Cultura

Alí, el pirata canario que surcó el mar con el Corán como bandera

Una representación teatral en La Puntilla muestra la vida del corsario nacido en Triana, pero que navegó los mares tras su conversión al Islam

Recrean la historia del pirata 'Alí el Canario' en la playa de Las Canteras

La Provincia

Nació en Triana, en Las Palmas de Gran Canaria, en el año 1639, pero la mayor parte de su vida la pasó en el mar como pirata. Simón Romero, más conocido como Alí el Canario fue uno de los corsarios más importantes de la época, bajo sus temidas garras saqueó todo barco que se cruzara por su camino. Después de años de trabajo en el mar y curtido por la vida a la deriva su posición era respetada y su riqueza inmensa. Pero todo lo logró lejos de su tierra, su familia e incluso su religión natal. Alí luchó en las filas del islam tras un cambio sustancial en su vida. «No hemos vuelto a saber de Simón desde que fue capturado», lamentaba su madre mientras preparaba la comida. Este sábado Alí volvió a la vida y regresó a la Isla que le vio nacer en una representación teatral que repasó la trayectoria de esta apasionante figura histórica, olvidada hasta hace no mucho.

Detrás de las puertas de la iglesia de San Juan Bautista de Arucas aguardaba uno de los testimonios más interesantes de la piratería canaria. Durante años las cartas entre el obispo de la Diócesis de Canarias Bartolomé García Ximénez de Rabadán y Alí permanecieron como simples papeles viejos hasta que el historiador Luis Alberto Anaya Hernández les dio sentido y contexto. La historia tiene tanto potencial que no tardó en llegar a las manos de un escritor para que dejara desatar su imaginación. Moisés Morán Vega noveló la vida de este sorprendente personaje en un libro publicado en 2015.

Con esas dos fuentes la asociación Cultural Salsipuedes y el área de Promoción Económica y Ciudad de Mar del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria recrearon la vida del personaje en Las Canteras en la zona de La Puntilla con una obra teatral en circuito.

Una estampa de otro siglo

Fue una estampa curiosa, aquellos que no consiguieron reservar entradas para la representación vieron el espectáculo desde el paseo. La playa estaba llena no solo por el evento sino también porque hacía un día de verano. Los bañistas disfrutaban del fresco marino y en la arena se relajaban las familias y usuarios. Pero a unos metros más allá los hombres trabajaban en las salinas, las mujeres hacían la alfarería y los queseros se remangaban para ponerse manos a la obra. La imagen transportaba a los espectadores al siglo XVII, fecha en la que sucedieron los principales sucesos de la vida del pirata.

Con tan solo 15 años su padre le obligó a embarcarse para pescar, el único sustento de la familia. En uno de los viajes su barco fue captado por los corsarios argelinos. «Simón se fue hace ocho años y desde entonces solo han pasado calamidades», lamentan sus hermanas. La familia lo único que tiene para comer es un pequeño pescado y, aún así, deben estar agradecidos porque otros en el pueblo viven a base de pan. No solo han perdido a Simón, sino también al patriarca y otros tantos hermanos en la mar. La pesca era un oficio complicado en la época porque los piratas se alejaban de los navíos militares y acechaban a los pescadores al ser una presa fácil. Al capturarlos y desvencijarlos los convertían en esclavos o pedían una recompensa por su liberación. Pero a Alí el destino le sonrió.

Una noticia sorprendente

El padre de la familia regresó a Canarias con buenas nuevas del hijo ante la incredulidad de las mujeres. Después de ocho años pocas esperanzas tenían, pero sus plegarias para poner a salvo al pequeño de los seis dieron sus frutos. «Simón me ha dado la libertad, le encontré en el mercado de Argel y me dijo que se había convertido al Islam. Él dice que por devoción, pero yo creo que fue en busca de su salvación», aseguró el padre extenuado de tan largo viaje.

La historia estaba divida en diferentes escenarios recogidos en carpas que seguían los momentos más relevantes de las hazañas de Alí, desde que era un joven hasta su madurez. Los 150 actores de la interpretación eran voluntarios, que a pesar de ser amateurs consiguieron defender todos los personajes y envolver al público en la narración y época. El entrenamiento y el rigor se notaron y es que no en vano el proyecto se lleva planificando desde el pasado otoño.

