Educación

Los jóvenes de La Isleta luchan contra el racismo: "Siempre hay gente mala, pero no depende de que sean inmigrantes"

Estudiantes del barrio capitalino promueven la interculturalidad a través del proyecto 'Sentir La Isleta: convivir para entender'

El alumnado ha hecho trabajos de jardinería en la Finca Osorio junto a jóvenes migrantes del Canarias 50

Estudiantes del IES La Isleta y migrantes riegan árboles en el proyecto 'Sentir La Isleta'

Juan Castro

Ubuntu es una filosofía sudafricana que propone la convivencia en comunidad y solidaridad. Con este estilo de vida presente, un grupo de alumnos del IES La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria, se han acercado a jóvenes migrantes para desmontar sus propios prejuicios y los del resto de la sociedad. Ayer cambiaron sus bolis y libretas por la naturaleza en la Finca Osorio de la mano de la Fundación Foresta, donde practicaron sus habilidades de jardinería junto a ocho internos del Canarias 50.

Jaydan Hernández y Daniela Rodríguez reconocen escuchar comentarios racistas en su entorno tras el aumento de inmigración que ha experimentado Canarias. Estos estudiantes de 13 y 14 años observan que la sociedad isleña se ha vuelto más racista que antes y, por ello, desde su centro educativo no han querido apartar la mirada de la problemática. Ellos mismos tenían prejuicios que han superado gracias a la convivencia con jóvenes migrantes a través del proyecto 'Sentir La Isleta: convivir para entender'. "No son malos, es como aquí, siempre hay gente mala, pero eso no depende de que sean inmigrantes", apunta Hernández.

Los alumnos que participan buscan luchar contra la xenofobia y encontrar caminos para la interculturalidad. Hernández y Rodríguez cuentan que se sorprendieron al descubrir algunos puntos comunes entre Gran Canaria y países como Senegal o Gambia. "Un chico nos enseñó la playa en la que vivía y es bastante bonita, me recordaba bastante a la Isla", cuenta Hernández. "A mí me pareció curiosa una fiesta que hay en Senegal que se llama Tabaski", añade Rodríguez. A Diego Fandiño le impactó algunos de los idiomas como el wolof: "En Senegal cada palabra significa una cosa distinta, en español una palabra puede significar muchas cosas distintas".

Por su parte, Irene Rodríguez lleva desde hace cinco meses ayudando a Jamata, una joven de Malí que estudia en el IES La Isleta y está adaptándose a una vida e idioma. Durante las clases le explica sus dudas, le enseña fotos para aprender nuevo vocabulario e intenta hacer de traductora dentro de sus posibilidades. Con el tiempo se han hecho amigas, y ahora, Rodríguez ha conocido algunos pueblos de su país a través de internet y se ha adentrado más a fondo en su cultura. "Cuando estás dentro descubres que solo vienen a buscar una vida mejor y a ayudar", comenta.

Eso era lo que buscaba Ibrahima Lō, que lleva siete meses en Canarias y emigró para ayudar a su familia en Senegal. De profesión pescador, le gustaría continuar en el Archipiélago en el mismo sector o como cocinero. Mientras, permanece en el Canarias 50 y aprende español para conseguir sus sueños de futuro.

Un acto por el medioambiente

Los jóvenes regaron una reforestación de especies endémicas como faya, barbusano, paloblanco, entre otras. En la actualidad el cambio climático ha provocado que el regadío se alargue todo el año, cuando antes regaban principalmente en verano, por lo que cualquier tipo de ayuda es bienvenida para los profesionales que trabajan en un campo con 400 plantas. "También es importante despertar conciencia porque la gente joven es el futuro y así que se siga manteniendo el medioambiente", considera Antonio Suárez, capataz de Foresta.

El profesor que ha promovido esta iniciativa, Iván Ojeda, destaca que el centro educativo no podía mirar hacia otro lado ante los problemas de xenofobia que estaban aumentando en el barrio capitalino. El proyecto nació el año pasado cuando comenzó a escuchar los comentarios despectivos de algunos alumnos y decidió atajar el problema dejando que los estudiantes descubrieran por sí mismos cómo eran aquellas personas a las que insultaban. Para ello, organizaron un taller de bicicletas que les valió dos reconocimientos; el Premio Nacional de Educación al Desarrollo Vicente Ferrer y el Premio Inmigración y Convivencia de los Premios Aprendizaje y Servicio.

Despertar el pensamiento crítico

Ojeda comenta que el objetivo es despertar el pensamiento crítico entre los adolescentes para que no crean todo lo que ven en redes sociales. "No se pueden quedar con un currículum exclusivamente académico, tienen que aprender matemáticas y lengua, pero también buscar soluciones a los problemas que encuentran", afirma.

Los jóvenes fueron el martes a Tenerife a desbrozar plantas invasoras y recoger basura junto a los migrantes de Las Raíces. Este jueves están en la ULPGC en un taller de arte donde plasman en lienzos el sentir y la necesidad de trazar puentes con África y el viernes construirán desde el instituto un faro tridimensional, que es el símbolo de la luz. Para finalizar con el proyecto enseñarán a estudiantes de otros institutos lo que han aprendido a lo largo de estos meses y crearán un mural entre todos.

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