Entrevista | José Luis Navarro Experto en gestión medioambiental y diversidad y director técnico del proyecto ‘Ecoescuelas’

José Luis Navarro: «Un niño se queda estupefacto cuando conoce cuál es su huella en el planeta»

Enseñar a los alumnos estudiantes que sus hábitos de consumo tienen consecuencias en el planeta. Ese es el objetivo del proyecto Ecoescuelas dentro del programa ‘Educando para la Sostenibilidad’ que San Bartolomé de Tirajana puso en marcha hace 12 años. Ya está instaurado en el IES Amurga y en los colegios de Aldea Blanca y El Pajar. «Se trata de entrenar a los niños para que sepan de su impacto en el territorio», señala Navarro

José Luis Navarro, técnico en medio ambiente y director del proyeco Ecoescuelas en San Bartolomé de Tirajana.

José Luis Navarro, técnico en medio ambiente y director del proyeco Ecoescuelas en San Bartolomé de Tirajana. / Juan Castro

¿En qué consiste el proyecto Ecoescuelas?

El proyecto Ecoescuelas en un plan incluido en el programa de acción transversal 'Educando para la Sostenibilidad', que ya tiene 12 años en este ayuntamiento, y con el cual nos dirigimos a toda la ciudadanía a través de radio, talleres, exposiciones itinerantes y tips de buenas prácticas ambientales. En el ámbito educativo consiste en abrir a los alumnos a la realidad para que analicen cuáles son las consecuencias ambientales, sociales y económicas de sus actos cotidianos: cuando se visten, eligen lo que comen, cuando consumen agua o generan residuos, de forma que en su período lectivo aprendan cuál es su huella en el planeta para cambiar sus hábitos. Lo pusimos en marcha hace dos años en el IES Amurga y en los colegios de Aldea Blanca y El Pajar, porque nos pareció adecuado que los más pequeños se eduquen y habitúen a las nuevas prácticas medioambientales.

José Luis Navarro, técnico en medio ambiente y director del proyeco Ecoescuelas en San Bartolomé de Tirajana.

José Luis Navarro, técnico en medio ambiente y director del proyeco Ecoescuelas en San Bartolomé de Tirajana. / Juan Castro

¿Cómo se aplican esos conceptos a veces abstractos de la sostenibilidad para que los alumnos aprendan?

Primero acordamos con el equipo directivo del centro la inclusión de la dinámica de buenas prácticas para que los alumnos, de forma científica, revisen sus impactos diarios, valoren qué daños producen sus decisiones en los espacios naturales y luego cambien los hábitos. Una vez se acuerda, se imparten talleres, por ejemplo, sobre la huella en la emisión de carbono en el consumo eléctrico en clase y en casa, sobre la huella de carbono que tiene asociada la vestimenta que llevan o la alimentación que consumen, además de obras de teatro. A partir de ahí, cada profesor designa semanalmente a un alumno que se responsabiliza de alguna medida de observación: por ejemplo uno se encarga de apagar la luz de clase, la pizarra electrónica o el proyector cuando no se esté utilizando, otro evaluará la generación de residuos y otro de controlar si hay pérdidas de agua en los baños, y al final de la semana se hace una asamblea para analizar los resultados y poner retos más exigentes. Se trata de entrenar a los niños en que la realidad del impacto de las personas en el planeta debe ser observable y medibles para luego poder llevar a cabo las declaraciones intencionales. No se puede decir que se quiere mejorar la biodiversidad si no se corrigen los malos hábitos.

«Ya los alumnos no pueden traer el desayuno envuelto en plástico o platina, sino en un táper»

Hecha la observación, ¿cómo los hacemos realmente conscientes?

Con ciencia. Tomamos estadísticas elaboradas por comités científicos, por ejemplo, sobre cuál es la media de litros de agua necesarios para fabricar una camisa de nailon, 4.500 litros. Uno de los ejercicios ha sido calcular cuántos litros de agua puede caber en su clase, unos 38.000 litros, y demostramos a los alumnos que si sumaban toda la vestimenta que llevaba solo uno de ellos, su contenido en consumo de agua no cabría en el aula. Llevamos a la realidad de forma evidente y palpable los números científicos, y además les animamos a calcular cuando agua tenían almacenada en sus armarios en forma de ropa. Les enseñamos que la solución no es tirar la ropa, sino intercambiarla en el mercadillo de truque mensual que hacemos en los colegios, o en su caso reciclarla. Por otro lado, ya los alumnos no pueden traer su desayuno empaquetados en plásticos sino en táper, porque han descubierto que el envoltorio no se come y genera excesiva basura que está siendo un problema de difícil gestión a nivel planetario.

José Luis Navarro, técnico en medio ambiente y director del proyeco Ecoescuelas en San Bartolomé de Tirajana.

José Luis Navarro, técnico en medio ambiente y director del proyeco Ecoescuelas en San Bartolomé de Tirajana. / Juan Castro

¿Qué impresiones tienen los niños cuando les hacen esas demostraciones?

Se quedan estupefactos, impactados cuando conocen cuál el impacto de sus hábitos en el planeta. Esos datos influyen en ellos y después de dos meses comprobamos el tipo de vestimenta que el alumnado lleva a clase para ver si integraron en sus familias un consumo más responsable y consciente de esos productos. Es complicado, tenemos claro que esto no es sencillo, es un proceso largo, pero lo importante es vincular emocionalmente a los alumnos con el medio ambiente para que se comprometan a ser desarrollar prácticas más sostenibles.

¿Qué es lo que más le llama la atención de este proyecto?

Cuando se hace a un alumno responsable de sus hábitos y sus consecuencias, logras un ciudadano más respetuoso con su entorno, pues los alumnos quieren sentirse útiles y parte de un equipo que va a salvar el planeta. Son partícipes del cambio con todo el potencial para ser ciudadanos que dan lo mejor de sí a la comunidad. El premio final es una visita a un parque temático.

«Los niños quieren sentirse útiles, parte del cambio y de un equipo que va a salvar el planeta»

¿Parte de ellos alguna propuesta?

Sí, están deseando que vayamos a visitar una planta de tratamiento de residuos, las dunas de Maspalomas para conocer su biodiversidad, la Granja Experimental del Cabildo y el Ecoparque. Estamos en negociaciones con el ITC para impartir un taller sobre fabricación de electrodomésticos sostenibles y hemos logrado que Canaragua a través del proyecto Aqualogic nos de acceso a su herramienta virtual para que los alumnos vean, por ejemplo, cómo abandonar una bolsa puede afectar a una tortuga en el medio marino. También llevamos a los alumnos de secundaria una vez al mes a conocer el ciclo integral del agua. La solución a los grandes problemas tiene que ser de forma colaborativa.

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