Vuelta a Canarias

En el siguiente escenario los espectadores pudieron conocer un poco más sobre cómo llegó un joven canario a servir entre los corsarios argelinos. Su juventud le salvó de convertirse en un esclavo más, el patrón del barco consideró que era mejor quedarse con él, ya que podría servir como marinero a sus órdenes. «Tuve la suerte de entrenarme con uno de los mejores», aseguró Alí en medio de una lucha contra su propio hermano. El corsario regresa a Canarias para rescatar a dos compañeros que habían apresado en su tierra.

Es entonces cuando se encuentra a algunos de sus conocidos, entre ellos su hermano que también pretende convertirse en corsario para obtener la riqueza y el poder de su hermano. Alí conoce de primera mano los peligros que entraña ese estilo de vida y se niega en rotundo, lo que provoca que ambos peleen en una encarnizada lucha con espadas. «Yo te salvé de la mano de los franceses y te di un barco para que trabajaras como pescador y así puedas sacar a tu familia adelante y ayudar a nuestros padres», le espetó Alí. Tan solo otro de sus hermanos consigue que la lucha fraternal no termine manchada de sangre. «Prométeme que cuidarás de nuestros padres y no les faltará de nada», le pide a su hermano antes de marchar nuevamente.

Fue capturado por un galeón español y el obispo canario Rabadán intermedió en su liberación

Esa fue la última vez que Alí piso su tierra natal, aunque nunca se olvidó de Canarias. El pirata fue conocido por ayudar a aquellos canarios retenidos como esclavos ya sea pagando por su libertad o adelantando el pago como préstamo sin intereses. En su caso, se ganó la libertad al prosperar en su trabajo hasta tal punto que en 1667 construyó su propio barco que llamó El Canario.

Un botín importante

Consiguió captar por lo menos 30 presas y con algunas de ellas consiguió un gran aporte económico. Fue el caso del navío en el que viajaba el regente de la Audiencia de Sevilla, Lorenzo Santos de San Pedro. Del barco robó 19.000 pesos y 32.000 más por el rescate del regente, una considerable cuantía para la época.

Sus constantes victorias le valieron el título de máximo responsable de la taifa de los corsarios argelinos y poco después el de almirante de las Galeras Argelinas, ejerciendo incluso de embajador ante la corte de Mehmed IV en Estambul, donde consta que se ofreció ante el sultán a conquistar Orán, que por aquel entonces estaba en manos españolas. Llegó a convertirse en una persona relevante en Argelia hasta tal punto que según un excautivo, las argelinas decían a sus hijos pequeños que debían ser como Alí Romero.

Una singular amistad

Pero no todo fue color de rosa. De tanto jugar con fuego se quemó y el momento de su captura llegó. El corsario argelino intentó capturar un galeón español y estos consiguieron apresarlo. La noticia de la mala fortuna de Alí llegó al obispo Rabadán y decidió ayudarle ante la sorpresa de muchos. Que un obispo cristiano ayudara a un converso musulmán era tan habitual como que las ranas criaran pelo. Pero el religioso tenía sus razones para echar una mano a Alí a escapar de una muerte segura: «Este hombre impedía que nuestros hombres fueran vendidos por los piratas y por eso hay que ayudarlo». Rabadán intercedió y propuso un intercambio; tres hijos de un general español por la liberación del pirata. «Simón hubiera sido en nuestra tierra un gran comerciante, marinero, militar o incluso conquistador, pero las circunstancias de la vida hicieron que se convirtiera en corsario, pero tiene más corazón cristiano que muchos que van a misa», apuntó el obispo interpretado por Juan Antonio Pérez, uno de los fundadores de la Asociación Salsipuedes.

En la última escena los espectadores se toparon con el interior de la lujosa casa de Alí y conocieron a su mujer. La joven está apenada tras la desaparición de su marido, pero cuando lee la carta que le comunica su libertad estalla en felicidad. Para celebrarlo decide organizar una fiesta de bienvenida. «Cuando regrese ya es hora de que pase más tiempo con su familia, ya lo hemos hablado y pondrá al frente a uno de nuestros hijos para todos los negocios», asegura su esposa. La mujer recalca que es una suerte que Canarias haya sido la última tierra que visita Alí antes de su vuelta. «Yo nunca he estado, pero él siempre habla de ella, sé que es un gran pesar que le quedará no regresar», asegura. Acto seguido las bailarinas del vientre que animarán la fiesta aparecen para hacer su actuación y poner punto y final a un paseo por un trozo de la historia de Canarias.

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