que no hay receta para establecer unas bases de diálogo, empezando por esa disculpa que no llegará, aunque nunca se puede decir de esta agua no beberé dado el personaje. Lo previsible por tanto es una retirada de la artillería diplomática del ministro Albares, creemos que hasta vivamente conmocionado por el desarrollo de los acontecimientos y por la carencia de efectividad de las llamadas al respeto entre países. Probablemente, volveremos a ver a Milei en Madrid el mes de junio. Nada ni nadie lo parará. Y a buen seguro que dejará huella al pasar. Otra cosa es lo que ocurra en su jurisdicción, con el desguace de la administración, la amenaza de un estallido social y los recortes de la motosierra en los apartados del bienestar. ¿Cuál ha sido la lección? Hemos visto y seguido con curiosidad morbosa la actuación de un populista en estado puro, el mejor amigo de Vox, socio preferente a su vez del PP. Pues sí, la verdad es que dan miedo.

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