Opinión | Isla Martinica

El león, el guapo y la esposa

El presidente de Argentina, Javier Milei, interviene durante el acto ‘Viva 24’ de VOX, en el Palacio de Vistalegre

El presidente de Argentina, Javier Milei, interviene durante el acto ‘Viva 24’ de VOX, en el Palacio de Vistalegre / A. Pérez Meca - Europa Press

Hace poco escribí que el Presidente de la República Argentina, Javier Milei, había acusado recibo de las declaraciones de un representante del gobierno de España, en concreto, las del ministro de Transportes, Óscar Puente. Desde aquella fecha hasta el presente, sólo ha transcurrido un par de semanas, en cierto modo, un tiempo exiguo si se compara con el devenir histórico, pero, para el León de La Plata, no es así en absoluto. Al hombre y al político le urgía una respuesta acorde con la afrenta soportada. Y me temo que los miembros del ejecutivo nacional no supieron calibrar ni el temperamento ni la reacción de un individuo fuertemente baqueteado en la contienda ideológica. Esto pasa, seguramente, por subestimar al contrario y sumirlo en una espesa nube de indiferencia e intolerancia. Nada extraño, por cierto, a lo que se produce en la refriega política española.

Milei tiene tantas corazas como golpes recibidos desde la izquierda peronista a la que le declaró la guerra y de la que, como ya se sabe, salió victorioso. Es importante señalar que los resultados de los comicios presidenciales en la Argentina fueron tan rompedores como el mismo ganador de la partida. Superó al segundo con un porcentaje impactante, casi lo doblaba, si nos atenemos a las cifras conocidas. Sin embargo, el izquierdismo no acaba de aceptar que las cosas han cambiado, y mucho menos a este lado del Atlántico. Los ideólogos de la izquierda europea se han convertido en el refugio de los perdedores de las elecciones argentinas y siguen clamando por algo que ya no existe. Los peronistas del gobierno de Sánchez, los radicales que pueblan el Consejo de Ministros, braman contra Milei porque, en el país originario del movimiento, no se percibe su eco como antes.

Las palabras del León en Viva24, el evento organizado por VOX en el pabellón de Vistalegre, son la confirmación de que la lucha del ultraliberal no conoce barrera o frontera, ni siquiera consideración diplomática. Sus invectivas no van contra el Guapo de la Moncloa o contra su mujer –aunque, de facto, haya sido así–, sino contra una ideología, el socialismo. Es conveniente revisar las imágenes de la perorata del Presidente de la Argentina para caer en la cuenta de que la alusión a Begoña Gómez no estaba en el original del texto de la conferencia. Fue algo improvisado, una reacción motivada por el improperio de Puente y el desprecio de todo un gobierno, como el español, hacia la figura del Presidente Electo de la República.

Para mí, resulta anecdótica la referencia a la mujer de Pedro Sánchez y, por esta razón, me cuesta entender cómo se ha transformado, lo que en principio era una declaración más, en un conflicto diplomático de primer orden. Los argentinos lo podrían haber hecho perfectamente con las groseras insinuaciones de Puente, el eslabón perdido dentro del gobierno de Sánchez, pero no lo hicieron. Entendieron que era una hipérbole, como ahora se dice, sin mayor recorrido. Por eso, tampoco comprendo el histrionismo de Albares, que seguro merece una mejor causa. Los españoles estamos cansados de que nos digan cómo tenemos que pensar, de cómo debemos ser «buenos patriotas»; y lo expreso así, ya que asumir el discurso de Milei parece ir contra España, contra la patria común, cuando no tiene por qué. Milei respondió a un insulto, al guante que previamente le lanzó en la distancia Puente y su gobierno al completo. Y, por lo tanto, no es un ataque a la nación española ni mucho menos a la democracia de este país. El que lo entienda de este modo está cegado por la ideología y el sectarismo.

Nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, meternos de hoz y de coz en una guerra cultural que incluso supera lo estrictamente político. El León tiene por adversario al socialismo y el Guapo al conservadurismo liberal: el enfrentamiento es tan natural como espontáneo. Y lo demás viene por añadidura. Ni uno ni otro nos deberían apartar del ideal de autonomía ciudadana, es decir, de la posibilidad de pensar y decidir en libertad, porque, como advirtiera Virginia Woolf, fuera de ella, «rebuzna el asno». Que cada uno elija bando, pero dejen a España y Argentina en paz. Están muy por encima de esta contienda por historia y tradición.